fbpx

Akasha: Semillas en el éter. El Quinto Elemento

El impresionante logro que termina de realizar la Ciencia, a través de los resultados obtenidos en el Acelerador de Hadrones de Ginebra, no es en realidad sino la constatación de la existencia de algo tan remoto como lo que los griegos clásicos llamaban éter, hoy renombrado el propio de Campo de Higgs, en el que el Bosón de Higgs es su quanto. Han encontrado –o confirmado científicamente- la existencia del Quinto Elemento (agua, tierra, aire, fuego y éter -o Campo de Higgs-), la quintaesencia que trató de comprender Empédocles y que predefinió Platón, la substancia primordial que defendía Aristóteles, la naturaleza perfecta que intentó describir Salomón o el elemento primordial que Hugo de Santalla definió en el s. X en su “De secretis naturae” como “un elemento primordial en forma de calor o espíritu ígneo, de sutil consistencia material, que está presente en todo el universo, dotándolo de movimiento, comunicando sus partes y que es capaz tanto de formar como de descomponer cualquier sustancia natural.“

El éter o Quinto Elemento fue perseguido a lo largo de la Historia tanto por la Ciencia como por la Alquimia, unos para negarlo y otros para corroborar su existencia. Maxwell y sus ecuaciones primero, Faraday después y Tesla más tarde, intentaron definir su existencia, alcanzándose con el experimento de Michelson-Morley, a principios del s. XX, la conclusión de que el éter o quintaesencia no existía, pues que no alteraba la velocidad de la luz en cualquier dirección que se proyectara. La cuestión pareció zanjada, al menos hasta que los postulados de la recién nacida Física Cuántica, vitalizada por brillantes mentes como la de Plank que demuestran la imperiosa necesidad de su existencia para explicar el orden físico de la materia. Por una parte, si con el experimento Michelson-Morley pareció demostrar la no-existencia del éter por cuanto no invalidaba la Teoría General de la Relatividad, las ecuaciones cuánticas aseveraban todo lo contrario, ya que eran mensurables ciertas fluctuaciones en la energía de los campos electromagnéticos. ¿Cómo podía una sustancia o elemento ser tan contradictorio?… Parecía que la Física había llegado a un nudo gordiano que por el momento no era capaz de deshacer. Sin embargo, aunque el fracaso del mencionado experimento corroboraba la Teoría General de la Relatividad, fue el propio Einstein uno de los más firmes defensores de la existencia del éter. Volvió a poner el asunto sobre el tapete Willis Lamb, quien recibió el Nóbel de Física por sus estudios acerca del intercambio de energías entre las partículas cargadas y el vacío, no sólo mensurables, sino capaces de producir efectos reales constatables. Esto demostraba, por una parte, que el vacío no estaba vacío, sino extraordinariamente cargado por un enorme potencial de energía (10108J * cc), una cantidad de energía tan magnifica que si pudiera convertirse en materia sería superior la existente en solo centímetro cúbico a toda la que puede existir en el universo. De alguna manera, las ecuaciones de Lamb demostraban que toda la realidad material y la cuántica se generaba en algo, en ese éter o esa quintaesencia que impregna todas las cosas del universo, moviéndose en todas las direcciones al mismo tiempo. Cosa ésta particularmente curiosa, por cuanto los griegos clásicos consideraban a los cuatro primeros elementos con características de movimientos “lineales”, y al quinto elemento o éter como de movimiento “circular”.

Fue en 1964 cuando seis físicos, entre los que destaca Peter Higgs, propusieron la existencia de un campo primordial (Campo de Higgs) en el que su quanto sería el bosón de Higgs, todo ello como parte de una mecánica desarrollada para explicar la masa (materia) de ciertos bosones o partículas. Un bosón, el de Higgs, constituido de una forma tal que según su planteamiento no tendría spin o carga eléctrica, en cierta forma perfectamente descrito empíricamente tanto por Salomón como por Hugo Santalla, como se puede comprobar más arriba. La teoría era no sólo buena, sino también hermosa y simple, y venía en cierta forma no únicamente a reconciliar la física de lo grande (la materia) y de lo pequeño (Física Cuántica), sino que también resolvería de una vez por todas las divagaciones que han inquietado a los físicos desde la Grecia Clásica y nos permitiría comprender no sólo la existencia de la materia, sino la formación misma del universo. La cuestión más peliaguda a esta hermosa y armónica sucesión de ecuaciones que justificaban el éter o quintaesencia radicaba ahora en demostrarlo, y, en un plausible esfuerzo conjunto de la Ciencia internacional, los países unieron sus capacidades y recursos para encontrar la panacea y cartografiarla, construyendo el Acelerador de Hadrones o LHC. El resultado, por ahora en vías de reconfirmación, no ha podido ser más espectacular: el Campo de Higgs existe, por cuanto el bosón de Higgs ha sido detectado en todos los experimentos llevados a cabo.

