Máscaras y Estilos de Reaccionar
Cuando el niño ha sido presa de algunos tipos de abuso como los que mencionamos, a lo largo de sus primeros años va aprendiendo a defenderse o protegerse utilizando diferentes “máscaras”. Éstas cubren y protegen las heridas que van quedando abajo, en nuestro ser más frágil, en nuestro niño interno. Así, las más socorridas son, por ejemplo, las máscaras del servicial, la víctima, el super seguro de sí, el que no necesita de nadie, el que no puede hacer nada solo, el sacrificado por todos, etcétera. Éstos disfraces encubren las lesiones emocionales generadas en nuestros primeros siete u ocho años de vida.
De esta manera, uno va aprendiendo a defenderse y reaccionar ante el mundo, fundamentalmente de dos modos diferentes: el Pasivo y el Agresivo.
El Pasivo aceptará a lo largo de su vida situaciones, acciones, cosas, con las que no estará de acuerdo pero no encontrará la fuerza para poner límites, lo cual le
generará mucho enojo, que al no saber manejar, generalmente optará por tragárselo, haciéndose daño a sí mismo, viviendo con una gran tristeza, envenenándose en su interior. Este enojo saldrá de repente, en pequeños “chisguetes” cuando más, pasando facturas muchas veces a quienes no la deben. Esto es muy disfuncional.
El Agresivo, por el contrario, aprenderá que “la mejor defensa es el ataque” y entonces se sentirá impulsado a poner límites groseramente, lastimando, con lo cual
después se sentirá culpable, generando una “cruda moral” que no es buena para nadie. Evidentemente, esta manera de actuar tampoco es adecuada. ¿Cuál es el justo medio? ¿Existe alguna mejor forma?
El ser Asertivo, sin duda, es la mejor manera de actuar. La persona que sabe ser asertiva, es aquella que pone límites con suavidad. Esto sólo puede hacerlo cuando se respeta internamente, cuando escucha su voz interior, cuando se ama a sí mismo.
Es algo que no puede hacer, a menos de que tenga recuperado en amor a su Niño Herido o que haya tenido la suerte de tener unos padres nutridores, amorosos y respetuosos, que le permitieron crecer con un Niño Interno sano, lo cual desafortunadamente sucede en un mínimo de casos.
Estas maneras básicas de actuar quedan establecidas en los primeros años de vida. En caso de tener muchas heridas emocionales, usualmente, la forma de actuar será pasiva y/o agresiva, y para lograr la asertividad, se tendrá que conquistar como un proceso consciente en nuestra adultez.
Cumplir expectativas vs. Hacer lo tuyo
Quisiera volver aquí a tocar un punto que ya te he mencionado, cuando hablábamos de lo crucial que es para el pequeño complacer a papá y a mamá, para garantizar su sobrevivencia. Cuando empieza a pasar el tiempo, el pequeño va creciendo y transfiere esta vital necesidad de aceptación de los padres hacia los amigos, la novia, el esposo, los hijos, etcétera, a lo largo de toda su vida. Y así, en el proceso de buscar el afecto afuera, vamos hundiendo el afecto a nosotros mismos hacia ese calabozo interno donde el niño ha ido quedando relegado. Traicionando lo que el pequeño interno quiere, desea, necesita a costa de intentar llenar las expectativas de otros para que no nos retiren su afecto.
Aquí quisiera recordar la maravillosa frase de Fritz Pearls, el padre del enfoque gestalt en la psicoterapia, la cual me parece más bien una filosofía de vida:
Tú eres tú, yo soy yo,
Tú haces lo tuyo y yo hago lo mío,
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas, Y tú no estás en este mundo para cumplir las mías,
Si haciendo tú lo tuyo y yo lo mío, nos encontramos, será hermoso.
Si no, no puede remediarse.
Es realmente magnífico cuando uno lo integra a su vida y puede comenzar a vivir y dejar vivir a los otros de acuerdo con esto. Porque, se puede dejar de tratar de llenar las expectativas del resto del mundo sin sentirse culpable por ello. En nuestra sociedad, nos han acostumbrado a pensar que si se piensa primero en lo que uno quiere hacer, es un egoísta y que eso es muy malo. Entonces, todo mundo deja de hacer lo que realmente quiere hacer, se siente víctima, se siente que los demás le deben algo por su gran sacrificio, y espera que los otros también se sacrifiquen por él, en compensación. Como resultado, todo mundo es infeliz.
Mi propuesta es enfocarse en lo que verdaderamente es “hacer lo tuyo”. Lo puedes saber cuando mantienes una comunicación real y constante con tu Niño
Interno, sin que sea necesariamente egoísta y sólo centrado en ti. Habrá veces que hacer lo tuyo significará dar, compartir, acompañar. Pero es diferente hacerlo desde tu propia verdad interna, que surge como hierba en la primavera, que desde la traición a tu interior, guiado por la necesidad de búsqueda de aceptación externa.
Eso es como envenenarte poco a poco, es ir contra uno mismo.
