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Inicio este espacio en honor a la queridísima Adriana (Nana) Schnake…de quien aprendí que existe la certeza de que es posible comprender a la persona como una unidad en la que ninguna parte es central o primordial. Y a mi abuela María Hortensia Latorre .. quien habría cumplido años hoy …

El enfoque propuesto para entender el mensaje de las enfermedades y los síntomas se ha basado estrictamente en la necesidad de favorecer un verdadero contacto de las personas con aquello que les ocurre y sacarlas de la enajenación y relación casualista y distorsionada de sí mismas.

La primer tarea es mostrar a la persona que la enfermedad o los síntomas no son nuestros enemigos, sino que afortunadamente han aparecido para darnos un mensaje, para conectarnos con aspectos esenciales de sí mismos.

El paciente es un informante al cual los médicos observan con toda atención para darse cuenta qué grado de credibilidad puede tener. Y la verdad es que es poca la credibilidad de alguien que está sosteniendo una batalla con una parte de sí mismo… con síntomas que lo agobian y de los cuales quiere verse libre. No es que ese informante mienta…

Sucede que no sabe ni cree que aquello que duele, o que se expresa de un modo tan inaceptable, es parte de sí mismo…

Nunca está más carenciada una persona que cuando está enferma, en un hospital y dependiendo del trato y del afecto del otro… También es cierto que pocas veces está más cerca de saber quién es… despojada de su ego…

Tal como dice Marguerite Yourcenar en Memorias de Adriano: “Es difícil seguir siendo emperador ante un médico y también es difícil guardar la calidad de hombre…

Al aumentar la sensación de impotencia y desvalimiento, los pacientes quedan reducidos a una casi total incapacidad de darse cuenta de que eso que duele o molesta es parte de ello, eso los hace peores informantes y menos personas.  La persona cree que tiene que ponerse en manos de otro. Es un cuerpo que necesita ser separado… entrega su cuerpo y se divide automáticamente en sujeto y objeto. A ese objeto que cree ser, lo  tienen que reparar los otros. Este es el momento de la máxima enajenación de la persona: cuando se vive a sí misma como el objeto que hay que reparar.

El más elemental y antiguo principio de medicina nos enseña que los síntomas son avisos de que algo no está bien; pero nosotros no somos capaces ni siquiera de escuchar, y mucho menos de entender…  lo que importa ahora es ese objeto que es y que quiere que reparen. Tal vez toma en cuenta que muchas cosas contribuyeran a que suceda esto pero ahora solo quiere que esto pase.

Hemos abandonado nuestro cuerpo a la escucha del otro, que nos ve como meros informantes, para colmo poco confiables.

Por fortuna, el cuerpo tiene un discurso asombrosamente parecido en todos los seres humanos. Discurso que se hace definitivamente personal e individual en el diálogo y el encuentro con el que se considera su “dueño”.  Y con esto nos empezamos a dar cuenta de lo absurdo de esa causalidad que hemos buscado tan angustiosamente; no existe una verdad absoluta; nada que los seres humanos podamos ver y entender de idéntica manera… (Experiencias intransferibles)

Bien sabemos desde la física cuántica que el observador altera lo observado… modifica el objeto…

El primer paso en este enfoque es entender y vivenciar el verdadero mensaje de la enfermedad, y desde ahí intentar que la persona se conecte con los aspectos negados y rechazados de sí misma. Si como presiente Jung la enfermedad no estuviese aquí para ser curada sino para curarnos? Pero curarnos de qué? de un conflicto, de una resistencia al cambio…

Las  enfermedades tienen una finalidad…cuando se reflexiona sobre esto, se descubre que el ser humano crea sus enfermedades, no de un modo arbitrario, sino bajo el efecto de una compulsión interna. Nuestra capacidad de vivenciar nos abre mundos y dá a nuestro discurso una calidad que trasciende lo cotidiano.

El diálogo que se produce cuando en uno de los lados tenemos un discurso que no puede ser alterado a voluntad ni adaptado a las exigencias de quien está del otro lado es asombroso.