Las implicaciones de este descubrimiento no pueden ser más apasionantes, y sus aplicaciones son tales que son difícilmente imaginables por ahora. desde luego, podemos deducir que si existe el éter o quintaesencia, si este Quinto Elemento es real, y todo lo desarrollado hasta ahora así parece confirmarlo, significa ni más ni menos que las ecuaciones de Lamb son igualmente ciertas y que en cada centímetro cúbico de vacío existe una cantidad de energía tal que sería superior a toda la materia visible del universo. En cierto modo, es como si hubiéramos encontrado la Piedra Filosofal o el Oro Alquímico.

Ahora les corresponde a los físicos la forma en que este capital descubrimiento puede ser aprovechado en el bien colectivo de la Humanidad. Los métodos para ello no tardarán en llegar, sin duda; pero tarden lo que tarden, suponen, en el peor de los casos, la definitiva eliminación de las limitaciones que nos imponía el costo de la energías, despareciendo de ahí en más los sistemas convencionales de obtención (combustibles fósiles, centrales nucleares o térmicas, etc.), pues que toda la energía imaginable está en disponible en cantidades ilimitadas en cualquier parte y en cualquier momento. La revolución que esto supone no es sólo una cuestión de progreso tecnológico, sino que también implica una transmutación de la naturaleza humana, pues que cualquiera puede tanto beneficiarse de esta fuente inagotable de energía como perjudicar a los demás usándola inadecuadamente. Presupone, en definitiva, que todos dependemos de los demás a partir de ese momento en que sepamos cómo aprovecharla, tal vez comprendiendo por fin que todos somos igual de omnipotentes, o, dicho en otras palabras, que somos lo mismo o parte del mismo tejido.

La Quintaesencia hallada será la base, sin lugar a dudas, de que le prestemos atención y concedamos crédito a todas esas investigaciones ahora más o menos desacreditadas de la llamada Energía del Punto Cero, las cuales son tan denostadas por las poderosas multinacionales de los recursos energéticos, verdaderos enemigos de la especie por cuanto la inmensa mayoría de las guerras han sido producidas por los beneficios que les generan a unos pocos el control de los recursos energéticos. Esa Piedra Filosofal o ese Oro Alquímico, bien desarrollado y usado como un bien colectivo de la Humanidad, suponen para nosotros algo tan práctico y extraordinariamente humano como la desaparición de las guerras, la inutilidad de los impuestos y la posibilidad práctica de organizarnos como sociedad global o mundial de una forma completamente distinta y mucho más humana e igualitaria que lo que hasta ahora ha sido nuestro penoso devenir, quién sabe si desembocando, por fin, en esa era de paz y bienestar que a lo largo de milenios fue nombrada como la Edad de Oro. Tal es el alcance de este descubrimiento que merece, desde lo más sentido de nuestras inteligencias y desde lo más granado de nuestros corazones, la mayor ovación y el más enfervorecido encomio.

Eter es la condición del espacio y del tiempo para que algo pueda existir. Es el inicio del proceso de manifestación. Si piensas en la secuencia de los elementos hasta ahora descriptos, el éter es el más sutil de ellos. El éter es el “guiño de ojo” entre el padre y la madre cuando se ven por primera vez, ese momento misterioso que les permitirá llegar hasta el momento de la concepción.

Ocurre mucho antes de que haya algo preciso, mucho antes de que aparezcan el resto de los elementos.

La energía del éter es la fuerza que fluye constantemente desde las profundidades del Universo, uniendo al hombre con la Creación.

 

Aparece en los espacios huecos del cuerpo humano, incluido el centro de la columna espinal, las venas, las arterias, los nervios, los órganos internos y las distintas cavidades corporales, representan el elemento éter. Los tres polos eléctricos del cuerpo asociados al éter son: la cabeza (+), el sacro(neutro) y el arco plantar de los pies (-).

El éter es una substancia extremadamente ligera que ocupa todos los espacios vacíos como un fluido. En las Ciencias Ocultas, el éter atrae y favorece el pensamiento mágico y todo lo relacionado con la espiritualidad y el misticismo.

