La Cuarentena Cuántica
En estos duelos vamos a finiquitar, en la medida de nuestras posibilidades, las cargas y los encargos inconscientes que nos corresponden por herencias del clan:
Aquellos lastres que operan en nuestro inconsciente dirigiendo nuestra vida en forma de toma de decisiones a todos los niveles.
En el momento en que se realiza la primera parte de este ritual, (ancestros), se activa una “cuarentena automática”, que responde a la necesidad de “re-codificar la información implantada”, por “otras sensaciones” completamente transformadas.
La información que nos domina es información emocional y esta se encuentra codificada en cada una de nuestras células, formando parte del campo cuántico que a través de los sentidos crea nuestra realidad. Recordemos que para el inconsciente básicamente solo existe un año que se repite al infinito, de modo que es durante ese año donde se encuentran repartidas, en forma de “fechas relacionadas con los días de cada mes y los meses de ese único año”, todos los eventos que se han ido grabando en nuestras líneas de dobles, yacientes, herencias, proyecto sentido y resto de los enclaves más relevantes que nos impulsan y nos conforman. «40 días naturales, a efectos cuánticos equivalen a 1 año o ciclo completo para nuestro espectro de información emocional».
Es por eso que resulta de especial relevancia este periodo de cuarentena, pues nuestra información psíquica o emocional se estará simbólicamente “formateando o reiniciando”.
Salvando las distancias, algo parecido a lo que sucede cuando ponemos a formatear un disco duro; toda la información base del disco está en pleno proceso de transformación.
Nuestra información se encuentra también “almacenada o compartida”, a modo de réplica fractal, en cada una de las células de nuestro cuerpo, ya que se puede decir que somos al completo «básicamente información».
Es por eso que tendremos que atravesar un proceso “corpuscular”, a través de la densidad de la energía propia de nuestro “constructo físico” y surcando la línea temporal, por lo que necesitaremos “tiempo”, para que un cambio fundamental en la información quede implementado de forma más o menos definitiva.
Si imaginamos nuestra clásica línea temporal como un despliegue de potenciales semejante a una “autovía de la información”, donde muchos carriles paralelos convergen en distintos puntos, y van siempre “hacia adelante”, estaríamos hablando de reconstruir ese trazado de forma que cambie todo ese “paisaje” de circulación de la información.
Es por eso que durante este periodo hay que preservarse lo máximo posible, enfocándose en el “descanso interior”; parando la rueda de pensamientos recurrentes y expectativas en general, —de cualquier tipo—, pues estamos en una etapa de “impasse” o “stand-bye”.
En cierto modo, podríamos pensar en la larva transformándose en mariposa, y ahí, solo hay transformación, y entrega total a ese proceso de transformación.
Si forzamos algún punto de inflexión en esta disposición, estaremos eclosionando en un ambiente de caos total, y los resultados de nuestra iniciativa serán “algo más que frustrados”.
Durante este periodo de cuarentena es prioritario evitar tomas de decisiones cuya relevancia sea trascendental, como comenzar o terminar una relación, vender una casa, cambiar de domicilio, cancelar o iniciar empleos, empresas, etc. (Obviando casos de urgencia, prioridad personal o relevante necesidad).
Es un periodo perfecto, sin embargo, para centrarnos en nosotros mismos con dedicación, a modo de observadores, teniendo en cuenta que mucho se moverá “ahí afuera”. Siendo conscientes de que aparecerán situaciones quizá insólitas, (como que un hijo o una hija se manifieste de manera completamente inusual a su normal proceder con respecto a nosotros). O se produzcan llamadas imprevistas, o situaciones cotidianas cambien de forma extraña e inesperada.
Es preciso permitir que el inconsciente se re-posicione y habremos de estar atentos, a partir de la realización de estos duelos, a los sucesos o manifestaciones “de los demás”, pues se estará expresando justo aquello que más se necesita; siendo determinante nuestra actitud de observación, canjeando el juicio o la reacción por un ejercicio de aceptación y auto-silencio interior.
