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El amor no se puede aprender, no se puede cultivar. El amor cultivado no será amor. No será una rosa auténtica, será una flor de plástico.
Cuando aprendes algo, significa que proviene de fuera; no procede de un crecimiento interior. Y para que el amor sea auténtico y real debe ser
fruto de tu crecimiento interior.
El amor no es un aprendizaje sino un crecimiento. Lo que necesitas no es aprender los caminos del amor sino desaprender los caminos del desamor. Hay que eliminar los estorbos, hay que destruir los obstáculos; entonces el amor será tu ser natural y espontáneo. Una vez que se hayan eliminado los obstáculos, que se hayan apartado las rocas del camino, comenzará a fluir. Ya está ahí; oculto detrás de muchas rocas, pero el manantial del amor ya está ahí. Es tu propio ser

 

Más allá de la dependencia y la dominación

Siempre me ha sorprendido la cantidad de personas  que acuden a mí y me dicen que tienen miedo del amor. ¿Qué es el miedo al amor? Se produce porque cuando realmente amas a alguien tu ego empieza a desaparecer, a desvanecerse. Con el ego no puedes amar; el ego se convierte en una barrera, y cuando quieres saltar la barrera entre tú y la otra persona, el ego dice: “Esto significa la muerte.
¡Cuidado!”. La muerte del ego no es tu muerte; en realidad, la muerte del ego es tu posibilidad de vida. El ego no es más que una corteza muerta que te recubre; hay que romperla y eliminarla. Surge de forma natural, al igual que el viajero acumula polvo en la ropa, en el cuerpo, y tiene que lavarse para librarse del polvo. A medida que pasa el tiempo se acumula el polvo de nuestras experiencias, de nuestro conocimiento, o de la vida que hemos llevado, del pasado. Ese polvo se convierte en el ego. Se acumula y se convierte en una corteza a tu alrededor que hay que romper y eliminar.
Hay que lavarse todos los días; incluso continuamente, para que esa corteza no se convierta en una prisión. Será útil entender de dónde viene el ego, buscar sus raíces.
Cuando un bebé nace, se encuentra totalmente indefenso, particularmente en el caso del ser humano. No puede sobrevivir sin la ayuda de los demás. La mayoría de los cachorros de los animales, los pájaros, o los árboles sobreviven sin padres, pueden sobrevivir sin una sociedad, sin una familia. Incluso aunque a veces necesiten ayuda, es mínima; unos días, como máximo unos meses. Sin embargo, el niño está tan indefenso que depende de los demás durante años. Ahí es donde hay que buscar la raíz.
¿Por qué la indefensión crea el ego en el ser humano? El niño está indefenso, depende de los demás, pero la mente ignorante del niño malinterpreta esta dependencia y cree que es el centro del mundo. El niño piensa: “Cada vez que lloro mi madre acude inmediatamente; cada vez que tengo hambre, no tengo más que hacer una señal y me da el pecho.
Cada vez que estoy mojado, no tengo más que llorar un poco y enseguida viene alguien a cambiarme la ropa”. El niño vive como un emperador. En realidad, está totalmente indefenso y es dependiente, y sus padres, su familia y sus cuidadores le están ayudando a sobrevivir. Ellos no dependen del niño, es el niño quien depende de ellos. Sin embargo, la mente del niño interpreta esto como si él fuera el centro del universo y todo el universo existiera solo para él.
Evidentemente, al principio, el mundo del niño es muy reducido. Está formado por la madre y el padre, más alejado; ese es todo su universo.
Estas personas lo aman. Y el niño se vuelve cada vez más egoísta. Se cree el centro de la existencia de los mayores y así es como se crea el ego. El ego se crea a partir de la dependencia y la indefensión.
En realidad la situación real del niño es justo la contraria a la que él cree; no existe una justificación real para crear ese ego. Pero el niño es totalmente ignorante, no es capaz de entender la complejidad de la cuestión. No puede saber que está indefenso, ¡actúa como un dictador!
Así que durante toda su vida intentará seguir siendo un dictador. Se convertirá en un Napoleón, en un Alejandro Magno, en un Hitler; todos los presidentes, primeros ministros y dictadores son infantiles. Están intentando lograr lo mismo que experimentaron cuando eran pequeños; quieren ser el centro de la existencia. El mundo debe vivir y morir con ellos; el mundo es su periferia y ellos son el centro; el verdadero sentido de la vida está oculto en ellos.
Por supuesto, al niño le parece correcta esta interpretación, porque cuando la madre le mira, ve en sus ojos que él es quien da sentido a su vida. Cuando el padre llega a casa, el niño siente que él da verdadero sentido a la vida del padre. Esta situación dura tres o cuatro años; y los primeros años de vida son los más importantes. En la vida de una persona no volverá a haber otro período con ese mismo potencial.
Los psicólogos dicen que después de los primeros cuatro años el niño está prácticamente formado. Ya se ha establecido el patrón; durante el resto de su vida repetirá ese mismo patrón en cualquier situación.