Para algunos alquimistas

Era la quinta esencia o quinto nivel de vibración, el más sutil de los cinco elementos – tierra, aire, fuego, agua y éter. Empíricamente, el espacio sutil o etérico, plasma fluido que llena el universo, interno y externo. Esotéricamente, la mente, el estrato supraconsciente que sostiene todo lo que existe potencialmente o realmente, donde todas las transacciones son grabadas. (AKASHA)

Según Aristóteles es una substancia divina e indestructible, su espacio natural son los cielos, donde se forman las estrellas y otros cuerpos celestiales. Era el alma del mundo y toda la vida emanaba de él. Éter es la energía de la que somos hechos con la que estamos conectados.

Chamanes, indios, brujos antiguos (mediante rituales se conectaban a esta energía y podían pedir pequeños favores como curar a alguien de alguna enfermedad no muy grave), quien recuerda a los indios con sus danzas de la lluvia para atraer el agua, algo que sonaba bastante loco ahora no lo suena tanto, médiums conectados a esta esencia pueden hablar con gente en otro lado o incluso gente muerta.

 

La principal cualidad del éter

Es el sonido, término que aquí implica los ultrasonidos, los audibles, los rayos UV, X, Gamma, las microondas y la radiación cósmica. Sólo las vibraciones más lentas y de frecuencia más baja pueden pasar por las substancias más densas, como la tierra, pero todas las mencionadas vibraciones lo pueden hacer a través de akasha.

Antes de Einstein, los físicos pensaba que las ondas de luz, como las ondas en el agua, eran ondulaciones en un medio: en lugar de océanos, propusieron la existencia del éter luminífero, alguna forma de sustancia que soportaba la propagación de las ondas electromagnéticas. Si la idea hubiese sido cierta, podría imaginarse que hubiese un único marco de referencia en el cual el éter está en reposo, mientras que se mueve en el resto de marcos; por consiguiente, la velocidad de la luz dependería del movimiento a través de ese éter.

En la mitología griega, el Aether (en griego antiguo , ‘quemar’) era uno de los Protógonos, la personificación del ‘cielo superior’, el espacio y el paraíso. Es el aire alto, puro y brillante que respiran los dioses, en contraposición al oscuro (‘aire’) de la Tierra que respiraban los mortales.

Deseo compartir con ustedes el artículo del último evento que se realizó en el Teatro Colón el 24 de febrero de 2020 ” Akasha, semillas en el éter”.

Me parece magnífico resaltar el significado de este elemento en este artículo de danza clásica .. a parte de ser un gran honor y orgullo para mí que el Teatro Colón y sus increíbles artistas estén presentes en mis artículos. Los honro y admiro a todos quienes se esmeran por hacer, a través del arte, que nuestras almas trasciendan .. les dejo este precioso momento..

Luego de presentarse durante la temporada con una gran participación de público y la aceptación del mensaje de la obra por parte de los espectadores, la reconocida bailarina Montserrath Otegui realizará la última presentación del verano de “Akasha, semillas en el éter”.

“Akasha” significa cielo o éter, lo cual le sirvió a Otegui como disparador para realizar esta pieza con un ballet compuesto por ocho bailarinas cuenta una historia que invita a reflexionar al público, un sello distintivo de cada una de sus propuestas. “Siempre estoy buscando qué historia merece la pena ser contada a través de la danza o qué idea podemos llevar a través del movimiento. ‘Akasha, semillas en el éter’ tiene que ver con nuestro origen”, describió Otegui y agregó: “En las temáticas de mis obras soy partidaria de invitar a pensar y que podamos tomar conciencia de nuestro rol en el cosmos”.

En este sentido, la directora del Instituto Montserrath Otegui señaló: “Hay una frase que puse en el ballet que dice: ‘lo que tomas del cielo lo devuelves a la tierra’ y precisamente este éter o este akasha sería sustancia invisible que interconecta todas las cosas en el universo”.

“A través de la danza narramos cómo, en nuestra travesía humana de espacio y tiempo, tenemos un transcurrir, y en la vorágine a veces olvidamos que nuestro origen es estelar. Tenemos una misión, un propósito y todo el cielo y las estrellas son nuestros testigos”, resaltó sobre el argumento de la obra. Además, la propuesta cuenta con elementos audiovisuales que acompañan cada escena. “Si bien el tema es bastante abstracto para llevar a la danza, hay vídeos que van trazando el hilo conductor”, compartió.

Fiel a su filosofía, la bailarina remarca su creencia en que “el arte es un gran vector”. “Y más allá de todo, creo que a través de la danza podemos dar mensajes maravillosos, a pesar de que a veces sea un lenguaje un poco inaccesible para la mayoría del público”, expresó.

 

Dedico especialmente este último artículo de los espacios de reflexiones de los días domingo a mi preciosa hija María Luisina, quien pudo traernos el cielo a la tierra en sus maravillosas épocas de danza clásica.

Gracias por compartir ! Los espero el próximo domingo con nuevas reflexiones ..