Diseño del Cáncer de mama
En los mamíferos, los cachorros no pueden alimentarse directamente del entorno, dependen de sus madres cuyas mamas los alimentarán de manera específica y suficiente. Por lo tanto, las mamas están ahí para proteger a la prole de la precariedad y la inanición, por lo que son los órganos destinados a aportar seguridad y optimizar las oportunidades de supervivencia y crecimiento. Así se comprende fácilmente que las patologías mamarias están causadas por conflictos en los que la protección y la seguridad sean nociones fundamentales. ¿Qué otro órgano podría simbolizar este tipo de angustia?
Si durante un acontecimiento que afecta a una mujer (muy raramente a un hombre) ésta no consigue proteger y ofrecer seguridad a
era persona (un hijo, una relación sentimental, el «nido», quizás animal de compañía muy querido, el anciano progenitor que se ha
vuelo como un bebe) o no se siente protegida y segura ella misma para jugar su rol de madre, por ejemplo), una de sus mamas normalizarse y presentar una patología. Si, entre las patologías más frecuentes (mastosis, quistes, calcificaciones, cáncer canular, in situ lobular) se deben a conflictos de seguridad y protección, las diferencias entre las emociones vividas determinarán las diferencias de aspecto, la histología, el grado y la posición anatómica de las anomalías.
Cuando los ganglios circundantes también presentan anomalías, la persona experimentará otro conflicto al no poder defender a quien ama o al no defenderse de una agresión (tanto real como si sólo es vivida como tal).
Curarse de estas enfermedades exige que el sufrimiento se acompañe de confianza, comprensión y la convicción de que no se volverá
a vivir lo mismo, por eso, el terapeuta, una vez encontrado el DHS y se ha tomado conciencia, empujará al paciente a evaluar y hallar en si mismo los recursos que le evitarán vivir lo mismo en el futuro, con semejante angustia. A ese precio se evitará la repetición.
Pequeñas causas, grandes efectos
La noción de problema es, evidentemente, subjetiva. Lo que supone un grave problema para un individuo no lo supone forzosamente para otro. Todo depende de la sensibilización previa, ancestral y cultural.
El conflicto activo que ha desencadenado la enfermedad no siempre es evidente para el enfermo, porque el órgano que aporta la solución, en forma de enfermedad, ha absorbido, en el momento del trauma, la parte más grande de estrés.
A menudo, el conflicto permanece en gestación, dura tanto tiempo que el individuo, progresivamente, se va identificando inconscientemente con él, hasta el punto de no distinguir que es un conflicto del que puede deshacerse.
Tras su divorcio, Constance sintió que no tenía energía para reconstruir su vida. Tenía miedo de no poder recuperar una vida agradable y confortable. Desarrolló una diabetes de tipo II, de origen esteroideo. La hiperglucemia es la solución biológica para un conflicto de resistencia. El azúcar simboliza la energía y la dulzura que le gustaría tener. Se acostumbró a resistir (a la idea de envejecer, de tener que alquilar su casa de Varcors, a los malos presagios de la bruja de su vecina, al placer de comer dulces, etc.) hasta que acabó por no darse cuenta de que vivía resistiéndose a un montón de cosas. Este fenómeno es la represión inconsciente». A fuerza de vivir en un conflicto deja de verse como tal.
La naturaleza del conflicto biológico
Si diez personas sienten lo mismo durante un episodio traumático, todas ellas desarrollarán la misma enfermedad. Pero la historia ancestral es un prisma que deja pasar diferentes colores. Así, un mismo acontecimiento podrá ser vivido de diferentes formas, con diferentes emociones.
Cada uno de nosotros hereda de sus ancestros una sensibilidad particular. Cada familia tiene su propia sensibilidad, su «filosofía», sus creencias, sus valores y cuando topan con acontecimientos de la vida, unas personas desarrollarán un eczema y otras reumatismos, etc.
Frente a un mismo episodio (por ejemplo, una esposa descubre a su marido liado con su mejor amiga, ambos desnudos en el cuarto de baño), los sentimientos de diez mujeres pueden ser diferentes. Sus enfermedades serán también diferentes. Algunas mujeres en dicha situación utilizarán su colon para «amortiguar el estrés» (porque se ven incapaces de perdonar ni olvidar, dado que más allá de la infidelidad, ésta se produce con su mejor amiga), otras sufrirán pólipos, otras tumores, otras dolor de estómago (cuando no pueden digerir la situación), otras la vejiga (las que se sorprenden de que eso les haya pasado a ellas), otras tendrán molestias en el seno derecho (las que piensan en el divorcio y la ruptura familiar), otras en su retina (porque la visión del problema las supera), etc. La mujer que siente alivio ante semejante escena (porque ella también tiene un amante, por ejemplo, y así se siente menos culpable) no tendrá ningún conflicto biológico.
El aprovisionamiento de alimentos no supone ningún problema para un hombre que vive en un medio natural y equilibrado: pesca, caza, recolecta lo que le es necesario. Pero si tras las repetidas agresiones al ecosistema su medio se empobrece, sus necesidades serán mayores de lo que cabría esperar cotidianamente y todo se vuelve más complicado.
La pesca enfrentada a la escasez de pescado aumenta el tamaño de las redes y de las salidas al mar.
El hombre confrontado a la escasez de alimentos, en el caso de llegar a obsesionarse, aumenta la talla de su hígado (con nódulos que
le permitan almacenar más nutrientes).
