Transgeneracional
Hasta ahora nos hemos referido a experiencias vividas por nosotros mismos, pero también son importantes las experiencias heredadas. Cuando nacemos. nuestras células vienen con la información de las historias de la familia, lo que ellos han vivido y cómo lo han vivido, así como lo que han vivido sus ancestros. Es genética y epigenética juntas las que nos dan la respuesta. Con esta información y toda la que vayamos creando a lo largo de nuestra vida, nuestras células establecerán lo que podríamos llamar programas, que no son otra cosa que maneras de funcionar ante los acontecimientos con los que nos enfrentamos día a día. La manera de actuar ante ellos será lo que haga que aumente o no el nivel de estrés, la que puede provocar que enfermemos.
Un abuelo fue denunciado por un vecino y encerrado en la época de la guerra (una de las tantas para no ponerle nombre) y posteriormente asesinado cuando tenía 36 años dejando hijos pequeños. Esto puede suponer un sufrimiento no aceptado por el árbol que buscará salida a la tensión vivida a través de algún miembro. Un nieto de este señor, cuando llega a los 36 años, inicia un cuadro de esclerosis múltiple con parálisis de ambas piernas. La esclerosis múltiple aparece como consecuencia de un conflicto biológico de contrariedad en el movimiento, de no tener escapatoria, muchas veces física, como por ejemplo por haber estado encerrado, en prisión, privado de la libertad. Repetición, que no significa sanación. Si la persona consigue ver y desactivar su conflicto y la memoria programante, el síntoma hará su curso en reparación y sanará.
Mencionaba al principio, incluso los accidentes, y es que cada acto que vivimos tiene relación con todo nuestro ser, con la energía del momento, con las necesidades descubiertas del instante y es posible que el accidente sirva para movernos de la rigidez, para mostrarnos cuán lejos de nuestra coherencia nos encontramos o para proponernos un cambio.
Una persona diestra tiene una propuesta de trabajo en un destino que le lleva a alejarse de la ciudad en la que tantos años ha vivido.
Acepta y se conforma diciendo que en el nuevo destino ganará más dinero, tendrá un mejor cargo o conocerá gente nueva y eso le apasiona. A pesar de toda la positividad que pone en el hecho del cambio, unos días antes de la mudanza se tropieza con una
insignificante alfombra que tiene en su casa, por la que ha pasado y pisado miles de veces en 25 años y se hace un esguince en grado II
de pie derecho. ¿Por qué en este momento? ¿Por qué ese síntoma?
El esguince en el pie derecho descarga el estrés de un movimiento en el que se siente la obligación de hacer o dirigirse hacia algún
lado. Entendiendo el mensaje que le envía su cuerpo puede recuperarse y hacer planes de forma más tranquila según lo que él
necesita. La recuperación le dará además un margen de tiempo para poder hacerlo.
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¿Cuál es la confusión?
• Creer que la enfermedad es algo terrible a combatir en lugar de entender cuáles son los procesos de choques o conflictos biológicos y sus formas de resolución.
• Tomar la vida como un campo de minas por el que se pasa bien hasta que un día una de ellas se activa y te fastidia.
• Seguir creyendo en paradigmas obsoletos. Alguien dijo que la tierra era plana y que si se navegaba hasta el borde de ella se podía caer al abismo y no salir nunca más. Y eso se creyó durante siglos. Hasta que se pudo demostrar lo contrario. Alguien dijo que haciendo sangrías se mejoraría el estado de los fluidos internos y con ello mejora la salud y el carácter y así se siguió aplicando hasta el siglo XIX.
Pero es desde mediados del siglo pasado cuando surgen innumerables ideas y contra ideas sobre las causas de las enfermedades. Si para unos las carnes, las grasas, el vacunarse, fumar, el café o determinados hábitos son malos, para otros serán buenos. Unos demuestran una cosa y otros se dedican a ver lo contrario. Existen estudios de todo tipo para encontrar el foco a atacar y así medicar o aplicar la técnica que se considere más adecuada.
