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Es Estrés y la Enfermedad  Un Enfoque Bioenergético

 

Esta conferencia es fruto de mi interés en las afecciones psicosomáticas como la artritis, la colitis ulcerosa, las enfermedades cardiacas coronarias, el lupus eritematoso, la psoriasis, la migraña, etc. Durante años he tratado a numerosos pacientes que sufrían de estas enfermedades, con resultados esperanzadores. También he tenido muchos fracasos que me han obligado a reflexionar sobre la naturaleza de estas dolencias. Me ha impresionado una observación: hay gente más propensa a las enfermedades somáticas mientras que otra lo es más a las enfermedades mentales. Parece existir algún grado de exclusividad entre estos dos tipos de respuesta al trauma o al estrés. Por otro lado, desde hace mucho tiempo he sostenido que toda enfermedad es psicosomática ya que la psique y el soma son solo dos aspectos distintos del funcionamiento de un organismo. Esta aparente contradicción puede explicarse con la afirmación de Wilhelm Reich de que la
psique y el soma son a la vez contrarios y funcionalmente idénticos. Su funcionamiento es idéntico en el nivel energético, el nivel en el que mejor podemos comprender la reacción del cuerpo ante el estrés.

Que cualquier enfermedad pueda verse como una reacción al estrés no es un concepto nuevo. Hans Seyle, pionero en este campo, demostró claramente el papel del estrés en la etiología de determinados padecimientos crónicos.
Sin embargo, para justificar la afirmación de que toda enfermedad está relacionada con el estrés, tenemos que ampliar el concepto que tenemos de este para incluir situaciones como una invasión de parásitos o de microorganismos patológicos e incluso los accidentes. Por ejemplo, si alguien se tuerce el tobillo, enferma (es decir, no está bien) porque la hinchazón y el dolor ocasionados le impiden caminar normalmente. Aquí el estrés es el ligamento torcido ante el cual el cuerpo reacciona con hinchazón y dolor. El accidente es el agente que produce el estrés, lo que a su vez causa la reacción que llamamos lesión (o, en otros casos, enfermedad). Si la torcedura es leve y no causa hinchazón ni dolor, no se puede considerar lesionado (o enfermo) a quien sufrió el accidente.
Las bacterias patógenas también son agentes estresantes cuando invaden el cuerpo. En este caso, como en el anterior, el estrés puede ser ligero y provocar una leve reacción corporal, o bastante grave si las bacterias son virulentas, y causar una enfermedad caracterizada por fiebre, inflamación y debilidad. Si el organismo puede lidiar con el estrés causado por un agente estresante sin perturbar notablemente su funcionamiento normal, no hay enfermedad. La enfermedad en este sentido es equivalente a no estar bien y representa una anomalía del funcionamiento normal del cuerpo. Siempre denota una incapacidad de este para lidiar con el estrés. Otro ejemplo. Recientemente sufrí un ataque de hiedra venenosa. Por supuesto no es que me atacaran. Sencillamente toqué las raíces de la hiedra venenosa, que rezuman una sustancia oleaginosa ligeramente tóxica para la piel. Unos cuantos días después tuve una reacción, con sarpullido, hinchazón y un intenso picor en ambos antebrazos. Aparecieron áreas localizadas de inflamación en otras partes de mi cuerpo que también me picaban intensamente.
Al final recibí una inyección de cortisona que redujo rápidamente la hinchazón, pero el picor disminuyó muy lentamente. En este caso la enfermedad era la reacción del cuerpo al estrés causado por la exudación de la hiedra venenosa, que era el agente estresante. El sarpullido, la inflamación y el picor constituían la tentativa del cuerpo de superar o eliminar ese agente y de reparar el daño causado. Sin embargo, ha habido ocasiones en las que he estado expuesto a la hiedra venenosa y no he reaccionado enfermando. En esos casos mi cuerpo se enfrentó al estrés sin perturbar mi bienestar. Daos cuenta de que siempre hay cierta demora entre la exposición a un agente estresante y la reacción al estrés que causa. Es importante explicar esto. ¿Os habéis fijado en que cuando os cortáis con un instrumento muy afilado no sentís dolor en el momento de la lesión? El dolor aparece segundos más tarde. La explicación es que la herida produce un estado momentáneo
de conmoción en el organismo. El dolor sobreviene solo cuando esa conmoción desaparece y el cuerpo reacciona segregando un líquido para sanar la herida. Lentamente la secreción va espesándose y endureciéndose para cubrir la fisura de la superficie del organismo. Más tarde se forma una costra. En esta situación el dolor se debe a la presión creada cuando el flujo de la sangre, el líquido y la energía chocan con la resistencia de la fisura.