Estos duelos se dividen en tres grandes bloques:
1.- Ancestros
2.- Relaciones
3.- Coyuntural
Iremos detallando a continuación los pormenores y las “técnicas” para cada caso.
Es sin embargo, cuando se realizan los duelos con los ancestros, (que representan la parte más relevante de nuestra impronta), cuando desde ese momento contamos con la «activación de la cuarentena».
«La cuarentena cuántica se activa con la realización de los duelos con los ancestros».
PRÁCTICA DE LOS DUELOS I
Duelos con los Ancestros
Insistimos en la necesidad previa de realizar un estudio exhaustivo de nuestro árbol generacional, conociendo los pormenores del mismo y los vínculos especiales que nos unen con los familiares, así como los posibles programas heredados, patrones de repetición, encargos de reparación, yacientes en la medida de lo posible; abortos, circunstancias generales, enfermedades, etc.
A estas alturas de este libro, contamos con una “llamada transgeneracional inconsciente” (que bien puede potenciarse también desde el umbral del consciente), que se activa al “remover ese árbol generacional” a través de la intención de la realización de estos duelos.
Una energía “extra” se está preparando para ayudarnos en este Gran Ritual, pues los “difuntos del clan”, (si los tenemos en cuenta como energías residuales que habitan en nosotros), sienten una convocatoria para que todo sea por fin “finiquitado”; resuelto o armonizado.
Equivalente a un llamado o puente de apertura hacia nuestro inconsciente vinculado con el clan.
Es de máxima importancia leer este libro hasta el final, antes de realizar ningún duelo propiamente dicho, pues será durante el transcurso de su lectura y su comprensión final, cuando obtendremos la información crucial necesaria para la óptima realización de estos rituales.
Este es un “libro-Guía”, y lo que vamos a realizar a partir de este punto es “esa guía” para que usted, cuando termine este libro, se encuentre plenamente capacitado para su efectiva resolución.
Los duelos se han de realizar posteriormente a la lectura de este Libro-Guía, en sesiones privadas en soledad, propiciando un
entorno de máxima intimidad.
Será usted únicamente quien los pueda realizar, dirigiendo las sesiones de principio a fin, permitiendo que afloren las emociones pertinentes y gestionando la información resultante; ya investido como “Maestro de Ceremonias”.
Es usted quien va a armonizar al clan a través de su presencia consciente, razón por la cual el resto de los integrantes; padres, hermanos e hijos podrán verse afectados posteriormente a causa de este ritual, en mayor o menor medida.
Las líneas directas de hijos, provenientes de la madre que haga este ritual, se verán claramente “afectadas” en un tiempo acelerado, pues el enlace de información entre madres e hijos se encuentra en fase de lo que podríamos denominar “línea directa”.
Esto es algo que hemos comprobado una y otra vez a través de la experiencia, pues son cientos de personas las que han realizado estos duelos con antelación a la escritura de este libro: Casos con un seguimiento en consulta desde los cuales podemos extraer comprobadas conclusiones.
También hemos constatado que los resultados de estos duelos han ido incrementándose con el transcurso del tiempo y la afluencia de personas implicadas, engrosando ese “campo morfogenético” que, a través de una masa crítica, y a modo de egregor de este ritual, ya está de muchas formas operativo en ese “quantum” al cual todos estamos conectados.
Las líneas directas que nos preceden, nuestros padres, se verán afectados en la medida en que nosotros podremos contemplar la realidad de una forma distinta, a la vez que nuestra relación con ellos (a partir de este ritual), se adaptará a los resultados de nuestra interacción, en ese espacio virtual donde hemos intervenido la realidad.
