Los Ojos y el Sentimiento La Cualidad Expresiva de los Ojos
En la primera conferencia mencioné que los ojos son una modalidad importante de autoexpresión. Esto sucede porque están conectados íntima y directamente con los sentimientos.
Aunque la cualidad expresiva de los ojos no se puede disociar por completo de la región circumocular, la expresión que vemos en ellos está determinada principalmente por los cambios que se producen en el ojo mismo.
Para interpretar esta expresión uno debería mirar suavemente a los ojos de una persona, sin fijar la mirada ni clavarla, hasta que sienta una impresión.
Casi todos los sentimientos que un individuo es capaz de expresar se
pueden manifestar con los ojos. Entre los sentimientos que he visto expresados
en los ojos de la gente están los siguientes:
1- Suplicante: «Por favor, quiéreme».
2- Anhelante: «Quiero quererte».
3- Alerta: «¿Qué vas a hacer?».
4- Desconfiado: «No puedo abrirme a ti».
5- Erótico: «Me excitas».
6- Odioso: «Te odio».
Los ojos son la ventana del alma. Esta cualidad sentimental es particularmente evidente en los ojos de un perro o de una vaca. Sus suaves ojos castaños son como estanques limpios cuando estos animales están relajados.
Cada tipo de animal tiene una mirada especial que refleja su cualidad. Los ojos de los gatos, por ejemplo, tienen una cualidad de independencia y de distancia que es muy difícil de describir. Los de las aves también son diferentes.
Cuando uno ha vivido con un gato o con un ave durante algún tiempo, llega a ser capaz de distinguir distintas expresiones. Creo que la riqueza de la vida interior de un organismo se refleja en la variedad de sentimientos visibles en sus ojos.
A causa de su cualidad expresiva, los ojos son realmente las ventanas del cuerpo, de tal manera que pueden cerrarse o abrirse. En el primer caso son impenetrables; en el segundo, uno puede ver el interior de la persona.
Pueden ser vacíos o distantes. Los ojos vacíos dan la impresión de que no hay nadie en casa. Al mirar en ellos, uno siente una sensación de vacío interior.
Los ojos distantes indican que el individuo está lejos. Puedes sentir que ha vuelto cuando los ojos se centran en ti y se expresa sentimiento. Los ojos se encienden cuando una persona se entusiasma. Se apagan cuando desaparece el entusiasmo interior. Si los ojos están concebidos como ventanas, la luz que aparece en ellos emana del interior del cuerpo. Hablamos de ojos ardientes en el rostro de un fanático consumido por algún fuego interior.
Hay ojos risueños, ojos chispeantes y ojos centelleantes. He llegado a ver estrellas en los ojos de una persona. Pero también hay ojos tristes, y estos son mucho más comunes.
Una vez tuve una experiencia con los ojos que nunca olvidaré. Hace muchos años mi esposa y yo miramos a los ojos de una mujer que estaba sentada frente a nosotros en un vagón del metro. El contacto con sus ojos me conmocionó. Emanaban tal maldad que casi sentí un escalofrío de terror.
Mi esposa tuvo una reacción idéntica y lo comentamos más tarde: ambos estábamos de acuerdo en que nunca habíamos visto tanta maldad en unos ojos. Antes de esa experiencia no creo que pensáramos que fuera posible que unos ojos parecieran tan malvados. El incidente me hizo recordar relatos que había oído sobre el «mal de ojo», que tiene poderes extraños y temibles.
Después de esto he visto a otra persona cuyos ojos podrían describirse como malvados. Tanto el doctor Pierrakos como yo tuvimos la misma impresión acerca de los ojos de esa persona.
Los procesos psicológicos que determinan la expresión de sentimiento en los ojos son en su gran mayoría desconocidos. Conocemos el hecho de que las pupilas se contraen con el placer y se dilatan en estados de dolor o de miedo. La contracción de la pupila incrementa la concentración. Dilatar la pupila amplía el campo de visión periférica, reduciendo la agudeza de la concentración. Estas reacciones están mediadas por el sistema nervioso autónomo pero no explican los sutiles fenómenos descritos anteriormente.
