fbpx

 

Obvio y Sencillo

Al oírte decir que estás aquí por nosotros y que nosotros estamos aquí por tì, me conmovió mucho la sencillez y la verdad que hay en ello. Me llegó al corazón como una flecha .. muy profunda.

La verdad es lo más obvio y lo más sencillo que hay en la existencia. Esto ha provocado muchos problemas, porque a la mente no le interesa lo obvio. A La mente no le interesa lo sencillo, porque en el fondo, la mente no es màs que tu ego, y el ego se nutre del desafío de lo que está lejos. Cuanto màs arduo, difícil y torturante sea conseguir algo, más fascinará a la mente. Está dispuesta a llegar a la estrella más lejana, sin importarle lo que encontrará allí, porque eso es lo que menos le importa.

Lo que está a nuestro alcance no se puede convertir en un logro. Y lo que no está a nuestro alcance, cuanto màs lejos esté, más nutrirá al ego. Lo obvio, lo que ya tienes no tiene interés para la mente.

En la tierra han vivido millones de personas, pero se les ha escapado su propio ser. Algunos, como Marco Polo y Colòn, recorrieron  el mundo de un extremo a otro y, otros, como Alejandro Magno, intentaron conquistarlo, pero todos se olvidaron de una cosa; ni siquiera se había conocido a sì mismos, y mucho menos conquistado.

Alejandro estaba camino a la India cuando oyó hablar de un hombre excepcional, Diògenes que vivìa justo al lado del camino.

Diógenes vivía completamente desnudo. Esto es fácil en la India pero no en Occidente. En la India hay miles de hombres jainistas que viven desnudos. Pero, aunque parezca sorprendente el jainismo nunca salió de la India, porque su desnudez se lo impedía. El Budismo se extendió por toda Asia, al Tibet, a China, a Corea y a Japón, porque ellos no iban desnudos. Mahavira era contemporáneo de Gautama Buda, pero no pudo salir de la India, ninguno de sus discípulos lo ha hecho en los veinticinco siglos siguientes.

Pero Diógenes debe de haber sido más valiene que Mahavira. Vivía en Grecia completamente desnudo. Todas sus posesiones consistían en un vieja lámpara que llevaba encendida las veinticuatro horas del día. Siempre que se encontraba con alguien le acercaba la lámpara a la cara .. y su rostro reflejaba la decepción y frustración del que no encuentra lo que busca. La gente le preguntaba: – ¿què estás buscando ?

Y él respondìa; – Simplemente estoy intentando encontrar a un ser humano auténtico, simple, sincero, a un ser humano sin máscaras, natural, como si acabase de nacer ahora mismo.

La primera pregunta que Diógenes le hizo a Alejandro es la primera pregunta que una persona inteligente se hace a sí misma.  Diógenes no perdió ni un minuto. Le preguntó – Alejandro, estas intentando conquistar el mundo, pero ¿ qué dices de ti ? ¿ Tendrás tiempo de conocerte a ti mismo después de haber conquistado todo el mundo?

¿ Tienes alguna certeza sobre mañana o el momento siguiente ?

Alejandro no se había encontrado nunca con un hombre así. Había derrotado a grandes reyes y emperadores, pero se daba cuenta de que  Diógenes era como un leòn. Bajando la mirada, Alejandro le respondió, – no puedo asegurar nada sobre el momento siguiente, lo que sí puedo decirte es que hay algo que me gustaría hacer, cuando haya conquistado el mundo me gustaría descansar y relajarme como tú.

Diógenes, que estaba tomando sol a la orilla del río, rodeado de hermosos árboles, se rió .. a veces creo que el eco de su risa todavía sigue resonando. Las personas como Diógenes pertenecen a la eternidad. No son efímeros.

Alejandro se ofendió y le preguntó : – ¿ De qué te rìes ?

Diógenes dijo : – Es tan simple ! Si yo puedo descansar y relajarme sin conquistar el mundo, qué te lo impide a ti ? El río es lo bastante ancho y yo no pongo ninguna objeción. Puedes escoger el sitio que deseas para descansar. Relájate ahora. Recuerda, ahora o nunca.

Lo que Diógenes le dijo es una verdad absoluta, pero era demasiado obvio, demasiado simple para un hombre que estaba dominado por su ego. Relajarse a la orilla del río es demasiado simple, no nutre el ego.

¿ Qué has conquistado ? ¿ Qué has conseguido?

Las personas suelen medir sus propias vidas de acuerdo con sus éxitos, su dinero o su poder. Si tan solo te quedas con lo obvio y lo simple, no hay forma de medir tu éxito. Lo obvio no es más que un cementerio para tu ego. Recuerda : la verdad siempre es simple.

Cuando te llega una verdad en su absoluta simplicidad, llega hasta el mismo centro de tu ser, porque no es una elucubración de la mente ni un pensamiento, sino algo existencial.

Tu experiencia es absolutamente verdadera. Tú dices : – Me llegó al corazón como una flecha.

Sí, va hacia el corazón como una flecha. Y después de una experiencia de esa índole ya no vuelves a ser el mismo, es imposible.

¿ Si un ciego pudiera curarse y empezase a ver la luz y los colores, crees que seguiría siendo el mismo que cuando estaba ciego ? Piénsalo.

Sería una persona completamente nueva.

Tus experiencias, a menos que te transformen no son experiencias. Sólo son nubes en tu mente. Cuando sientes la verdad, transforma toda tu vida. Tiene un impacto en todos tus actos y en tu propia actitud. Esa es la forma de saber si una persona ha encontrado la verdad o no. La única forma de saberlo es experimentar que sus gestos, su ojos, su presencia misma te afectan de una forma totalmente distinta, como no te ha afectado ningún otro ser. Es posible que no diga ni una palabra, pero su silencio te embargará. Es posible que ni te mire, pero jamás podrás olvidar sus ojos, te perseguirán, se seguirán como una sombra.

Sus palabras no serán diferentes a las tuyas. Los diccionarios no podrán distinguirlas, pero tú no eres un diccionario. Un hombre como Gautama Buda usa al hablar las mismas palabras que todos los demás, pero las suyas tienen un aroma, una autenticidad, una sinceridad de corazón, un tremendo amor y una compasión que las propias palabras no tienen.

Pero si estás abierto y dispuesto – si la flecha te alcanza el corazón, se abre una ventana que a lo mejor llevas cerrada millones de vidas. Y por esa pequeña ventana entrarán experiencias increíbles que te transformarán por completo …