Si no participamos socialmente, podemos experimentar muchos síntomas físicos y emocionales cuando nos enfrentamos a condiciones adversas. Una respuesta es el estado de movilización de la cadena simpática espinal, caracterizada por actividades de lucha o huida. La otra respuesta viene de la activación del circuito vagal dorsal. Nuestros músculos y tejidos conectivos pierden su tono normal y se ablandan, y sentimos el cuerpo pesado. Visto desde fuera, nuestros músculos están flácidos. Si intentamos hacer una tarea, aunque sea pequeña, nos cuesta un esfuerzo monumental movernos. En este estado es típico que nos sintamos desvalidos, apáticos y desamparados. Los latidos cardiacos se ralentizan, la presión sanguínea baja, la sangre se retira de la periferia del cuerpo y se reúne en el centro. Mucha de la sangre llena de oxígeno y nutrientes que normalmente acudiría a las piernas y los brazos para permitir la respuesta de lucha o huida propia de la actividad de la cadena simpática espinal se retira al tórax y al abdomen para mantener al mínimo las funciones viscerales básicas. Los pies y las manos están fríos y húmedos. Cuando nos encontramos en un estado vagal dorsal, a menudo tenemos dolo- res que se «desplazan» por distintas partes del cuerpo. La mayoría de las personas creen que los dolores que experimentan se deben a la tensión muscular, y los terapeutas acostumbran a masajear el cuerpo donde duele o donde los músculos están duros. Pero, a menudo, cuando alivian un dolor en un sitio, aparece otro en algún lugar diferente. Esto puede parecerles inexplicable a los masajistas que saben que han llevado a cabo un buen trabajo al hacer que un músculo que estaba duro ahora esté suave. El cliente que no encuentra una mejoría, dice: «Ahora el dolor se ha ido a este otro sitio». Así, el terapeuta persigue el dolor de un lugar a otro, sin que el cliente llegue a sentirse mejor. Este problema a menudo se diagnostica como fibromialgia. En lugar de limitarse a masajear la zona dolorida, la mejor manera de tratar este problema de salud consiste en sacar a la persona del estado vagal dorsal activando el estado del circuito ventral, por ejemplo con el ejercicio básico (ver la segunda parte). Hay señales que se pueden observar comúnmente cuando estamos en un estado de shock o de desconexión: el rostro pierde su color y tiene un aspecto carente de vida e insensible, la expresión facial está fija y los músculos de la cara cuelgan. La voz también es inexpresiva, uniforme y carente de melodía. Los ojos parecen apagados y desprovistos de vida; no tienen chispa. Además, la presión sanguínea puede estar baja, lo cual puede producir mareo o desmayo (un síncope vasovagal). Esto sucede porque si nuestros músculos carecen de tono, la presión sanguínea no necesita ser elevada para empujar la sangre a través de los músculos, que presentan menor resistencia. El estado vagal dorsal puede también estar implicado en el síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS, por sus siglas en inglés). Los individuos que lo sufren es fácil que se desmayen cuando se ponen de pie y su presión sanguínea cae. A menudo presentan numerosos síntomas de desequilibrio del sistema nervioso autónomo. Muchos síntomas de este síndrome parecen estar causados por un menor control del sistema nervioso autónomo sobre el flujo y la presión sanguíneos. El sistema nervioso autónomo regula los necesarios ajustes en el tono vascular, el ritmo cardiaco y la presión sanguínea cuando nos ponemos de pie. En el caso del POTS, el sistema parece estar desequilibrado, y la sangre no parece ir adonde debería. ⁴ La activación del circuito del vago dorsal también puede causar sudoración o náuseas. En situaciones extremas, como en el caso de un susto súbito e importante, puede presentarse una pérdida del control de la vejiga y del esfínter anal. La respiración se ralentiza y el volumen de cada respiración es mucho menor que de costumbre. Nuestra percepción mental se vuelve hacia dentro, o incluso desaparece del todo cuando se presenta un peligro arrollador, con el