fbpx

El PODER DE LOS ELEMENTOS

EL FUEGO : LA FUERZA DE LA ENERGÍA

Dicen que los seres humanos solo podemos vivir tres minutos sin oxígeno y tres horas sin calor, lo que coloca al fuego, tras el aire, en la escala de nuestras necesidades esenciales . Pero, al contrario que con el aire, tan omnipresente como invisible, las personas hemos sido conscientes del poder del fuego desde el principio de los tiempos. Nuestros ancestros lo veían en el sol y en las estrellas, pero también mucho más cerca, en los volcanes y en los rayos. Cuando por fin lograron replicarlo, dejaron de pasar frío, pudieron cocinar su comida, mantuvieron alejados a los animales peligrosos y aprendieron a hacer antorchas, velas y faroles con los que alargar la actividad cuando caía la noche. El fuego pasó a ser su principal fuente de energía, y se convirtió en un aspecto tan central de su existencia que empezaron a reverenciarlo como uno de los elementos más sagrados de la vida. Desde entonces, es rara la ceremonia en la que el fuego no esté presente, aunque sea quemando una barrita de incienso o encendiendo una vela.

En los rincones de África donde siguen existiendo comunidades de cazadores y recolectores, los rituales de fuego están a la orden del día. Los “san”, miembros de la que es posiblemente la tribu más antigua del planeta, usan el fuego como símbolo de la unidad de la gente y la supervivencia de la familia. Los dagara, de Burkina Faso, creen que el fuego purifica, así que periódicamente hacen celebraciones en las que incineran simbólicamente todo lo indeseable que se les ha adherido por el camino y tratan de reconectar con el propósito esencial de su existencia.

La conexión entre el fuego y la vida es tan estrecha que muchas culturas se inspiran en ella para celebrar los nacimientos, como vemos, por ejemplo, durante la fiesta cristiana de la Candelaria. En ella se conmemora el momento en que, cuarenta días después del nacimiento de Jesús, María se presentó en el Templo para purificarse y pedir la bendición de su hijo, llevando con ella dos palomas y dos velas. Allí, un anciano llamado Simeón predijo que Jesús se convertiría en la luz del mundo y, desde entonces, ese día gira alrededor de la bendición de las candelas.

Los budistas también utilizan el fuego para conmemorar el nacimiento de su maestro. En Corea, esta festividad se llama Chopail, que literalmente quiere decir, el día que Buda vino a la Tierra, y en ella se decoran los Templos con unos farolillos de papel en forma de loto, una flor que simboliza el proceso de superación de la ignorancia hasta alcanzar la sabiduría, debido a que nace en la oscuridad del barro y florece a la luz del día. No obstante, lo más representativo de la fiesta es la vela que se enciende en el interior del farolillo, puesto que pone de manifiesto la esperanza de las personas en lograr la iluminación espiritual a través de las enseñanzas de Buda.

Para los hindúes, las velas también representan la victoria de la luz sobre la oscuridad. De hecho, si hay algo que caracteriza el Divali, el Festival de Año Nuevo, son las velas de barro y aceite que se encienden para iluminar el camino del dios Rama mientras regresa a casa tras haber vencido a los demonios durante su largo exilio. Y en China usan el fuego para celebrar el regreso de la primavera, la estación del renacimiento.

Algunas culturas no sólo usan el fuego para conectarse con la vida, sino que les sirve también para recordar a sus familiares muertos. Durante la festividad de Bon Matsuri, los japoneses se dirigen a los cementerios y encienden palitos de incienso y farolillos para darles la bienvenida a sus ancestros. Durante los tres días que éstos están de visita en el mundo de los vivos, les ofrecen comidas y los entretienen con bailes y cantos. ( Una celebración muy similar para los muertos ocurre en las culturas Mesoamericanas) . En la última noche, se acercan al agua, e invitan a sus antepasados a subirse a unos barcos minúsculos sobre los cuales colocan una vela. Poco a poco las naves se alejan, llevándose de regreso al más allá a sus seres queridos.

Además de para festejar un nacimiento u honrar a los muertos, el fuego también se emplea para suavizar el invierno, una estación que se hace larga en muchos pueblos. Así. durante la noche del solsticio, son comunes las celebraciones para recordarle al sol que se lo echa de menos. En Irán, por ejemplo, las familias se reúnen alrededor de una mesa tapada con una manta tupida bajo la cual colocan un brasero. Sentados al calor de ese fuego común, cuentan historias, leen poemas, fuman una pipa de agua y comen granadas, una fruta cuyos tonos carmesís les recuerdan los colores del sol.

Pero si hay una celebración en la que el fuego es protagonista, ésta es la que tiene lugar en muchos lugares del mundo, seis meses más tarde, alrededor del solsticio de verano. Antiguamente se creía que los malos espíritus aprovechaban la noche más corta del año para campar libremente entre los vivos haciendo de las suyas, y para protegerse de ellos, se encendían hogueras gigantescas. A medida que el cristianismo se fue extendiendo, estas celebraciones fueron absorbidas por un nuevo calendario religioso que señaló que, a partir de ese momento, la fiesta conmemoraría otro acontecimiento: el nacimiento de San Juan Bautista, el apóstol que tanto reflexionó sobre el sentido de la existencia. Lo que está claro es que , independientemente de que la fiesta del solsticio se llame San Juan, Juhannus, Noc Swietojanska, Jaaniohtu. Sanziene o Midsommar, en la mayoría de los países se celebra alrededor de un fuego que nos es más que el reflejo de la fuente de calor verdadera : nuestra pasión vital, sea la que sea.