Hacia el séptimo año ya se han confirmado todas las actitudes del niño, ya se ha asentado su ego. Ahora se dirige al mundo, pero entonces encuentra problemas por todas partes, ¡millones de problemas! Una vez que sales del círculo de la familia, surgen los problemas porque nadie más se preocupa por ti de la misma manera que tu madre se ocupaba de ti; nadie se interesa por ti como lo hacía tu padre. Por el contrario, descubres indiferencia por todas partes, y el ego se siente herido. Pero ya el patrón está establecido. Independientemente de que se sienta herido o no, el niño no puede cambiar ese patrón; se ha convertido en la verdadera huella digital de su ser. Jugará con otros niños e intentará dominarlos. Irá al colegio e intentará dominar, ser el primero de la clase, ser el estudiante más brillante. Puede que crea que es superior, pero entonces descubre que los demás niños piensan lo mismo. Hay conflicto, hay egos, hay lucha, hay peleas.
Esta es la historia de la vida: hay millones de egos a tu alrededor, exactamente como el tuyo, y todo el mundo está intentando controlar, maniobrar, dominar, a través de la riqueza, el poder, la política, el conocimiento, la fuerza, las mentiras, las pretensiones, la hipocresía. Incluso en la religión y en la moralidad, todo el mundo está intentando dominar, mostrar al resto del mundo que “yo soy el centro del mundo”.
Esta es la raíz de todos los problemas que surgen entre las personas. Por culpa de esta idea siempre estás en conflicto y luchando con una persona
u otra. No es que los demás sean tus enemigos; todo el mundo es exactamente como tú, estáis todos en la misma barca. La situación es igual para todos; los han educado de la misma manera.
En Occidente existe una tendencia en psicología que ha planteado que a menos que los niños sean educados sin sus padres, el mundo nunca hallará la paz. Yo no estoy de acuerdo con ellos, ¡porque entonces nadie educará a los niños! Hay algo acertado en esta propuesta pero es una idea muy peligrosa, porque si se educa a los niños en guarderías sin sus padres, sin ningún tipo de amor, con total indiferencia, puede que no tengan problemas de ego pero tendrán otros problemas incluso más dañinos y peligrosos.
Si se educa a un niño con total indiferencia no tendrá un centro. Será una persona caótica, desgarbada, no sabrá quién es. No tendrá identidad. Se sentirá asustado, atemorizado y no será capaz de dar ni un solo paso, porque nadie lo ha amado. Por supuesto, no tendrá ego, pero sin él no tendrá centro. No se convertirá en un buda; estará apagado y mutilado; se sentirá siempre atemorizado.
El amor es necesario para hacer que no tengas miedo, para que sientas que eres aceptado, que no eres inútil, que no pueden tirarte a la basura. Si los niños se educan en un entorno en el que falta amor, no tendrán ego, eso es cierto. En sus vidas no habrá tantas luchas ni peleas, pero serán totalmente incapaces de defenderse a sí mismos. Siempre estarán huyendo, escapando de todo el mundo, ocultándose en las cuevas de su propio ser. No serán budas, no estarán radiantes de vitalidad, no estarán centrados, cómodos, en casa. Sencillamente serán excéntricos, descentrados. Esta tampoco es una buena situación.
Asi que yo no apoyo a esos psicólogos. Su enfoque crearía robots, no seres humanos; y es evidente que los robots no tienen problemas.
O puede que creen seres humanos que sean más parecidos a animales. Habrá menos ansiedad, menos úlceras, menos cáncer, pero no vale la pena conseguir eso si significa que no puedes llegar a un nivel más elevado de conciencia. Por el contrario, irás cayendo más bajo; sufrirás una regresión. Evidentemente, si te conviertes en un animal, tendrás menos angustia porque tendrás menos conciencia. Y si te conviertes en una piedra, en una roca, no padecerás ninguna angustia en absoluto, porque no habrá nadie para sentirse ansioso, para sentirse angustiado.
Pero no vale la pena conseguir eso. Hay que ser como un dios, no como una roca. Y con esto quiero decir que hay que alcanzar la absoluta
conciencia y, a pesar de ello, no tener preocupaciones, ansiedades, problemas; disfrutar de la vida como los pájaros, celebrar la vida como los pájaros, cantar como los pájaros; no a través de la regresión sino creciendo hasta el máximo grado de conciencia.
El niño acumula ego; es natural, no se puede hacer nada para evitarlo. Hay que aceptarlo. Sin embargo, posteriormente, no hace falta seguir cargando con él. El niño necesita el ego al principio para sentir que es aceptado, amado, recibido; que es un huésped deseado, no un accidente. El padre, la madre, la familia, y la calidez en torno al niño le ayudan a crecer fuerte, arraigado, asentado. El ego es necesario, lo protege; es bueno, como la cáscara de una semilla. Pero la cáscara no debe convertirse en lo más importante, de ser así la semilla morirá. Si la protección continúa durante mucho tiempo, se convierte en una prisión.
La protección debe seguir ejerciendo como tal mientras haga falta, pero cuando llegue el momento de que la cáscara muera, deberá hacerlo de forma natural, para que pueda brotar la semilla y nacer la vida.