Hay que ver el dolor como una expresión positiva de vida. No hay dolor en la muerte ni en morir. Es la lucha contra la muerte lo que causa el dolor. Para entenderlo como el resultado de una fuerza vital contra un bloque o una resistencia, piensa en el dolor del parto cuando la cabeza del niño presiona contra la cérvix sin dilatar. Una situación parecida se da cuando se empuja una masa fecal de gran tamaño y dureza a través del estrecho orificio anal. Un bloqueo o una contracción no son dolorosos cuando no hay una fuerza o una energía dirigidas contra ellos. Por otro lado, cuando no hay resistencia a la fuerza o a la energía, el resultado es un flujo que resulta agradable. El mejor ejemplo de este concepto es el fenómeno de la congelación. Cuando una parte del cuerpo se congela, no hay dolor. El dolor sobreviene cuando esa parte se calienta. Esto se debe a la presión causada por el flujo de la sangre a través de los tejidos congelados y contraídos. La descongelación de un dedo o de una mano congelados se debe hacer de manera muy gradual para evitar el dolor extremo y el peligro de daño a las células
por la presión. La reacción inmediata a cualquier lesión es la conmoción que puede llegar tan lejos como hasta causar una pérdida de conciencia. Solo cuando desaparece la conmoción, y el cuerpo reacciona positivamente a la lesión, se desarrolla el dolor. Lo mismo puede decirse de la inflamación.
Por tanto, hay que ver la enfermedad como el intento del cuerpo por recobrar su integridad después de alguna lesión. La primera vez que oí esto fue en labios de mi profesor de patología en la facultad de medicina. Después he aprendido que esta era la perspectiva normal en la medicina del siglo XX y que surgió del concepto de enfermedad de Claude Bernard, que la describía como el resultado del intento del cuerpo de volver a la homeostasis cuando se produce una reacción adaptativa inadecuada ante una fuerza nociva. Creo que es un concepto médico básico. La palabra «lesión» puede comprender cualquier daño al organismo. Es equivalente a un estrés masivo, sea cual sea la naturaleza del agente que lo causa. Si el cuerpo es incapaz de lidiar con el estrés, la enfermedad terminará en la muerte del organismo.
El estrés no siempre causa enfermedad. En la vida estamos sujetos a muchos tipos de estrés que podemos asumir sin alterarnos. El organismo es capaz de convivir con el estrés normal de su situación vital sin interrumpir de ninguna manera su funcionamiento normal. Cualquier peso que uno levante produce estrés en el cuerpo; sin embargo, levantamos objetos pesados todo el tiempo sin ningún problema. Pero a veces se trata de algo muy pesado o difícil de cargar, y nos hacemos daño.
En algunos casos el estrés es más elevado de lo que podemos soportar. Recientemente quería cambiar las ruedas del coche y empleé la llave de cruz con uno de los tornillos. Viendo que estaba atascado, tiré enérgicamente hacia arriba de la llave. El tornillo aguantó y el coche casi se levantó del suelo… y oí un fuerte crujido en mi espalda. Sabía que me había hecho daño pero no sentía dolor, por eso seguí trabajando. Aflojé los tornillos a base de dar patadas a la llave y así pude cambiar todas las ruedas. Cuando terminé me notaba la espalda rígida; no obstante, logré enderezarla y moverme sin dolor. Durante una semana sentí algo de rigidez en la zona lumbar pero desapareció con los ejercicios de bioenergética. Unas tres semanas más tarde sentí mucha ansiedad en el suelo pélvico, con sensaciones desagradables y punzantes que eran muy incómodas. Se desvanecieron después de un día y medio. Luego, varios días después empezó a dolerme la cadera.
Durante los tres meses siguientes tuve un dolor en la cadera derecha que con frecuencia me bajaba por la pierna. Me dolía siempre que movía la pelvis hacia atrás, como en el acto sexual. El dolor parecía localizarse muy dentro de la nalga derecha y se expandía hacia arriba, hasta la zona lumbosacra.
Tenía dificultades para darme la vuelta en la cama. Por la mañana, cuando me levantaba, apenas podía apoyarme sobre la pierna derecha. A veces caminaba con una leve cojera. El dolor y el malestar siempre eran peores por la mañana, pero hacer los ejercicios bioenergéticos aliviaba el dolor y podía moverme con bastante libertad. Seguí dando las clases de ejercicios de bioenergética pero tuve que hacerlo procurando no esforzarme mucho. Cuando el dolor era muy fuerte, me detenía. Además recibía masajes habitualmente pero con menos frecuencia porque estábamos en verano. En una ocasión le pedí al masajista que se centrara en la nalga derecha pero el resultado fue desastroso. Durante los dos días siguientes el dolor fue muy intenso. Aunque pensé que eso relajaría los músculos en tensión, no lo hizo. Sin embargo, la experiencia me convenció de que los músculos pélvicos profundos se hallaban en un estado de espasmo y de que les haría falta un tiempo considerable para relajarse. En realidad tenía todo el lado derecho afectado, con un aumento notable de la tensión desde el área del riñón hasta
el pie.