resultado de la disociación y la retirada de la conciencia del cuerpo. No estamos en el aquí y ahora y podemos sentirnos como si tuviéramos una experiencia extracorpórea, como si estuviésemos observando lo que pasa desde una gran distancia. El flujo de sangre a los lóbulos frontales del cerebro también se reduce con la activación del vago dorsal. Es en estos lóbulos donde residen nuestras funciones más elevadas. Los lóbulos frontales se consideran la parte humana del cerebro y están relacionados con las funciones que son el lenguaje y la voluntad. Con el término voluntad estoy haciendo referencia al hecho de concebir una idea de hacer algo y controlar nuestro avance hacia ese objetivo. A menudo, después de un hecho traumático decimos que no recordamos lo que sucedió. Nuestro cerebro es incapaz de formar verbalizaciones o visualizaciones sobre lo que ocurrió en ese momento porque estábamos reaccionando desde una parte del cerebro y del sistema nervioso distinta, más primitiva. La disociación es un problema extendido. Se puede definir como una actividad permanente de nuestro nervio vago dorsal que nos mantiene en un estado fisio- lógico de miedo. Podemos estar presentes en un grupo pero no participar en la conversación, o podemos estar letárgicos y carecer de empatía. Puede ser que hablemos mucho sin decir nada sobre nosotros mismos o nuestra situación. No podemos establecer objetivos o emprender acciones con el fin de producir cambios que pudieran ayudarnos en la vida. Este estado mental depresivo está sostenido por una actividad incesante de la rama dorsal del nervio vago. Sin embargo, si no tenemos miedo, la actividad vagal dorsal tiene un efecto bastante distinto. El estado de inmovilidad sin miedo, basado en la actividad vagal dorsal combinada con la actividad de los nervios craneales de participación social, provee las bases fisiológicas para el descanso y la recuperación, y favorece la intimidad.
Aunque muchos individuos dicen que están estresados, un gran porcentaje en realidad no lo están en términos de actividad de la cadena simpática espinal. Desde el punto de vista fisiológico, algunos de ellos se encuentran en realidad en un estado de actividad vagal dorsal (desconexión o retirada). Desde el punto de vista emocional, se encuentran en un estado deprimido. Esta situación puede ser el resultado de un incidente traumático sucedido en el pasado. Pueden tener un diagnóstico de estrés postraumático aunque no estén fisiológicamente en un estado real de estrés, el que es propio de la cadena simpática. Según la teoría polivagal, su estado es de activación de la rama dorsal del nervio vago; en consecuencia, estos individuos pueden sufrir letargo e inmovilización. La manera de sacar a la gente de estos dos estados –estrés con conductas concomitantes de lucha y huida (movilización con miedo) y conductas derivadas de sentimientos depresivos con retraimiento (inmovilización con miedo)– consiste en activar la rama ventral de su nervio vago. Los tres circuitos del sistema nervioso autónomo son jerárquicos, con una progresión por pasos de un estado al otro, de acuerdo con el desarrollo evolutivo del sistema nervioso autónomo de los vertebrados. La participación social, basada en el circuito nervioso que la evolución ha traído más recientemente y que incluye la rama del vago ventral, se halla en la parte alta de la escalera, y favorece la inmovilización pacífica y un sentimiento de bienestar. El siguiente peldaño en sentido descendente es la cadena simpática espinal, que activa la respuesta de lucha o huida. En la base se encuentra el circuito vagal dorsal, la estructura evolutiva más antigua, que pone en funcionamiento la respuesta defensiva de la inmovilización con miedo. La actividad de la rama ventral del nervio vago inhibe los dos niveles inferiores. La activación del circuito vagal ventral, que respalda las actividades productivas en términos de supervivencia personal, además de las actividades sociales, nos saca de la activación crónica del sistema simpático espinal, y también de los estados dorsales de