Nuevas Definiciones de Enfermedad
Reacción de Adaptación Vital
TODO ES REACCIÓN de adaptación vital. El síntoma es una reacción a una acción que se suele pasar por alto. Una parte de nuestro cuerpo se adapta a un cambio, sencillamente. Cuando a alguien le da una insolación, estamos presenciando una reacción del organismo. Cuando vemos que alguien vomita, lo que vemos también es una reacción. Lo mismo puede decirse de todos los síntomas, Voy a ilustrar este primer principio por medio de un nuevo ejemplo, Cuando una persona produce un exceso de pulmón (un tumor, por ejemplo), debemos preguntarnos cuál puede ser el sentido de este síntoma. Dicho de otro modo, ¿qué utilidad puede tener para esta persona, en términos de «intención positiva», disponer de una masa pulmonar mayor? Preguntémonos ahora por la función biológica del órgano. En el caso del pulmón se trata, evidentemente, de recibir oxígeno y de realizar intercambios de gases. Si esta persona se encuentra en un entorno pobre en oxígeno, el hecho de desarrollar una masa pulmonar mayor le permitirá recibir la dosis de oxígeno que necesita. Por tanto, este exceso de pulmón tiene básicamente algo de positivo.
Si esta persona se encuentra a gran altura o donde el aire es pobre en oxígeno, su organismo elaborará más glóbulos rojos. Es otra solución perfectamente adaptada para permitirle vivir o sobrevivir.
Este principio se cumple en todos los síntomas, ya se trate de un nódulo en el hígado, que permitirá almacenar más glucógeno sí tenemos un problema. de carencia de alimentos (o de temor a dicha carencia), o ya se trate de una parálisis de las extremidades inferiores, porque nos sentimos obligados a correr en dos direcciones opuestas y físicamente no somos capaces de hacer tal cosa. Esta parálisis, signo de una doble limitación inmovilizadora, nos sirve para quitarnos de encima este estrés. EVITAR EL ESTRÉS
El síntoma es, en efecto, una reacción del organismo que sobreviene dentro de la perspectiva de evitar el estrés. En el último ejemplo citado, el estrés procedía de la necesidad de correr en dos direcciones opuestas. Si estamos paralizados, ya no nos encontramos ante esta indecisión, ante este dilema cuya solución imposible nos producía un estrés insoportable. Si nos han insultado y sufrimos después una pérdida de audición, el síntoma nos permite dejar de estar en contacto con esa fuente concreta de estrés que es la audición. Si nos han faltado los alimentos y desarrollamos un nódulo en el hígado, este nos permite dejar de estar expuestos de manera constante a ese estrés del miedo a la falta de alimentos.
La enfermedad, el síntoma, es, por tanto, un procedimiento biológico que tiende a alejarnos del estrés; o, más exactamente, a aliviarnos del contacto consciente y permanente con un estrés determinado.
La solución de adaptación del cuerpo consiste en enterrar en el inconsciente, lo más hondo posible, el problema que no hemos podido arreglar, superar o solucionar. Así, el problema queda relegado, reprimido, de un modo que nos permite seguir funcionando.
En el inconsciente biológico, un órgano codificará el problema y se hará cargo de él. De este modo, el estrés general se convierte en un estrés local, completamente inconsciente.
Jacques Salomé cuenta una anécdota significativa en este sentido. Preguntó a una mujer que había acudido a su consulta:
-¿Ha tenido usted algún aborto?
-¡No! —respondió ella.
—¿Cuántas veces?
Tres
Conscientemente, ella no ha abortado. Todo va bien…
Caso clínico
Un hombre se presenta en mi consulta con cáncer de pulmón. Le pregunto si ha sentido miedo intenso a la muerte, ya que el pulmón es el órgano asociado a este sentimiento concreto. El hombre, movilizando inconscientemente sus defensas, me responde, un poco irritado; «No, en absoluto». Yo le recomiendo que guarde la calma y le doy cita para el mes siguiente. En esta segunda consulta, me cuenta:
—Me ha vuelto a la cabeza una cosa. No había caído en ella en un primer momento. Lo del miedo a la muerte, me ha recordado algo. Fue mucho antes de mí problema de salud. Puede que se trate de eso. Pero lo había olvidado por completo…
Me cuenta entonces un accidente de coche que había vivido de niño. La familia sale de vacaciones; todos están muy contentos, con prisa por llegar; el padre conduce deprisa, muy deprisa. En pleno campo, llega otro coche de frente y choca con ellos. El niño va en el asiento trasero. Recibe una sacudida fuerte, pero consigue salir del coche. El padre, la madre y la hermana quedan inconscientes. Hay sangre por todas partes. Se dirige al otro vehículo para pedir ayuda. Sus ocupantes han muerto en el acto. Busca entonces una casa para pedir auxilio, pero no hay ninguna. Tendrá que recorrer kilómetros interminables a píe, dejando a sus padres entre la sangre. Se pone en camino sin saber si volverá a encontrarlos…
Sólo he descrito el contexto. Bien podemos imaginarnos la intensidad de los sentimientos de este niño respecto de la muerte. A pesar de la gravedad de los hechos, me dijo con toda la naturalidad del mundo:
—Verdaderamente, tuve miedo de que murieran. Pero se me había olvidado.