El Papel de los Ojos en el Contacto
En realidad los ojos tienen una función doble: son órganos de visión y
también órganos de contacto. Cuando tus ojos se encuentran con los de otra
persona, tienes realmente una sensación de contacto físico. La cualidad de este contacto varía con la mirada de los ojos. La mirada puede ser tan dura y tan fuerte que se sienta como una bofetada en la cara o tan suave que se sienta como una caricia. También puede ser penetrante. Uno puede mirar a otra persona, a través de ella, por encima o a su alrededor. Si los ojos establecen contacto con el objeto o con la persona, se puede hablar de mirar como lo opuesto a ver. Mucha gente ve sin mirar. Mirar es una función activa o agresiva que abarca la función de ver pero que va más allá. Hay un examen más detenido de la diferencia entre estas dos funciones en The Betrayal of the Body. Mirar a los ojos es una de las formas más intensas e íntimas de contacto entre dos personas. Es como si la sensación o la esencia interior de una persona
tocara la sensación o la esencia interior de la otra. Es, por tanto, una forma de contacto muy excitante. Cuando los ojos de un hombre y una mujer se encuentran, el sentimiento puede ser tan fuerte que corra a través del cuerpo hasta lo más hondo del vientre y los genitales. La mirada en esos casos es extremadamente erótica, es decir, es abierta e incitante. Sea cual sea el sentimiento implicado cuando los ojos se encuentran, el efecto de mirarse a los ojos es el traspaso de la comprensión entre dos personas.
Mirarse a los ojos es especialmente importante y significativo en la relación entre padres e hijos. Es importante porque sin este contacto el niño pequeño se siente separado de sus padres. Es significativo porque la mirada entre los padres y el hijo influye profundamente en los sentimientos de este.
La mirada puede ser amorosa, afectuosa, de aceptación, de rechazo, enojada, odiosa, despreciativa, sarcástica, seductora, etc. El padre que mira a su niña pequeña con una expresión erótica en los ojos estimula su sexualidad y crea un vínculo incestuoso entre ellos.
La expresión de sentimiento en los ojos puede entenderse solo en términos de la pulsación de energía entre los extremos corporales de la cabeza y la cola. Esta pulsación es una corriente de energía o de sentimiento que se extiende en dirección ascendente y descendente desde su centro, en la región del plexo solar. En su punto más alejado alcanza los ojos y se extiende ascendiendo a través de ellos y descendiendo hasta los genitales, y pasando por ellos y por las piernas. El término «energía» se usa como sinónimo de excitación.
Así, cuando la excitación carga los ojos y los enciende de sentimiento, las piernas y los pies están igualmente cargados y la persona siente el contacto con la tierra. Este efecto también puede producirse a la inversa. Cuando las piernas se cargan de sentimiento como resultado de varios ejercicios terapéuticos, los ojos se vuelven más brillantes. Varios pacientes han comentado que tras trabajar fuertemente con sus piernas su visión mejoró hasta el extremo de que los objetos de la habitación parecían más claros y brillantes.
El grado de la carga de energía de los ojos es una medida de la fuerza del ego, algo que uso constantemente en mi práctica. El individuo con un ego fuerte tiene la capacidad de dirigir la mirada de sus ojos a otra persona.
Mirar a otra persona es una forma de autoafirmación, del mismo modo que mirar es, en sí mismo, una forma de autoexpresión. Cuando la carga de energía de los ojos es fuerte, brillan o resplandecen. En esas personas se puede asumir que la carga sexual es igualmente fuerte. A veces se las describe como «de ojos brillantes».
Mucha gente tiene dificultad para dirigir su mirada debido a la debilidad de su capacidad para centrarla. Esto hace que no miren a los ojos. Esforzándose un poco pueden centrar los ojos y mantener el contacto visual, pero he observado que cuando hacen esto se avergüenzan y apartan la mirada.
Parecen incapaces de soportar la excitación que se desarrolla en sus cuerpos.
Por otro lado, los animales parecen tener la capacidad de mirar a los ojos a una persona con osadía, aunque es sabido que se vuelven agitados cuando se los mira fijamente durante un tiempo prolongado.
Trastornos Oculares
El ojo puede tener trastornos en cualquiera de sus funciones, mirar y ver, o en ambas. Los trastornos frecuentes de la visión son la miopía y el astigmatismo. Los de la mirada se deben a dificultades para concentrarse y a una ausencia de sentimiento fuerte que encienda los ojos. Por lo general, ambos conjuntos de trastornos coexisten. Por ejemplo, a la persona que padece miopía también le cuesta mirar a los ojos y expresar sentimiento con ellos. Creo que, en este defecto de la visión, el trastorno emocional es primordial y que el trastorno visual es secundario y se desarrolla más tarde a consecuencia de la tensión.
En la génesis de los problemas oculares hay que tomar en consideración tres conjuntos de factores: la herencia, la constitución y el entorno. No hay prueba de que la herencia juegue un papel en el origen de la miopía, aunque suele ser hereditaria. Los hijos de padres miopes tienen más probabilidades de desarrollar miopía que los hijos de padres que no la sufren. El factor constitucional parece importante porque la capacidad de centrarse o expresar el sentimiento con los ojos depende del nivel de energía del organismo.