Lo que hagamos en estos duelos será virtualmente escuchado por nuestros padres, hijos, pareja o hermanos, y será implementado “cuánticamente hablando” en su/nuestra realidad, como si esta intercomunicación se hubiese producido de forma real, en cualquier momento cotidiano de nuestro panorama de vigilia.
Habremos removido sin duda los pilares en los que se basa el reparto de información del clan en cuestión, y será natural que durante un periodo de tiempo indeterminado se realicen reajustes de toda índole.
Pongamos un ejemplo sobre esto:
Si yo soy un hijo cuyo encargo familiar es cuidar de mis padres, por portar a su vez ellos un programa de «ser cuidados», o sirvo de útil para absorber determinado tipo de información (y debido a esto aparece un cuadro de drogadicción), y comprendiendo mi situación “salgo” de esa línea temporal, o potencial de realidad, (que a través de mi se encontraba adjudicado), los residuos pendientes tendrán que repartirse entonces, también, entre los familiares que estaban predestinados a portar “otro tipo de información”, y puede que durante un periodo se vean “afectados” también en función de esta derivación colateral, pues aquella parte programada que se expresaba a través de nosotros, tendrá que encontrar otros canales o vehículos de expresión..
Esto ocurrirá con la víctima, con la dependiente emocional, con el perpetrador, con quien carga el gran programa de la carencia…
Al final de este libro nos adentraremos en las diferentes opciones con respecto a las influencias de nuestro proceso en relación al resto del clan.
Tengamos en cuenta que el clan “succiona” o participa de una información común.
Por eso «es un clan».
Imaginemos una pelota de goma virtual que representa la esfera de información emocional de todo el clan, donde pinchamos unos alfileres de negra cabeza que representan a su vez a cada miembro de la familia.
Las cabezas de alfileres se nutren, responden y “chupan”, la energía emocional e información de esa pelota de forma constante, aportando datos de nuevo que revierten en la información de la pelota, con las nuevas implementaciones devengadas del recorrido individual perceptual o existencial de cada uno de los alfileres. Imaginemos ahora que «uno de los alfileres», introduce cambios drásticos en esa
pelota de la que todos succionan información, de modo que la información de la pelota es afectada por ese alfiler de forma sustancial.
Si la información de la pelota se ha visto afectada, la información que les llega al resto de alfileres “les obliga”, a entendérselas con
esa nueva información, y por lógica tendrán que hacer también su propia labor, ya independiente, con respecto a estos cambios de información que ahora comienzan a formar parte también de ellos mismos.
Estamos hablando en términos metafóricos teniendo en cuenta que la pelota de goma simboliza al clan, siendo en el fondo la información que portamos nosotros, sabiendo que los otros no-existen salvo como una proyección de la pelota y, a la vez, la pelota es cada uno del resto de los miembros en su totalidad.
Si algo queda claro, es que la labor consciente de extracción de la sombra ya ha sido encomendada a un miembro de ese clan:
«No es en vano que precisamente sea usted, quien esté leyendo este libro y no su padre o su hermano».
Podríamos decir, que algún tipo de designio relacionado con la «necesidad de sanación de su clan» le ha “elegido a usted” para esta misión.
En realidad, el transbordo de información generacional, al igual que genera un hijo “toxico”, o un niño sostenedor, también genera un “hijo conciliador”, más allá de toda pretensión consciente de los unos o de los otros.
Podemos decir pues, que los involucrados en el ejercicio que va usted a realizar se verán afectados, aunque lo que estaría ocurriendo es que ¡Es usted quien está cambiando!
Es por eso también, visto ahora desde la unicidad, que “todos cambian”, porque nuestra proyección de la realidad ha sido intervenida desde la causa, o al menos desde el estado de las causas que alguna vez “fueron”, transformadas ya en los efectos reincidentes con tendencia a la repetición, que conforman la información y los programas del transgeneracional.