Banalización del conflicto biológico
Un comportamiento tradicional, «cultural», puede empeorar o restarle importancia a un conflicto biológico: en una familia donde la desvalorización permanente, por ejemplo, un conflicto biológico de desvalorización quedará oculto (porque desvalorizar es normal) hasta el que la persona que lo sufre no llega a discernirlo.
Las mujeres ” chicos que no han nacido” (cuya madre esperaba un niño o cuya madre fue humillada por el padre por no tener hijos varones) sufrirán con mayor frecuencia conflictos que desemboquen en cáncer de mama o de ovarios, y no dudarán en aceptar con facilidad la mastectomía o la histerectomía para poner punto y final, inconscientemente, a su feminidad con el fin de obtener el amor de sus padres y ancestros, siendo un poco más hombres.
Los animales y los vegetales también tienen conflictos biológicos.
Consagraremos un capitulo a este tema. Sólo que éstos no agravan sus enfermedades con miedos y creencias. El ser humano, alejándose de la vida instintiva y primitiva, se deja instrumentalizar, asfixiar, crea ocasiones extra para vivir conflictos. Las prohibiciones, los tabús, las creencias el cerebro sabe construir, los miedos a partir de las creencias, forman un terreno abonado para las enfermedades, cuando aparece un conflicto. Olvidando vivir en armonía con la naturaleza, las personas tienen ciclos de coincidencias, heredando destinos y enfermedades sin saber cómo gestionar su «rueda de la fortuna». Conseguir un cerebro rico en posibilidades requiere tiempo, vueltas y vueltas alrededor e un tema hasta que se descubre la causa primera de cada cosa.
En la cima de las creencias, la idea que uno se forma de la muerte puede ser, o no, generadora de conflictos biológicos. Las palabras son
símbolos de las cosas de la vida y los líderes saben de sobras cómo modelar los cerebros de la gente con sus palabras. Con palabras dichas o escritas suscitan miedos para poder controlar a los demás. La idea de la existencia del infierno, con tormentos indecibles tras la muerte, no reposa en lógica alguna, pero hace a la gente dócil. Esta creencia se alimenta del miedo, de modo que lo imaginario le quita el puesto a la realidad favoreciendo la aparición de conflictos biológicos. Otro fantasma, un cierto tipo de culpabilidad, que permite serenarse imaginando tener control sobre los acontecimientos, sobre la propia vida, sobre la vida de los demás…
La evolución reciente ha pasado por algunos episodios eclesiásticos. Los mensajes de los profetas fueron «pervertidos», mal interpretados, su sentido se vio diluido. La invención de un pecado original propuso un modelo de santidad que desvalorizaba la vida humana ordinaria. Los jerarcas, los organigramas sociales, las creencias, las normas sociales, creando ilegalidades, inducen a algunas personas a la programación de dolencias. Pero la supervivencia de las especies requiere de orden, de organización, porque el orden permite economizar energía individual y la colectividad sale beneficiada de ello. ¿Acaso no hay jerarquía entre los lobos, los simios, las hormigas, las abejas y la mayoría de las especies sociales?
La comprensión de las enfermedades
Si creemos que el ser humano apareció en la Tierra tal y como es hoy (según explica el mito bíblico) y no por un lento proceso (la evolución de las especies ) que se inició en las profundidades oceánicas, prosiguió en el medio aéreo, pasando del estadio unicelular, pluricelular, vegetal, medio vegetal-medio animal y finalmente animal, no podremos comprender el sentido de las enfermedades.
Cómo apreciar el sentido de un cáncer de riñón (un carcinoma de los canales colectores) si ignoramos que un ancestro humano vivió bajo el agua hace millones de años, siendo un pez, y que de dicho pez hemos heredado la capacidad de bloquear la evacuación de líquidos?
Cuando un desgraciado pez se encuentra varado en la orilla de la playa, lejos de las olas que puedan devolverlo mar adentro, centrará todo su interés en no deshidratarse. El carcinoma, en este caso, impide la evacuación de líquidos. El hombre actual que vive una situación dramática, viéndose fuera de su medio, en un entorno hostil donde tiene que partir de cero, sin un duro, puede desarrollar tal cáncer (si está programado para ello) o bien programarlo para su descendencia.
¿Cómo apreciar el sentido de un cáncer de próstata (Prostates, protector de los extranjeros) sin comprender que la próstata apareció con
los primeros mamíferos para la fecundación interna? Con este tipo de fecundación hay que proteger los espermatozoides durante su viaje al interior del cuerpo de la hembra, para optimizar las probabilidades de fecundación. Apareció entonces la próstata y el líquido prostático para acompañar a los espermatozoides y protegerlos en su migración hacia las trompas uterinas.
El conflicto biológico que concierne a la próstata se denomina semisexual fuera de norma». Puede estar relacionado con la procreación, con relaciones ácidas entre hombre y mujer, con una pareja mal avenida, con hijos que no tienen hijos o con el papel tradicional del
hombre. El macho que llega a la vejez con temor porque quisiera seguir estando tan en forma como cuando era joven (siente que necesita recargarse) para asegurar su papel de hombre, puede, tras un DHS, desencadenar una enfermedad prostática. Ésta puede empezar a secretar difícilmente, para compensar simbólicamente la acidez ambiental, porque la fecundación y la vida sólo tienen lugar en un medio neutro.
El hombre que desarrolla una hipertrofia de próstata suele ser muy exigente, dirige todo su entorno, es poco creativo y quisiera ser considerado un hombre sabio, un protector, un pastor del rebaño…, un abuelo que todo lo sabe y es reconocido por ello, un patriarca.