Así pues, el hecho había sido dado de lado. Era un miedo tan insoportable que lo había enterrado en su inconsciente, y después lo había codificado biológicamente en los pulmones.
Una parte del cuerpo, del cerebro, del inconsciente, se hace cargo del problema, para quitárselo de encima al resto del cuerpo y para que la persona pueda seguir viviendo y funcionando.
EL SÍNTOMA ES UN EXCESO O UNA FALTA DE LA NORMA FISIOLÓGICA
El síntoma no es más que un exceso o una carencia de la norma fisiológica. No existe ninguna enfermedad que haga aparecer en el cuerpo humano un órgano nuevo o desconocido. Cuando una persona tiene un tumor en un hueso, simplemente tiene más hueso. Cuando alguien tiene acúfenos, oye sonidos, más sonidos. O bien, a la inversa, el síntoma funciona por defecto: la persona sufre pérdida de audición, se vuelve miope o se descalcifica.
La enfermedad es una reacción excesiva que se lleva a cabo con el fin de sobrevivir. Esta reacción surge siempre en un contexto preciso, ante una situación o un entorno particular, y responde a determinadas características reconocibles que trataremos más adelante. Es la solución que encuentra el cuerpo para otorgarse a sí mismo una mayor posibilidad de adaptación y de supervivencia.
Este principio de la adaptación se puede constatar, por otra parte, observando la evolución de los seres vivos a lo largo de las generaciones y de los milenios. Consideremos, por ejemplo, la evolución del hombre, que en otras épocas, en las eras glaciales, tenía más bello, tenía los dientes mucho más robustos.., El vello corporal ha desaparecido paulatinamente, los dedos de los pies se han acortado, la dentadura ha evolucionado, las muelas del juicio han desaparecido definitivamente en algunos casos. El cuerpo se adapta al entorno, a las condiciones externas. Nadie considera que esta evolución constituya un problema; no es una enfermedad, sino una capacidad de adaptación maravillosa.
Podemos constatar esta evolución de los seres vivos en todo el reino animal y vegetal, a medida que se producen cambios en el entorno (temperatura, depredadores, medio ambiente, etcétera), para adaptarse al mismo. Recordemos que Darwin afirmó que una de las leyes principales por las que se rige la selección natural de las especies es la capacidad de adaptación: las especies que no consiguen adaptarse a los cambios del entorno acaban por desaparecer.
Podemos citar también, de pasada, el trabajo de Selye, a quien yo considero uno de los precursores de la Descodificación Biológica. Selye fue el primer autor que habló del estrés considerándolo como algo positivo y necesario para la adaptación y para la supervivencia.
Las Causas de la Enfermedad
El Shock Biologizante
TODO SÍNTOMA, toda enfermedad, arranca en un momento dado, preciso, con un shock. Se trata de un drama localizable, al que se le puede dar fecha y hora, minuto y segundo. Yo propongo llamar a este drama «bio-shock» o «shock biologizante».
Este concepto de instantaneidad es fundamental. Aunque a muchos les parezca evidente, en la práctica yo conozco a pocos terapeutas que hagan hincapié en esta búsqueda del instante en que se desencadena la enfermedad. Existen muchos enfoques, no por ello menos interesantes, que evocan, por ejemplo, las relaciones difíciles que se han podido tener con una madre dominante, los efectos traumáticos de la pérdida de un ser querido o de un divorcio patológico, etcétera; pero estos enfoques, en general, no llegan a investigar cuál es el momento preciso del hecho que se ha vivido mal. Puede ser, por ejemplo, el instante en que la persona se encuentra con su cónyuge ante el juez; o bien aquella llamada insultante por parte de la familia política, o esa noche en que la persona se ha encontrado sola en el lecho conyugal por primera vez desde hace años… Esta búsqueda del instante preciso, del momento clave del comienzo de la enfermedad, puede tardar su tiempo a veces. Según mí punto de vista, es una etapa insoslayable de la terapia, y yo animo a los practicantes de este enfoque a que no duden en dedicarle el tiempo necesario.
Este concepto del instante es fundamental, insisto, pues es el momento determinante, tanto en el comienzo de la enfermedad como en el comienzo de la curación. Hasta la una y veintiún minutos de la tarde, todo marcha bien… A la una y veintidós pasa algo, sobreviene un hecho inesperado, y la vida ya no es la misma a partir de ese instante. Ese cambio tiene consecuencias en los planos emocional, fisiológico, orgánico y psicológico. En el origen de toda enfermedad se encuentra ese momento-bisagra, ese instante en el que todo oscila.