Es aquí cuando tomamos conciencia de que “el tiempo no-existe”, o “nada nos es ajeno” (todo nos corresponde), porque comprobaremos que todo es “Aquí y ahora”, y solo en este instante pueden todos los tiempos ser afectados, ya que la información solo puede cambiar desde su «verdadera situación atemporal».
Estando en un estado de provocada neutralidad, ya no es siquiera usted mismo quien dirige la sesión, sino una fuerza intangible que reclama esa necesidad de re-encuentro y “sanación” (gestionada a través de su espectro emocional), puesto ya al servicio de esta proeza.
Antes de esto y mientras dure la lectura de este “libro-instructor”, el propio libro nos inducirá, a través de su simple lectura, a experimentar un recorrido completo en el que tomaremos contacto con muchas sensaciones, a modo de anticipación, de forma que nuestro inconsciente se irá preparando, a la vez que reposicionando, para que la información a través de nuestra intención fluya con la máxima solvencia.
Nuestra actitud, resultará determinante en este proceso y habremos de contar con nuestra disposición «pre-clara»; asumiendo nuestro papel de observación, a la vez que aportamos nuestro vehículo emocional como “centro motor” de aquellos aspectos a equilibrar. En ese momento del ritual, somos los “terapeutas del clan” y si bien nos dispondremos a recabar información crucial, (como activos conocedores del
compendio emocional que va a ser “gestionado”), la implicación en primera persona desde el sufrimiento, el drama, la pérdida, la culpa o la tristeza, dejan de ser mínimamente útiles en esta situación.
Tengamos en cuenta que «ya se ha sufrido bastante»: Ya se ha padecido y soportado en forma de cargos inconscientes de manera «más que suficiente» para que ahora, en ese momento del ritual, las emociones contenidas que «nos
preceden», sean tratadas desde el punto de observación como «emoción en estado puro»;
Sin más.
«Nuestra situación de solvencia con respecto a este cúmulo emocional, pasa por ese “estado de neutralidad” propio de un avezado terapeuta».
El terapeuta se encuentra en un estado determinante de neutralidad, y mantiene una “sana distancia” con respecto a las emociones que se dispone a guiar y a equilibrar en los demás, ya que se le supone conocedor del paradigma donde se desenvuelve.
¿Se imaginan a un terapeuta en consulta, participando de las desdichas y sufrimientos de su cliente, en primera persona, sintiendo la misma rabia, frustración o aflicción que la persona con la que trata en ese momento?
¿Nos imaginamos una sesión de guía o de acompañamiento, psicoterapia o descodificación, donde el guía, especialista o terapeuta coopere, activamente, con los pesares de la persona que trata de guiar para ayudarle a armonizar determinado potencial?
Sería una situación un tanto peculiar en todo caso, ya que la sesión entonces se convertiría en cualquier cosa menos en «terapéutica».
Nuestra disposición pues, habrá de ser receptiva y conciliadora, haciendo de filtro transmutador de cada una de esas emociones, pulsiones y resentimientos que surjan durante este ritual.
«Esa habrá de ser nuestra única función en cuanto a disposición se refiere en estos duelos».
Somos desde ese momento el terapeuta; el “maestro de ceremonias”, el “director de la orquesta” y el guía, que conoce perfectamente su rol y su labor en este proceso-compromiso asumido desde nuestra intención y nuestra solvencia estructural.
En estos duelos, independientemente de estar en una situación completamente «neutral», (fundamental por otro lado para que «fluya la información»), somos al tiempo «sensor y artífice»; y vamos a crear una vía alternativa de expresión, para dar salida a todo aquello que ha estado guardado en la trastienda; a todo aquello que necesita salir a la luz:
—A todo aquello que necesita ser expresado—
Es desde una disposición de neutralidad y aceptación cuando la información puede fluir de manera inesperada, dándonos las claves de muchos de los acontecimientos ocultos que conforman, —o han conformado—, parte o gran parte de la programación que nos dirige y por lo tanto nos aflige.