Descubrir cómo es esta relación entre la persona y su cuerpo y los síntomas es básico para entender el mensaje de la enfermedad. Y es el descubrimiento de este mensaje lo que nos da real sabiduría, lo que nos hace ver a la enfermedad no como una enemiga sino, por el contrario, como la portadora de un mensaje, como la voz de alerta que nos impide seguir en peligrosos extremos a los que hemos sido llevados por ideas cargadas de emociones, que muchas veces, son altamente negativas.

El hombre es una unidad indisociable. Si se es capaz de entender que no hay una sola célula del cuerpo que escape al control del cerebro humano, y si es capaz de entender que no hay una sola parte del cerebro que sea autónoma, que escape al control del pensamiento consciente o inconsciente, entonces se está preparando para comprender que no existe ninguna enfermedad que no sea psicosomática. Porque no existe ninguna célula del cuerpo que escape al psiquismo.

Lo vivo es Uno. Y ésta unidad está compuesta de cuatro realidades:

Orgánica, cerebral, psíquica y energética. Cuando estamos leyendo esto, o escuchándolo, lo estamos haciendo con los ojos con los oídos, con el cerebro, con nuestra educación y con nuestro estado energético. Si estamos más o menos en forma equilibrada en esta unidad, la lectura tendrá un impacto en nosotros. Un golpe siempre está acompañado de una experiencia personal, que toca los cuatro niveles de la biología, y pasamos a una primera fase de tensión, porque algo ha cambiado en nosotros, Del mismo modo, cuando se encuentra una solución, estos cuatro niveles simultáneamente se separan, se curan.

Todas las enfermedades, sin ninguna duda, tienen una conexión con el mundo del pensamiento y de las emociones (la creencia y lo experimentado)

Si se toman el tiempo y el espacio necesario para que el paciente se escuche… se puede oír esta palabra que se ha encarnado… una palabra no dicha, un sufrimiento, un traumatismo que se ha encarnado en el cuerpo.

Cualquier síntoma, el que sea, siempre tiene un sentido, siempre tiene por origen un golpe, ocurrido en un instante.

En el instante del golpe, lo vivo no siempre tiene, inmediatamente una solución concreta y disponible. Deberá pues buscar, otra solución… Por ejemplo… es evidente que si no tengo alimento aquí, pero puedo encontrar algo allá, voy a ir allá, tengo una solución concreta. Pero si no tengo solución, mi inconsciente inventa una oportunidad suplementaria de supervivencia; a esto se le llama un síntoma. Es una solución, o una tentativa de solución, inconsciente e involuntaria.

Al origen de todos los síntomas (físico, orgánico o funcional, psíquico, trastornos de comportamiento, psiquiátrico, situación de fracaso, enfermedades genéticas, infecciosas) hay un acontecimiento que se llama el golpe, el traumatismo. Es un acontecimiento exterior que está percibido por los cinco sentidos que dan el significado.

Un fenómeno de importancia mayor es que el cerebro no distingue lo real de lo imaginario… no sabe hacer esta diferencia… que tenga una ostra pasada en el estómago o que alguien me haya dicho algo inaceptable, siempre es algo indigesto que me queda en el estómago… La biología sólo conoce situaciones biológicas de referencia, arquetípicas.

Es fundamental en esta terapia restituir al órgano su lugar adecuado, es decir, su funcionalidad sana.

Esta terapia se enfoca en el mágico momento del “Darse cuenta “de rasgos caracterológicos negados y profundamente rechazados que aparecen como centrales en un órgano enfermo, y que al haber asumido el discurso de ese órgano y haber podido decir – en primera persona, Soy…, lo que siempre había negado, cambia la expresión del paciente y nos muestra y se muestra a sí mismo una posibilidad increíble de empezar un verdadero proceso de integración…

 

Gracias Nana !! Gracias por enseñarme tanto ! Gracias por tanta sabiduría ! Por enseñar sin regateos, por haberme puesto en las manos esta herramienta tan magnífica para mí y para todos aquellos a quienes con tanto amor, así como tú lo has hecho .. yo he tenido y tengo el privilegio de brindar ..

Pacha Pulai
Adriana (Nana) Schnake

María Adriana Lampa

Directora de Pacha Pulai

Terapias Conscientes

Consultoría Individual y Grupal para Diálogos con  el Cuerpo