No acudí a un médico porque no creía que entendiera la naturaleza de mi dolor lumbar. Como no estaba incapacitado, me negaba a ponerme en sus
manos. No quería entregar la responsabilidad de mi cuerpo a nadie más. Confiaba en que, mientras pudiera moverme, mi cuerpo se curaría solo.
Además, no le tengo miedo al dolor porque comprendo que es parte del proceso de curación. Sin embargo, cuando la enfermedad continuó sin ninguna
mejora importante, fui a ver a dos quiroprácticos. Por el sonido que oí en el momento del accidente, pensé que probablemente se había desplazado ligeramente
una vértebra. El primer quiropráctico me realizó algunos exámenes que le indicaron que podía tener herniado el disco entre L4 y L5. Hizo algunas maniobras suaves mientras yo estaba tumbado sobre la camilla, pero me pareció sentir el mayor alivio con la aplicación de calor en la zona dolorida de las nalgas. Aunque me sugirió que continuara el tratamiento con él, no lo hice. Su diagnóstico era que había tenido un caso de ciática debido a la presión sobre el nervio ciático. Me pareció que estaba en lo cierto. Y, como el problema continuaba, al mes de aquello fui a ver a otro quiropráctico que me habían recomendado. Confirmó el diagnóstico pero localizó la lesión, el disco desplazado, entre L5 y S1. Su maniobra fue presionar el lado derecho de la pelvis hacia atrás, produciendo un sonido parecido a un ligero chasquido. Tras esto me sentí mejor. También me aconsejó que siguiera un tratamiento, y tampoco esa vez lo hice.
Seguí practicando los ejercicios y recibiendo masajes, y el dolor de ciática disminuyó. En octubre vi al doctor McIntyre, y me contó que algunos ortopédicos le habían dicho que la presión del nervio ciático que causaba dolor en la pierna se debía a un espasmo del músculo del glúteo medio que comprimía el nervio cuando este pasaba por la escotadura ciática. Ahí es donde siempre sentía más dolor. Me aconsejó que me inclinara hacia delante, poniendo las rodillas rectas para estirar los músculos de los tendones de las corvas. Era parecido al ejercicio de bioenergética que estaba realizando.
Todo el tiempo había sentido que lo que necesitaba era tirar hacia atrás de la pelvis para soltar el espasmo, y esto es lo que se consigue con el ejercicio de la flexión hacia delante. Pero fue durante el acto sexual cuando, al llevar la pelvis hacia atrás, sentí que algo se soltaba. Esta había sido la posición en la que antes sentía más dolor. Desde entonces hasta ahora, no he vuelto a tener el menor dolor en la espalda, las nalgas o la pierna. De hecho, siento mayor libertad que antes en esa zona por la atención que me vi forzado a prestarle.
Al pensar en el incidente que causó la ciática, comprendí que no era estrictamente un accidente. Sabía que no debía hacer lo que hice. Sabía que al levantar un peso o ejercer una fuerza hacia arriba tenía que doblar las piernas para aflojar la presión. Solo pude llegar a la conclusión de que inconscientemente
había decidido realizar esa acción para lesionarme. ¿Por qué? Porque a pesar del trabajo bionergético que había hecho con mi cuerpo, en cierto modo no estaba en contacto con la tensión acumulada en el área lumbar. La lesión centró mi atención en esa parte de mi cuerpo, como he mencionado antes, y me hizo trabajar más intensamente en ella. Y también me volvió más consciente de mi tendencia a forzar situaciones. Soy predominantemente diestro, tanto en el uso de la mano como en el del cuerpo.
El dolor de la pierna derecha me forzó a desplazar mi peso sobre el pie izquierdo, lo que me ayudó a equilibrar mi cuerpo y mi personalidad. No todas las lesiones terminan con resultados tan positivos, pero la verdad es que la mayoría de la gente no está en contacto con su cuerpo ni con su personalidad.
Les aterra el dolor y por eso evitan cualquier situación dolorosa. No entienden que el dolor es la reacción positiva del cuerpo ante el estrés.
Cuando el organismo está dominado por un agente estresante, su primera reacción es la conmoción, que consiste en una retirada de energía y de sangre de la superficie corporal, la piel, las membranas mucosas y la musculatura estriada. La conmoción puede ser localizada, como en el caso de un
pequeño corte, pero lo más frecuente es que sea una reacción general. Esta retirada de energía explica por qué el pelo puede volverse blanco después de
una conmoción. De hecho, se vuelve negro otra vez cuando la energía regresa a los folículos capilares. Creo que esta secuencia de conmoción (retirada de energía) y recuperación (regreso de la energía) es característica del principio de toda enfermedad. Se ve con mayor claridad en el resfriado común.
