El Análisis Bioenergético
El doctor Alexander Lowen fue el creador del análisis bioenergético, https://es.wikipedia.org/wiki/Alexander_Lowen un enfoque revolucionario de la psicoterapia que combina las intervenciones físicas con las psicológicas. En esta psicoterapia la información obtenida del cuerpo de los pacientes, como los patrones de tensión muscular, se usa como herramienta de diagnosis, y se emplean intervenciones físicas para propiciar cambios en el organismo y elevar la conciencia psicológica de los conflictos que se manifiestan somáticamente. Asimismo la información psicológica guía el proceso del diagnóstico, y se utilizan las intervenciones psicológicas para facilitar cambios físicos en los cuerpos de los pacientes y consolidar los cambios psicológicos provocados por las intervenciones físicas.
En ese sentido, el análisis bioenergético es verdaderamente una terapia humanística mente-cuerpo que concede la misma importancia a los aspectos físicos y mentales del individuo en su totalidad. Lowen estudió con el famoso psicoanalista Wilhelm Reich, que a su vez había estudiado directamente con Sigmund Freud. Se sabe que este declaró en numerosas ocasiones que el ego es fundamentalmente un ego corporal, pero el psicoanálisis que creó prestaba poca atención al cuerpo. Sin embargo, Reich avanzó más en esta idea de Freud sobre el papel del cuerpo en la psicopatología y desarrolló varios enfoques psicoterapéuticos basados en trabajar con el organismo de los pacientes. De igual manera Lowen continuó esta tradición a través de su creación del análisis bioenergético.
En «El estrés y la enfermedad: un enfoque bioenergético», Lowen esboza una teoría de la enfermedad aplicable a lo que convencionalmente se ha tratado como enfermedades físicas o mentales, demostrando lo inadecuado de un dualismo mente-cuerpo que establece esas clasificaciones mutuamente exclusivas. En lugar de esto las presenta como psicosomáticas, combinando elementos de la mente y del cuerpo en todos los casos. Lowen expone las variables psicológicas pertinentes al tratamiento y a la prevención de muchas de las llamadas enfermedades físicas, reforzando la importancia de mantener una visión unificada de la mente y el cuerpo.
En «El ritmo de la vida», explora el placer en relación con el cuerpo. Mientras que las enfermedades y las dolencias suelen verse como importantes, Lowen advierte que, a menudo, el placer se considera algo insustancial y evasivo. Esboza una teoría corporal del placer, basada en los ritmos corporales, que va mucho más allá de su definición como la mera ausencia del dolor.
Su ensayo incluye una teoría de las emociones en la que se centra en las consecuencias nocivas de su represión, y finaliza teniendo en cuenta el campo
energético que nos rodea y nos conecta a todos.
En «La respiración, el movimiento y la sensación», desarrolla una noción del ritmo centrada en la respiración y el movimiento, los procesos rítmicos
fundamentales que son esenciales para la vida y que determinan el sentimiento. Presenta varios ejercicios terapéuticos para profundizar en los sentimientos y comenta la importancia de expresar los sentimientos negativos reprimidos como punto de arranque de la terapia.
Este tema se extiende en «Autoexpresión: nuevos avances en la terapia bioenergética». En él, Lowen hace hincapié en que la autoexpresión es fundamentalmente movimiento. También se centra en la importancia de los ojos para la autoexpresión y para contactar con los demás. Esta exposición incluye una teoría psicológica de los trastornos oculares, junto con la perspectiva de Lowen sobre la salud emocional basada en el grado de expresión que puede mantenerse al mirar a los demás a los ojos.
En «Pensar y sentir: el análisis bioenergético del pensamiento», investiga el papel del pensamiento con relación a las emociones, entre otras cosas su función adaptativa y su capacidad de distorsión como mecanismo de defensa.
Considera que es especialmente importante el papel del pensamiento en la afirmación personal mediante el mantenimiento de una racionalidad crítica. Del mismo modo, estudia la relación del pensamiento con la verdad y la belleza.
En «Sexo y personalidad», presenta una perspectiva de la sexualidad relacionada con la evolución humana, que en último término es esencial para superar la sensación de aislamiento y soledad inherente a la individualización. Desarrolla esto con una comparación de las dinámicas de la homosexualidad en contraste con las de la heterosexualidad, y también con una teoría de la experiencia orgásmica, con su expresión diferenciada en el sexo
masculino y en el femenino.
En «La voluntad de vivir y el deseo de morir», teoriza sobre cómo ambos conceptos pueden presentar resistencias que impiden la plenitud vital.
Obviamente una orientación hacia la búsqueda de la muerte, tal y como se expresa en los pensamientos suicidas, es una de esas barreras; sin embargo, Lowen demuestra que la voluntad de vivir también puede ser un obstáculo semejante en términos de negación de nuestro dilema humano. La solución que propone para este dilema es apelar a la importancia de poner la agresividad al servicio de nuestra realización. Lowen profundiza en este tema de la lucha entre la vida y la muerte en
«El horror: el rostro de la irrealidad. Autoexpresión y supervivencia». El horror, definido como una sensación de conmoción, se presenta como culturalmente
generalizado y como un entumecimiento de los sentimientos. Lowen investiga de qué modo la autoexpresión podría verse como una manera de escapar del entumecimiento producido por el horror.
En «La agresión y la violencia en el individuo», estudia las distinciones entre la agresividad, por un lado, y la violencia y la crueldad, por otro.
Comenta estos conceptos centrándose en cómo podemos estar «colgados», concretamente separados de la parte inferior del cuerpo, por ejemplo de los intestinos y de los genitales, así como en el papel de la parte inferior del cuerpo en la agresividad y la violencia.
Por último, en «El comportamiento psicopático y la personalidad psicopática», teoriza sobre el papel del poder y del control con relación a maneras de vivir vacías, frustrantes y contraproducentes. Se contempla al psicópata como a alguien en quien resalta la manipulación y cuyo único objetivo es elevarse a sí mismo por encima de los demás sin tener en cuenta los medios perjudiciales que le permiten lograrlo.
Cualquiera que esté seriamente interesado en los análisis bioenergéticos, o en el campo, más extenso, de las terapias mente-cuerpo (también llamadas «somáticas») puede beneficiarse enormemente de los brillantes conocimientos de Lowen desplegados en estas monografías. Es especialmente oportuno presentar esta colección ahora, siguiendo muy de cerca la largamente esperada publicación de la biografía de Lowen, Honoring the Body (Honrar al
cuerpo). Por último quiero dar las gracias a Alexander Lowen por permitir la publicación de estas monografías y al doctor Robert Glazer, director de la Sociedad para el Análisis Bionergético de Florida, por invitarme a revisar estos trabajos.