En Finlandia, la celebración responde al nombre de Juhannus y es una fiesta alegre que marca el momento de enseñar el cuerpo y disfrutar del calor ambiental y del emitido por los demás, algo que está garantizado gracias a la costumbre finlandesa de tomar una sauna nocturna. En algunas zonas de Rumania, sobre todo en las áreas más rurales de los montes Cárpatos, es habitual que durante esa noche enciendan una bala de heno y la hagan rodar colina abajo. En Polonia, Rusia, Bielorrusia y Ucrania, los jóvenes celebran con gran entusiasmo la fiesta de Ivan Kupala: las chicas depositan coronas de flores iluminadas con velas en el río más cercano y los chicos tratan de alcanzarlas con la esperanza de llamar la atención de la mujer amada. En Brasil la fiesta Junina también se centra en el amor de pareja y se celebra alrededor de grandes hogueras con deliciosas comidas, abundante bebida, música tradicional, exhibiciones de habilidades, fuegos artificiales y bailes típicos.

Tengo un maravilloso recuerdo de niña que seguramente les traerá a ustedes también, recuerdos de sabores, calor y afecto alrededor del fuego.

Dedico este momento a mis Nonos maternos, quienes cuando sentían llegar ese auto que venía de tan lejos.. corrían a poner manos a la obra, pan casero, tortitas con chicarrones, empanadas, con las que nos quemábamos los dedos, el cuero del cerdito bien crujiente y sus costillas, el pollo, todo salía de ese horno de barro, cuidadosamente caldeado, una ciencia muy exacta, aprendida con atención y respeto de generación en generación, fuego venerado por esos niños que jugaban alrededor del olor de la madera quemada, el calor constante de las brasas apiladas, con las mejillas hirviendo por el calor del fuego y de la familia reunida … Gracias!

Les recomiendo el libro ” Siete Fuegos ” del magnífico chef Francis Mallmann, quien nos concedió el honor de haber elegido Mendoza como su lugar en el mundo.

 

El elemento fuego, uno de los cuatro elementos de las cosmografías tradicionales en occidente, es interpretado en todas las religiones y sus rituales, en la alquimia, en la astrología, en la filosofía esotérica y en la masonería. Es masculino, igual que el elemento aire.

El elemento fuego nos trae la fuerza, la valentía, el coraje y la pasión por la vida. Es la energía en acción que nos motiva a levantarnos cada mañana y comenzar a trabajar. El fuego interior nos impulsa a buscar nuevos caminos, a enfrentar nuevos retos y correr riesgos.

Cuando trabajamos con el fuego nos sentimos vigorosos, entusiastas, optimistas y creativos. La danza activa al elemento fuego. Nos conecta con la alegría de vivir y con la fuerza interna. El fuego puede convertirse en una experiencia avasalladora, arrebatada y desenfrenada.

La naturaleza inesperada del fuego nos impulsa a guiarnos por nuestros instintos, actuar sin pensar y lanzarnos a la aventura sin medir las consecuencias.

Cuando despertamos el fuego en nuestro interior estamos creando un elemento sagrado que nos calienta, reconforta y nos reanima a continuar la jornada cuando estemos exhaustos. El fuego interior se convertirá en una antorcha que nos guía y nos llene de valor y coraje cuando nos sintamos temerosos y confundidos.

La Relación entre la Resolución y el Fuego

Observamos una manifestación corporal con ojos apretados y focalizados en un objeto, la respiración corta por la nariz, el tono muscular alto, la disposición de ir hacia delante y una dinámica de movimiento explosiva con sonido enérgico y corto.

Los estados de ánimo y las emociones asociadas a esta corporalidad son la vitalidad, la pasión, el entusiasmo, la voluntad. Así como también la agresividad, el impulso, el enojo y el miedo, la ambición, el resentimiento, la ansiedad, la angustia.

Entramos en una relación activa con el mundo y las personas. Desde la resolución sustentamos nuestra capacidad de acción y nuestro poder personal. Las personas resolutivas son muy vitales y enérgicas. Es una disposición adecuada para conectarse con el futuro. El lenguaje es claro, ansioso, invitador. Se facilita la capacidad de focalizar en un objetivo, de poner límites, de preservar y de transformar los sueños en realidad. Es la actitud corporal más adecuada al hacer una invitación, una declaración, una oferta, pedido o promesa.

Otra particularidad es que no siempre tenemos disponibles las disposiciones corporales adecuadas de manera equilibrada. Entonces hablamos de exceso o carencia de determinada disposición. Llevada al extremo, la disposición se manifiesta en una obsesión por influir en todo según las propias ideas o el deseo de controlar .El liderazgo se convierte en tiranía, con lo cual entramos en ansiedad, facilitando el acceso al enojo y la pelea. Cuando esta disposición la tenemos en carencia, nos sentimos derrotados y vemos obstáculos en todos lados.

 

Los filósofos de Asia Menor y los modernos espistemólogos de la revolución psicoanalítica coinciden en que el fuego es la imagen arquetipo de lo fenoménico en sí. Dicho en palabras de Elíade : Atravesar el fuego es símbolo de trascender la condición humana.

Por su parte, el musicólogo Alemán Marius Schneider, diferenció dos formas de fuego en virtud de su dirección o intencionalidad : el fuego, del eje fuego-tierra ( erótico, calor, solar, energía, tierra ) y el del eje fuego- aire (místico, purificador, sublimador, energía espiritual), identificándose este último con el simbolismo de la espada: destrucción física, decisión psíquica.

En conclusión, el fuego, como imagen energética, puede hallarse al nivel de la pasión animal o al de la fuerza espiritual.

Espero hayan disfrutado de esta tarde de domingo .. gracias por estar y nos encontramos el próximo domingo con el elemento agua !