El ego nace en la relación con los padres y allí es donde hay que enfrentarse con él. De lo contrario, seguirás cortando ramas y hojas del árbol, pero la raíz permanecerá intacta. Si estás en paz con tu padre y con tu madre, ya has madurado. Ya no hay ego. Ahora entiendes que estabas indefenso, entiendes que dependías de los demás, que no eras el centro del mundo. En realidad, eras completamente dependiente, porque no podrías haber sobrevivido de otra manera. Si entiendes esto, el ego se desvanece poco a poco, y cuando ya no estás en conflicto con tu vida, te vuelves sereno y natural, te relajas. Entonces, flotas. Entonces el mundo ya no está lleno de enemigos, es una familia, una unidad orgánica. El mundo no está contra ti, puedes flotar en él. Cuando uno descubre que el ego es una tontería, cuando uno descubre que el ego no tiene fundamento para existir, cuando uno descubre que el ego no es más que un sueño infantil, malinterpretado por la ignorancia, sencillamente, el ego desaparece.
Hay personas que han acudido a mí y que me han preguntado: “¿Cómo puedo enamorarme? ¿Existe una manera?”. ¿Cómo enamorarse? Me piden una manera, un método, una técnica determinada. No saben lo que están pidiendo. Enamorarse significa que no hay ninguna forma, ninguna técnica, ningún método. Por eso se dice “ser presa del amor”, porque tú ya no eres quien controla, simplemente has quedado apresado. Por eso las personas que son muy cerebrales dicen que el amor es ciego. El amor es el único ojo, la única visión, pero ellos insisten en que el amor es ciego, y si estás enamorado, pensarán que te has vuelto loco.
Para una persona cerebral parece una locura, porque la mente es una gran manipuladora. A la mente le parece peligrosa cualquier situación en la que se pierda el control.
Pero hay un universo del corazón humano, hay un universo del ser humano y de la conciencia en el que no es posible ningún método. Las tecnologías son posibles con la materia; con la conciencia no hay tecnología posible y de hecho, no hay control posible. El simple intento de controlar o de hacer que algo ocurra es egoísta.