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La paradoja del perfeccionismo


Joanne tiene una gran dificultad para tomar decisiones cuando está de compras o en el supermercado. Piensa que si sólo compra un producto o una prenda, al llegar a casa sentirá que se ha equivocado.
Como resultado, al contemplar las diferentes opciones, tiene que comprar una de cada una. Por ejemplo, si no puede elegir entre los seis colores diferentes de la misma blusa, comprará una de cada color. Sólo comprando una de cada color podrá garantizar que ha comprado la correcta.
Desgraciadamente, hace esto con cada cosa que compra. Su casa está repleta de cosas que no necesita o que no usa, como varios cientos de pares de zapatos, armarios llenos de ropa, estanterías llenas de libros y revistas sin leer, y una despensa en la que no cabe más comida.
La dificultad de Joanne para tomar decisiones cuando va de compras es una manifestación de su creencia de que es mejor no cometer errores y esos errores deberían ser siempre prevenidos. Irónicamente, la lucha de Joanne para evitar cometer errores le conduce a infinidad
de problemas diferentes, desde una deuda considerable en su tarjeta de crédito, no tener tiempo para hacer algo que no sea comprar, y una enorme falta de espacio en su casa. Joanne reconoce que su conducta de comprar compulsivamente está controlando su vida.
Reid no puede resistir la tentación de corregir a otras personas cuando cree que han cometido un error. Por ejemplo, cada vez que alguien pronuncia incorrectamente una palabra, no pierde un segundo antes de recordarle a la otra persona cómo se debería pronunciar esa palabra. Si su novia está contando una historia a un grupo de amigos y ha olvidado algún detalle que él considera importante, Reid se siente obligado a intercalar esos detalles, de manera que sus amigos no malinterpreten la información que reciben. La mayoría de la gente en el entorno de Reid (su novia, sus amigos y familiares, sus compañeros de trabajo) encuentran difícil la relación con él. Interpretan su conducta como una necesidad de mostrar a la gente lo inteligente que es y de quedar por encima de los demás. Las personas sienten que han de tener cuidado con lo que dicen en su presencia.
En la actualidad, su tendencia de corregir a los demás tiene más que ver con la intensa incomodidad que siente cuando se comete un error, que le lleva a sentir una intensa presión interna por poner las cosas en su sitio. Reid entiende que su necesidad de corregir a los demás ha causado problemas en sus relaciones, pero tiene problemas para detenerse a sí mismo.
Estos dos ejemplos ilustran la paradoja del perfeccionismo. Las personas perfeccionistas a menudo creen que, con el fin de mantener el orden y el control en sus vidas, deben emplear conductas perfeccionistas.
Las conductas perfeccionistas pueden dividirse en dos categorías principales: las conductas diseñadas para ayudar al individuo a alcanzar sus estándares irrazonablemente altos, y las conductas que implican la evitación de situaciones que pudiera requerir el individuo para vivir de acuerdo con sus estándares perfeccionistas.
Las conductas que van encaminadas hacia alcanzar estándares perfeccionistas son, entre otras, comprobar las cosas, pedir certificación
(para asegurar que la meta está siendo conseguida), corregir a los demás, repetir ciertas acciones, tardar demasiado tiempo en tomar decisiones. Tanto Joanne como Reid empleaban este tipo de tas. Los ejemplos de conductas de evitación son la desidia (aplazar el
comienzo de una tarea debido a que el deseo de perfección del individuo pueda hacer la tarea difícil y desagradable) y abandonar las
tareas de modo prematuro (cuando la probabilidad de que los estándares perfeccionistas se cumplan es muy reducida).
Desdichadamente, al emplearlas de manera excesiva, las conductas perfeccionistas pueden tener un efecto opuesto al deseado –de
hecho causan trastornos y una falta de control. Las conductas perfeccionistas pueden acrecentar el tiempo necesario para realizar algunas
tareas y pueden provocar el hecho de que la realización de otras sea insufrible. Por ejemplo, los individuos que corrigen constantemente
el trabajo de sus compañeros son propensos a observar cómo los demás se enfadan con ellos o, simplemente, aprenden a mantenerse a cierta distancia. Las personas que comprueban y vuelven a comprobar sus informes con el fin de evitar cometer errores, probablemente
serán más lentas e ineficientes en su trabajo que las personas menos meticulosas que envían sus informes tras una pequeña comprobación.

Cómo mantienen la conducta las creencias perfeccionistas

La relación entre la conducta y los pensamientos es compleja. Sus creencias, expectativas e interpretaciones influencian su conducta. Por ejemplo, si un individuo cree que es imperdonable llegar tarde a una cita y que cada persona podría hacer planes teniendo en cuenta cada posible retraso, probablemente saldría de su casa antes de lo necesario con el fin de garantizar su puntualidad. Las personas que opinan que sólo existe una manera de realizar un trabajo en particular podrían sentirse inclinadas a hacer el trabajo por sí mismas en lugar de permitir que otras personas les ayuden en su tarea. Los estudiantes que piensan que un trabajo de fin de semestre ha de ser perfecto podrían sentirse inclinados a caer en la desidia y aplazar el comienzo de su realización porque saben que probablemente no podrán alcanzar los estándares imposibles que han fijado para sí mismos. La relación entre pensamientos y conductas puede funcionar también en la dirección opuesta –también existen modos en que las conductas afectan a los pensamientos. Las creencias tienen a menudo la función de mantener los pensamientos. Como comentábamos anteriormente, las personas buscan habitualmente experiencias que confirmen sus creencias y prestan más atención a los sucesos que apoyen sus creencias, en comparación con la atención prestada a los sucesos que desafíen a estas creencias. Esta tendencia puede hacer que sea realmente difícil modificar los patrones negativos de pensamiento. Por ejemplo, las personas que presentan creencias muy estrictas acerca de temas y valores morales (como la política o la religión) tenderán probablemente a rodearse de amigos y familiares que compartan sus creencias. Como resultado de esto, podrían sentir que sus creencias se confirman continuamente, y podrían tener problemas al encontrarse con otras personas que no compartan su perspectiva.
He aquí otro ejemplo acerca de cómo la conducta perfeccionista puede mantener las creencias perfeccionistas: algunas personas se fijan demasiado en los detalles innecesarios al dar explicaciones a otras personas (p.e., cómo hornear un pastel, cómo llegar al museo), y podrían creer que tal información es necesaria para que el mensaje sea comprendido y el oyente realice su cometido de manera apropiada.
Al continuar utilizando la misma táctica, el perfeccionista nunca aprenderá que estas creencias no son ciertas. Para probar la validez
de las creencias perfeccionistas, sería necesario dejar de lado algunos detalles y observar si las instrucciones siguen funcionando correctamente.
Otro modo en que las conductas mantienen las creencias perfeccionistas se manifiesta al prevenir al individuo de aprender que la creencia no es cierta. Las personas que creen que simplemente comprobándolo y volviéndolo a comprobar, su trabajo estará exento de errores corren el riesgo de seguir comprobando y comprobando y nunca aprenderán que probablemente podrían conseguir el mismo éxito siendo, de algún modo, menos “cuidadosos”