Alguien dice que el colesterol es malo y que se ha de combatir con una medicación de por vida porque es algo crónico con un alto riesgo de patología cardíaca. Luego aparecen los defensores del colesterol bueno, pero el malo hay que continuar destruyéndolo. Preguntémonos por la función biológica del colesterol. ¿Para qué sirve? Es un lípido fundamental en la construcción de la membrana de las células, por lo tanto, en la estructura celular. Además, participa en otros procesos como la síntesis de vitamina D, de hormonas sexuales o de las sales biliares. Aumenta naturalmente cuando hay heridas o se reconstruyen los tejidos. Por lo tanto, si la tasa está elevada es porque se está en fase de reparación. En lugar de destruirlo y hacerlo bajar, hay que darle su lugar para que pueda finalizar los procesos de curación. Para tranquilizarnos no está demostrado que sea el colesterol el causante de los infartos y hay numerosa bibliografía al respecto. Nos podemos preguntar si comer pocas grasas es un factor para disminuir la posibilidad de lesiones cardiovasculares, si las personas que practican una dieta vegetariana tienen infartos, qué sucede con las que siguen una dieta mediterránea, o si ambas se aseguran que no tendrán infartos. Me cuesta creer que así pueda ser, ya que el infarto ocurre en la fase de crisis epileptoide, en plena vagotonía o reparación de un conflicto de pérdida de territorio.
Robert Whitaker (2015) estudió durante los últimos 50 años los casos de discapacidad mental y describió en el libro Anatomía de una epidemia,
Medicamentos psiquiátricos y el asombroso aumento de las enfermedades mentales, el mismo fenómeno, pero aplicado a las patologías llamadas psicológicas o mentales. Hay un sobrediagnóstico, un aumento de medicación y una vez más se entra en el proceso de cronicidad. Se pregunta, “¿podría nuestro paradigma farmacológico de atención, por alguna razón imprevista estar impulsando el aumento de las tasas de discapacidad?”
Todos queremos tener razón y que no nos la quiten, por lo que intentar demostrar mediante “métodos científicos” se transforma en la vía de avalar los resultados. Cuando alguien se cree con la razón le está diciendo al otro: ¡tú no la tienes! El mundo es inmenso y todo tiene cabida y no al precio de despreciar las ideas del otro sino de poder creer cada uno en las propias.
Cuántas ideas que hoy se comprueban obsoletas, en otros momentos fueron una verdad a defender incluso con la muerte. Siglos de creer en el enemigo exterior y tanta gente que lo toma como una verdad indiscutible.
Pocos son los elegidos para intentar mostrar otras explicaciones y si lo hacen, corren el riesgo de ser expulsados del sistema, privados de la libertad u obligados a retractarse de sus ideas. Esto es lo que le ocurrió al Dr. Hamer, pero a pesar de todo él continúa aportando una información y un trabajo valiosísimo para la comprensión de la salud de las personas.
“El que nada duda, nada sabe”. Proverbio griego.
Se ha generado una sociedad basada en el miedo que se protege del mismo o ataca el factor que cree está en el origen de los problemas. Si tememos al sol, habrá que ponerse protección solar y cuánto mayor sea el número del envase, más protegidos nos sentiremos. ¿Pero que le decimos a la célula generadora de los melanocitos? Que el sol es un agresor que nos puede provocar cáncer de piel. Horror, terror, sentimos la agresión directa sobre la piel cuando feboasoma y calienta destruyendo. El conflicto que afecta a la dermis, la parte en la que se encuentran los melanocitos, es el de ataque a la integridad o agresión directa a la piel. El resultado sólo puede ser el que es.
Tememos a las comidas picantes, fuertes, saladas, fritos, muy calientes, muy frías, y para todo tenemos un anti-algo. Si lo que se toma está muy caliente, nos dicen que puede provocar un cáncer de boca o de esófago por lo que habrá que comer tibio. Si está muy salado, sube la presión por lo que se puede usar un sustituto sin sodio; si es por el azúcar, debemos usar también sustitutos edulcorantes. Y así seguimos usando las creencias que provocan miedo en las personas para hacer que cedan el poder sobre su vida y su salud.
La buena nueva es que podemos retomar ese poder.
Tomar en nuestras manos nuestro propio destino es hacernos responsables de todo lo que vivimos, incluso de las enfermedades que podemos pasar.