desconexión o retraimiento. No es necesario subir paso a paso por la escalera desde el apagado hasta el estrés, y luego pasar del estrés a la participación social. La actividad del circuito vagal ventral traslada a la persona directamente desde la situación de desconexión y depresión emocional hacia arriba, hasta el estado vagal ventral. La actividad del siguiente peldaño hacia abajo, la cadena simpática espinal, inhibe el circuito vagal dorsal. Correr, nadar u otras formas de ejercicio que simulan los esfuerzos de lucha o huida ayudan a sacar a los pacientes de la depresión. ⁵ Muchos tipos de medicamentos antidepresivos funcionan de manera parecida. Estresan el cuerpo químicamente, con lo cual activan temporalmente la cadena simpática espinal. Sin embargo, los fármacos antidepresivos no nos acompañan en todo el camino hasta el nivel de la participación social, y pueden tener efectos secundarios indeseables. Puestos a escoger, creo que la mayor parte de la gente preferiría salir de los estados depresivos con ejercicios de autoayuda, como los que describo en la segunda parte. El objetivo de mis tratamientos es sacar a mis clientes del estado de estrés o de depresión y llevarlos hasta el nivel de la participación social. Espero que los ejercicios y tratamientos manuales contenidos en este libro ayuden a muchos a alcanzar el estado de participación social y bienestar. Hay una buena razón para subrayar la importancia que tiene que la rama ventral del nervio vago funcione correctamente para alcanzar una salud física y psicológica óptima. El estado de nuestro sistema nervioso autónomo nos da una indicación de nuestro nivel general de salud física y bienestar emocional. Cuando nuestro sis- tema nervioso autónomo se encuentra en un estado de estrés o de desconexión, a menudo tenemos problemas con nuestra salud, con nuestras relaciones y con nuestros estados emocionales. En mi clínica y consulta, si las pruebas muestran que la rama ventral del nervio vago no está funcionando bien (ver el capítulo cuatro), mi prioridad es hacer funcionar correctamente este nervio. A lo largo de los años he aplicado distintas técnicas para ayudar a sacar a las personas de estados de estrés o depresión y restablecer el buen funcionamiento de su rama vagal ventral. En los últimos años he visto que es suficiente con que mis clientes se ayuden a sí mismos practicando el ejercicio básico (ver la segunda parte). En algunos casos (por ejemplo, con bebés, niños pequeños, o individuos que
se encuentran dentro del espectro autista) puede ser difícil o imposible transmitirles por medio del lenguaje la forma de hacer los ejercicios correctamente por su cuenta. En esos casos, utilizo técnicas manuales de la terapia craneosacral biomecánica. Se encuentra una descripción de una de ellas en la técnica de liberación neurofascial (también en la segunda parte). Después de que los clientes han hecho el ejercicio básico o de que yo haya utilizado mi técnica manual, compruebo nuevamente su función vagal para ver si se ha conseguido el cambio deseado. Una vez que la función ventral del nervio vago ha empezado a restablecerse correctamente, aplico técnicas adicionales de la terapia craneosacral biomecánica. En muchos casos, después de que el nervio vago ha vuelto a funcionar correctamente, los problemas de salud disminuyen o desaparecen. ⁶ «Pero ¡usted no es médico!», puede ser que digan algunos. No, no lo soy. En mi clínica no hago ningún tipo de diagnóstico clínico ni trato enfermedades. Hacer diagnósticos y tratar enfermedades por medio de recetar medicamentos corresponde únicamente a la responsabilidad de un médico bien formado. Lo único que puedo hacer en este contexto es valorar el buen o mal funcionamiento de la rama ventral del nervio vago de mi cliente y de los otros cuatro nervios craneales necesarios para la participación social. Muchas de las personas que vienen a verme ya han recibido un diagnóstico por parte de un médico. Trato a gente que viene con un diagnóstico médico, en primer
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