Utilizando un símil y hablando del inconsciente, imaginemos la casa virtual de nuestros ancestros completamente clausurada, llena de polvo acumulado, mugre y telarañas.
Vamos a hacer “limpieza” y nos disponemos a «ir a por faena».
Abrimos puertas y ventanas, quitamos las telarañas, desenfundamos los muebles, quitamos el polvo, barremos, fregamos y abrillantamos…
Estamos entregados a esta dedicación y es sistemática; terminamos una fase y comenzamos con la otra; estamos abriendo las ventanas, iluminando las zonas de oscuridad, aligerando peso, “poniendo orden”, equilibrando y saneando ese ambiente por mucho tiempo vetado.
—Cuando no bloqueado, amurallado y enquistado—
Puede que tenga usted la sensación de estar haciendo los duelos,
—propiamente dichos—, tan solo a través de la lectura de este libro y contamos de hecho de antemano con esa sensación, ya que la preparación que antecede a estos duelos supone de alguna manera “cuánticamente efectuarlos”, en un nivel indeterminado de nuestro psiquismo que dependerá de la implicación, sensaciones y capacidad de abstracción de cada persona.
Otras veces, será más importante y determinante por el momento «comprender estos duelos» —que hacerlos—, puesto que la comprensión ya supone un «elevado acto en sí mismo en relación a una realización basada en la pretensión rutinaria sin verdadero fundamento».
Mientras está usted inmerso en la lectura de este libro, puede que considere suficiente el resultado devengado del acto de leer, y necesite cerrar los ojos en cada pasaje y solventar, y resolver sobre la marcha aquello que quizá aflore a su mente de forma espontánea.
Puede que requiera leer este libro tres veces, al menos, antes de hacer unos duelos de forma completa y resolutiva, y puede que a través de la insistencia y la repetición de la incursión, a través de esta guía mediante su lectura, usted avance hasta completar un ritual determinante para su vida, —aunque nada más resolutivo que hacer el ritual después, aislado y en soledad, siguiendo las instrucciones de este aprendizaje—.
Ya que tiene en sus manos un libro de Descodificación Cuántica, podríamos considerar los meros efectos de su lectura en consecuencia «cuánticos», teniendo en cuenta la inducción al trance producida por el mismo y considerando el transbordo de información que, ahora sabemos, se implementará de forma inevitable por correspondencia vibracional, y repercusión del campo unificado.
Usted es la parte de un todo que se nutre de información y experiencia y, usted, es la parte y el todo donde revierte su Nivel de
Conciencia.
Insistimos: Este libro supone la guía de los duelos y, en principio, conforma la “avanzadilla fundamental” para facilitar su realización de forma íntima y personalizada, en un acto-ritual tumbados en la cama.
Teniendo en cuenta que su realización (como hemos explicado con antelación y continuaremos insistiendo progresivamente), podrá provocar más o menos sintomatología y, en esperables ocasiones, será recomendable la asistencia personalizada por parte de un especialista en Descodificación Cuántica.
No obstante y en función de la necesidad y certeza de cada cual, pueden ser realizados de forma independiente y bajo su responsabilidad, teniendo en cuenta la preparación y guía, que supone la comprensión última de los principios y recursos que conforman el sentido de esta metodología.
Tras la lectura de la fase principal de los duelos de los ancestros, que detallaremos a continuación, en el apartado «Consideraciones Especiales sobre los Duelos», podremos encontrar respuestas para determinados casos y, a través de sus impresiones personales, (después de conocer de primera mano esta información), podrá dosificar su lectura, retrasar su resolución, o simplemente insistir en su lectura en distintas ocasiones, considerando que esto supondrá en cierta medida, «algo más que un acercamiento con su inconsciente
transgeneracional», sumando la posibilidad de aportar soluciones interiores “cuánticamente hablando”, que se irán viendo implementadas a través de la línea temporal de una manera progresiva y sostenible.