Mis resfriados suelen empezar con una irritación de garganta (inflamación respiratoria superior). Los trato yéndome a la cama y sudando. Tomo alguna aspirina, bebo un té caliente y me tapo bien. Cuando la irritación de la garanta desaparece, surge un resfriado nasal que puede durar un par de días. Y durante todo ese tiempo mi nariz está moqueando sin parar. Siempre hay dos factores que contribuyen a que me resfríe. El primero es el cansancio. Si me enfrío cuando estoy cansado, contraigo un resfriado. Esto no sucede cuando estoy descansado. El cansancio indica que mi resistencia es baja, y esto significa que mi energía está temporalmente agotada. El segundo factor es el estrés. El estrés puede deberse a un enfriamiento físico (exposición al frío), un enfriamiento emocional o un esfuerzo excesivo como el de hablar en público. ¿Qué hay del papel del virus del resfriado?
Creo que el virus está presente en el cuerpo todo el tiempo a partir de nuestra primera exposición a él cuando éramos bebés o niños. Normalmente no está activo. Solemos decir que tenemos una resistencia alta.
Por lo general, tras la exposición a un agente estresante se necesitan varios días para que se desarrolle un resfriado. ¿Qué sucede en este tiempo?
Algunos dirán que es un periodo de incubación. Creo que puedo ofrecer una explicación mejor. El resfriado empieza con un enfriamiento y termina con calor. El enfriamiento en realidad es una bajada de la temperatura corporal. El cuerpo puede entonces responder con fiebre para superar el enfriamiento.
Yo personalmente trato de elevar mi temperatura corporal por medios externos. El enfriamiento del cuerpo surge de un estado de conmoción, la retirada de sangre y energía de la superficie del cuerpo, que comprende también las membranas mucosas y las vías respiratorias superiores. Las células de este revestimiento mucoso se contraen y se congelan. En la recuperación de ese estado de conmoción, la sangre y la energía vuelven a fluir por el revestimiento
mucoso de la garganta, haciendo «explotar» las células heladas. (El ardor de una garganta gravemente irritada es como el ardor de un dedo congelado
cuando se calienta muy rápidamente.) Estas se desintegran y son reemplazadas por células nuevas. Hay que eliminar los deshechos, y eso suele crear una secreción purulenta. La muerte y desintegración de las células heladas tiene de alguna manera relación con la proliferación del virus.
Según lo que acabamos de ver, un resfriado tiene dos fases. Durante los días anteriores a los síntomas los tejidos se encuentran en un estado de
congelación y el cuerpo en un estado de conmoción. A continuación se produce el deshielo, aparecen los síntomas y la nariz empieza a moquear. Es
parecido al deshielo primaveral de una corriente helada. La congelación y el deshielo se corresponden con la conmoción y la recuperación. ¿Has notado que cuando el resfriado se cura te sientes renovado? En parte esto se debe al descanso forzado por el resfriado, pero la recuperación energética de la conmoción también tiene algo que ver. Si uno aborta los síntomas, se arriesga a permanecer en el estado de cansancio y a ser vulnerable a dolencias más graves.
El estudiante de las enfermedades psicosomáticas puede aprender mucho del resfriado común. Lo primero es que parece darse una relación inversa entre este y la depresión. Yo solía resfriarme fácilmente pero casi nunca me deprimía. El elemento común en el resfriado y en la reacción depresiva es un estado de agotamiento de energía (cansancio, extenuación). Pero por qué en este estado unos nos resfriamos mientras que otros se deprimen, es una pregunta a la que responderé más tarde. El otro aspecto interesante del resfriado común es que raramente afecta a los esquizofrénicos. De hecho, cuando uno de estos individuos se resfría es un signo de mejoría de su estado de salud mental.
La explicación para la aparente resistencia del esquizofrénico al resfriado común es que permanece en un estado perpetuo de conmoción. Previamente he descrito este estado como «congelado». Por tanto, no reacciona al frío o a un enfriamiento como lo hacen los demás. Esto puede verse claramente en el caso de una joven que atravesó las calles de Nueva York cubiertas de nieve hasta mi consulta llevando un par de zapatillas de lona. Estaban empapadas y sus pies, morados de frío. No lo sentía porque tenía el cuerpo entumecido por fuera y por dentro. Estaba helada. Terminó en una clínica mental diagnosticada como esquizofrénica. Cualquier otro en su situación habría terminado en una clínica general con un diagnóstico de neumonía.
Cuando un esquizofrénico empieza a salir de su estado general de congelación, es decir, se vuelve más sensible, desarrolla los síntomas de un resfriado al cansarse y enfriarse.