Estilos parentales
Finalmente, lo que comentas en tu carta cuando mamá se fue de la casa dejándote y empezaste a vivir las dificultadas al estar sola con tu papá, nos es muy útil para hablar un poco de los estilos parentales y de cómo a través de estos estilos para educar, actuaron de tal modo que nuevas y severas heridas te fueron provocadas.
¿Cuáles son, entonces, los cuatro estilos parentales básicos?
El Padre Crítico. “No. Así no. Te faltó. Si, pero… lo hace mejor tu hermano, tu primo”. Como estilo personal, este padre seguramente será
agresivo. Descalificando constantemente. No le es posible dar reconocimiento. Hay energía de rechazo emanando de él. Es claro que tiene un Niño Interno muy herido y no lo ha recuperado en amor. Genera en los hijos inseguridad, autoconcepto negativo, enojo, tristeza, miedo, por ende autoestima muy baja y poco desarrollada.
El Padre Consentidor. “Sí, encanto. Lo que tú quieras, yo lo hago por ti, yo te lo tolero”. Como estilo personal corresponde al pasivo. Como padre, no puede poner límites porque teme que lo rechacen sus hijos. Esto nos habla de un Niño Herido muy lastimado, que sigue llevando el volante. Genera en los hijos una falsa noción de la realidad, y al distorsionarles su percepción hacia los límites, se sentirán desadaptados tanto en lo social como en lo interno. Recuerdo a una
estudiante que al hablar de esto en un taller, nos compartió que su papá fue tan sobreprotector hacia ella, ¡que le masticó la carne hasta los 11 años! La sobreprotección excesiva ahoga el crecimiento del otro, le impide desarrollar responsabilidad, autoestima, autoconcepto elevado, etcétera. Es tan dañino para el SER del niño, como lo es un padre crítico.
El Padre Ausente. “Ahorita no. No estoy disponible. Haz lo que quieras”. Puede estar ausente, física o emocionalmente, por cualquier razón: puede estar viendo la tele, o leyendo el periódico, y estar allí físicamente pero no está disponible para el niño.
El Padre Negligente. Es cómo estar con otro niño: no protege, no mide las consecuencias, no pone lineamientos, no da valores, no forma. Sólo está cerca, por allí.
El Padre Nutridor. “Sí. De entrada, sí. Te amo incondicionalmente y por eso te pongo límites y te doy un marco de referencia para actuar”. Finalmente. Esto es lo valioso de los padres. Porque su función, una vez que la cría ha nacido, es formar. En dos direcciones: Nutrir en amor y proteger en luz: esa es la función del Padre Nutridor Por eso, hay pocos padres con el estilo Nutridor de manera principal. Porque, para ello, necesitan tener sanadas sus heridas emocionales de infancia y haber autogenerado a un Padre Nutridor interno primeramente, como lo veremos más adelante. Cualquier persona, antes de que pueda ser Padre Nutridor para sus hijos externos, lo tiene que ser con él mismo.
No hay estilos puros. Obviamente hay combinaciones, dependiendo del tipo de heridas y combinación particular de historia que ha tenido cada ser. Así es que la
gente normalmente tiene un cóctel de heridas infligidas desde diferentes facetas de los diversos estilos parentales. ¡A todos nos pasa!
Lo que tenemos de bueno, dulce, noble, dentro de cada uno de nosotros, lo sembraron o descubrieron papá, mamá o algún otro adulto caritativo, cuando estaban
en su faceta de Padre Nutridor. ¡Benditos sean!
La idea es que aplicando el Método Ser Mejor Ser, las personas recuperen en amor a su Niño Herido, y que el adulto se convierta en un Padre Nutridor/Protector
para este Niño Interno.
Si lo logra hacer para este chiquito, de manera automática, espontánea y natural, lo empezará a ser para sus hijos externos. Toda la sociedad habrá ganado, al igual que el padre, el hijo, las relaciones entre la familia, etcétera. Todos los chicos que conozco que sus papás han tomado el Diplomado Ser Mejor Ser, me reportan cambios sustanciales y benéficos en el comportamiento y la actitud de sus papás, lo que lleva a una mejor relación entre ellos. ¡Ahora imagínate cuando los papás y los hijos adolescentes y jóvenes desarrollan en ellos mismos el sistema de Ser Mejor Ser! Toda una familia se sana y crece, cambiando la historia emocional de ellos y algo maravilloso sucede también: ¡se transforma el destino del desarrollo emocional/espiritual de las generaciones por venir!
A la luz de todo lo anterior te pregunto
¿Qué tipo de desarrollo crees que generas en tus hijos?
¿Un padre crítico? ¿Uno conservador? ¿Uno Conservador? ¿Uno negligente? ¿Uno ausente?
Por favor, no continues leyendo, hasta que contestes lo anterior, aunque sea mentalmente
Los estilos son diversos, pero el resultado será similar: cualquiera de estos estilos parentales generará heridas emocionales a sus hijos.
Por lo tanto, el estilo parental deseable, el único que genera crecimiento y salud emocional es solamente el PADRE NUTRIDOR.
La locura se puede parar si, sólo si, dentro de cada ser se genera un PADRE NUTRIDOR que proteja a sus Niños, tanto externos, como al pequeñito interno ya
recuperado