Ejemplos clínicos
Para ilustrar este concepto, tomaré el caso de una mujer que acudió a mi consulta. Esta mujer padecía un tumor canceroso en un ovario, que le había aparecido después de casarse su hijo. Ella y yo buscamos el momento, el hecho preciso que constituyó el shock «biologizante», el drama que la dejó tendida como las estatuas yacentes de las iglesias, cadáveres eternos de piedra tallada.
Esta mujer vivió un shock al día siguiente de la boda de su único hijo, en el instante en que pasó por delante de la puerta abierta del cuarto que había sido de él, ocupado ahora por un vacío y un silencio insoportables. Y si ella se había quejado del ruido y del desorden durante veintidós años, ahora ya no había allí más que aquel silencio, como si él hubiera muerto para ella. Como si ella, como madre, hubiera muerto, como si ya no existiera. Era aquel instante el que había que encontrar. Pues, en la lógica biológica, el tumor de ovario está ligado a un conflicto que afecta directamente a la maternidad, a la descendencia.
Este caso me recuerda a su vez a otro que es algo semejante en determinados aspectos. Es el de un adolescente que tenía una caída del párpado derecho. El shock biologizante, en su caso, se había producido la noche siguiente a la muerte de su madre. Aquella noche, el muchacho se había levantado para ir al baño y había pasado por delante de la habitación de su madre, que estaba a su derecha. El cadáver estaba tendido sobre la cama. A él le resultaba insoportable ver aquel cadáver, aquel cuerpo de su madre, que habría querido ver pero que no era capaz de mirar, por lo traumático que le resultaba. Cada vez que pasaba por delante de aquella puerta se le reavivaba aquel estrés.
La solución biológica que encontró aquel adolescente para distanciarse de esa fuente de estrés era cerrar el ojo para no ver. Cuando al paciente se le permitió volver a encontrarse con aquel instante y con sus emociones, en la sesión de terapia, su caída del párpado empezó a curarse al cabo de unos minutos. Una semana más tarde, estaba completamente libre de ella.
CARACTERÍSTICAS DEL BIO-SHOCK
El bio-shock adopta diversas características. Los shocks, los dramas a los que tenemos que hacer frente, no son calificables en términos de shock biologizante. En la práctica, cada uno de nosotros debemos hacer frente a múltiples conflictos en nuestra vida diaria, y todos nos encontramos a lo largo de nuestra existencia con unos cuantos hechos aparentemente traumáticos, sin que estos nos susciten enfermedades. A la inversa, las personas aparentemente animadas, «sin problemas», sufren diversas enfermedades o síntomas.
El bio-shock pasa siempre inadvertido. Se encuentra en los sentimientos de la persona, y no en el hecho en sí. A veces se trata de un hecho anodino que despierta un sufrimiento pasado o un conflicto en potencia. ¿En qué consiste, pues, la diferencia? ¿Cuáles son las características del shock que entrañan el posible comienzo de una enfermedad?
1.- El aislamiento
El bio-shock surge de un hecho vivido en el aislamiento. La persona no ha sabido o no ha podido hablar de su sentimiento. Ha podido hablar del suceso, de lo que hizo ella, de sus creencias, pero no de su emoción profunda. O bien, si lo ha hecho, no se ha sentido acompañada, comprendida, liberada. A veces se ha sentido juzgada o rechazada; su sentimiento emocional ha podido quedar descalificado a sus ojos, sin encontrar otra vía de expresión, de exteriorización.
2. La sorpresa
El shock es imprevisto. El sujeto siempre resulta sorprendido, tomado a contrapié. No estaba preparado. Ejemplo: muere el padre o la madre después de una larga enfermedad. Como es un drama para el que el hijo estaba preparado, su dolor es fuerte pero llevadero. Por el contrario, se produce un shock completamente inesperado en el momento del reparto de la herencia, al quedar de manifiesto la avaricia insospechada de un miembro de la familia.
3. Sin solución
El shock aparece como carente de solución duradera y satisfactoria, consciente y voluntaria.
En el momento del shock, la persona no tiene acceso a su raciocinio, ni a su reflexión, ni a su reserva de recursos personales o familiares, Tampoco puede tratar en ese momento el problema por medio de la palabra. Se encuentra en un callejón sin salida.
4. Afecta a los valores profundos
El shock está vinculado con los valores del individuo. La persona que se encuentra con un drama atribuye a este un sentido en función directa de sus valores. Un despido puede constituir un shock biologizante para una persona que había asignado un valor supremo a su trabajo; o a la atención de los demás si no se siente escuchada; o a las relaciones humanas, si se siente abandonada, etcétera. Por así decirlo, la persona se identifica con un elemento del drama. Será este el que habrá que encontrar más adelante, en la terapia.
( Este es un apunte viejo de Christian .. le falta el punto 5 que es que se vive el evento en forma muy dramática.