No todos los niños nacen con el mismo nivel de energía. Los bebés más débiles se caracterizan por su peso más bajo, una respiración deficiente, un llanto más débil y movimientos de succión menos agresivos. También requieren de más tiempo para que sus ojos se vuelvan lo bastante fuertes para centrarse espontáneamente.
La relación del bebé con la madre, y especialmente la cualidad del contacto ocular entre madre e hijo, tiene un efecto decisivo en el desarrollo de la personalidad del niño y del funcionamiento de sus ojos. Si el contacto entre madre e hijo es agradable y satisfactorio, la madre mirará al niño con ojos cálidos, suaves y expresivos de la dicha que siente. Él, a su vez, responde a esta mirada con placer, y sus ojos se vuelven suaves y relajados.
Los bebés criados con leche materna miran continuamente a los ojos de sus madres mientras maman buscando esta expresión de sentimiento.
Si un bebé encuentra una mirada de ira intensa, furia u odio en los ojos de su madre, su cuerpo sentirá una conmoción, particularmente en los ojos.
Sus ojos se dilatarán por el miedo, y llorará o gritará. El llanto o el grito libera al cuerpo de su estado de conmoción y los ojos vuelven a la normalidad.
Sin embargo, en muchas situaciones, el grito se bloquea. Esto sucede particularmente cuando el llanto o el grito del bebé provocan la ira o el odio de la madre. Si la conmoción no se descarga o si se experimenta repetidamente la hostilidad de la madre, los ojos del bebé tienden a abrirse desmesuradamente por miedo a ella, anticipando una mirada iracunda. Los ojos agrandados amplían el campo de la visión periférica pero reducen la visión central. El niño intentará recuperar su agudeza visual contrayendo los ojos forzadamente, y creará así un estado de rigidez. Esta rigidez aplica una tensión a los ojos que no se puede mantener de forma indefinida.
La miopía aparece normalmente entre las edades de diez y catorce años y, en mi opinión, puede atribuirse a los cambios de personalidad que ocurren en este tiempo. El desarrollo de la madurez sexual del niño actúa para ampliar el campo de relaciones interpersonales y también de visión.
Los viejos conflictos con los padres se reactivan frecuentemente durante este periodo. Creo que lo que sucede entonces es un desmoronamiento de la rigidez que mantenía una visión aguda. Los ojos se agrandan de nuevo a causa de un miedo sin naturaleza específica. Seguidamente se erige una nueva defensa contra el miedo a un nivel más bajo. Los músculos de la base de la cabeza y alrededor de la mandíbula se vuelven contraídos para cortar el flujo del sentimiento hasta los ojos. Este anillo de tensión está presente en
casi todos los casos de miopía. Sirve para suprimir el sentimiento del miedo para que el niño mantenga un funcionamiento aparentemente normal.
El ojo miope se halla en un estado parcial de conmoción. Esto explica por qué los ejercicios oculares especiales, el método Bates, por ejemplo, a menudo son útiles para reducir el trastorno. Esa apariencia de los ojos abiertos ampliamente, típica de la miopía, es una expresión de miedo. Sin embargo, el individuo no siente ningún miedo ni es consciente de ninguna conexión entre sus ojos y esa emoción. No obstante, hay muchos casos en los que la miopía no se desarrolla aunque las condiciones para su aparición están presentes. En estos casos otras partes del cuerpo absorben la conmoción, librando a los ojos de ella. Si la conmoción que surge de la hostilidad y el rechazo de los padres es más grave, el cuerpo entero se ve afectado. Se desarrolla un grado de parálisis que limita toda la autoexpresión y reduce todo sentimiento. El nivel de energía del organismo disminuye, la respiración está gravemente restringida y la motilidad es baja. Este estado impide que los ojos puedan cargarse eficazmente y les permite mantener su rigidez.
De esta manera, aunque el desarrollo sexual de su personalidad es débil, la miopía quizá no se desarrolle.
La Terapia Bioenergética del Trastorno Ocular
La terapia bioenergética de los trastornos oculares en la expresión del sentimiento está basada en las consideraciones expuestas anteriormente.
Como sucede con los problemas de motilidad y de expresión vocal, el nivel de energía del organismo debe elevarse con una respiración más completa y más profunda. El efecto general de una respiración más profunda es incrementar la sensibilidad y el sentimiento del cuerpo. Esto se vuelve luego indispensable para abrir las áreas de la autoexpresión.
En todos los casos es precisa una cantidad considerable de trabajo para liberar las tensiones musculares alrededor de la mandíbula y en la base de la cabeza. Descargar las tensiones de la mandíbula permite que los sentimientos fluyan por la garganta y se expresen vocalmente. No es raro que el paciente empiece gritando y luego esto se vaya transformando en un sollozo.
