1.-Principio de Atemporalidad 2.-Principio de Emocionalidad 3.-Principio de Inocencia 4.-Principio de Unicidad
Si nuestra vida, en esencia, se da cita en un instante eterno donde nos encontramos plenos y colmados, y la única posibilidad resulta de la experiencia inmersa en el propio gesto de experimentar, (la vida misma), nos podremos hacer una idea de hasta qué punto nos hemos disociado de lo que somos en realidad. Nuestra alma inmortal quiso jugar al juego de la vida y así se manifestó en sus inicios. El mundo que conocemos, nuestro mundo, que representó en sus orígenes un “patio de recreo” para esta alma-niño-inmortal, fue usurpado por una sombra decadente y residual, resultante de los excesos lastrantes de aquellos seres primigenios que, en su aventura, diezmaron el plano o escenario de especulación convirtiéndolo así en una cárcel para el alma. Recuperar, en conciencia, nuestra pérdida de identidad, es ahora una tarea inevitable que nos toca por re-conocimiento y puro ciclo evolutivo. Cuestión que veremos más adelante.
Este proceso, lo vamos repitiendo eternamente sin tener la más mínima noción de loque está sucediendo; cada vez que conseguimos cambiar algo “ahí adentro”, en el único instante del que disponemos, estamos cambiando “todos los tiempos a la vez”.Esto entraña, también, abandonar por dejar “zanjado” un potencial, y abrir las puertas de potenciales “nuevos”, que antes no tenían ninguna posibilidad de manifestarse.