Los sentimientos de tristeza se expresan en el llanto, y el llanto afloja el cuerpo y abre el camino para la expresión de otros sentimientos. Llorar tiene un efecto inmediato en los ojos. Se vuelven suaves y vivos. A veces incluso brillan. Los pacientes a menudo se sorprenden del buen aspecto que adquieren sus ojos cuando han cedido a su tristeza y llorado.
La respiración misma tiene un efecto directo en los ojos. Tras mantener la respiración profunda mediante los procedimientos de la terapia bioenergética, los ojos de una persona están notablemente más brillantes. Esto es inmediatamente evidente para el observador. Muchos pacientes han comentado que podían ver mejor y que la sala parecía más brillante tras la sesión.
Sin embargo, la principal tarea terapéutica es soltar el miedo que estaba bloqueado en los ojos de un paciente. La maniobra que empleo para conseguir esto es la siguiente: le pido al paciente, que está recostado en la cama que mantenga las manos abiertas a unos veinte centímetros de su cara. A continuación le indico que abra los ojos todo lo posible y deje caer la mandíbula. En esta posición el paciente asume una expresión de miedo. Prácticamente ningún paciente siente miedo, porque el miedo ha sido bloqueado.
Luego le pido que me mire directamente a los ojos, que están a unos treinta centímetros por encima de los suyos, y le presiono firmemente con los pulgares ambos lados de la nariz. Esta presión le abre todavía más los ojos e impide que sonría. Le quita la máscara que le cubre el rostro. Si el procedimiento se hace correctamente, con frecuencia suscitará un grito de miedo mientras este surge en sus ojos. Cuando acaba el grito, dejo de hacer presión y, mientras el paciente sigue mirándome a los ojos, los suyos se relajan, su color se vuelve más profundo, las lágrimas brotan y una corriente de comprensión fluye entre nosotros.
El procedimiento no funciona siempre en todos los casos. Muchos pacientes están muy asustados para permitir que surja el miedo. Sin embargo, más tarde o más temprano puedo suscitar su miedo. Cuando lo hago, el efecto es extraordinario. Una paciente me dijo en cierta ocasión que, cuando gritó, vio los ojos de su padre mirándola furiosamente cuando estaba a punto de pegarle. Otro me contó que vio los ojos furiosos de su madre en un recuerdo que le llevó a cuando él tenía un año. Un hombre que había asistido a terapia durante algún tiempo estaba tan conmocionado por haber sentido su terror que salió de mi consulta en un estado de colapso, como un trapo. Inmediatamente volvió a su casa y durmió durante dos horas. Me llamó apenas se despertó para decirme que se sentía tan dichoso de estar vivo como no lo había estado nunca antes. La dicha fue una reacción a la liberación del terror.
Voy a relatar otro incidente. Recientemente traté a un joven que era bizco. Además, veía solo con un ojo, el izquierdo. La visión del ojo derecho, aunque normal, había sido suprimida para evitar ver doble. De niño había sufrido dos operaciones para corregir este trastorno pero no surtieron efecto.
No solo tenía el ojo derecho girado hacia dentro, sino que el lado derecho de su rostro estaba ligeramente torcido. La palpitación en la parte posterior del cuello revelaba un grave espasmo muscular en el lado derecho de la nuca.
Mantuve una presión firme sobre este espasmo durante unos treinta segundos y pude sentir cómo desaparecía. Varios médicos estaban observando a este joven mientras permanecía acostado en la cama. Les sorprendió ver cómo sus ojos se volvían derechos y el joven declaraba que había visto una sola imagen con los dos ojos. El cambio fue espectacular, pero desgraciadamente no duró. El espasmo volvió más tarde y el ojo se desvió de nuevo.
No he sido capaz de eliminar la miopía de los ojos de ninguno de mis pacientes. Habría que hacer mucho más trabajo con ellos, con el método Bates por ejemplo, para alcanzar este resultado. Muchos pacientes me dicen que su visión ha mejorado como resultado de la terapia. Esto es particularmente cierto en el caso de los más jóvenes. Sin embargo, en todos los casos, es posible restaurar una mayor medida de expresividad a los ojos de los pacientes.
Sus ojos pueden mostrar más sentimiento y son capaces de mirar mejor a los ojos de los demás. Normalmente puedo seguir el progreso de un paciente observando este desarrollo.
El grado de salud emocional puede medirse por la cantidad y la variedad de sentimiento que los ojos son capaces de expresar. Ciertamente nadie puede considerarse sano si no es capaz de mantener la mirada de otro.