Lección 224 La Regulación Social de los Estados de Ansiedad
La Regulación Social de los Estados de Ansiedad
La interacción social diaria y sencilla con una familia, unos amigos y unos colegas que nos apoyen puede contribuir a la regulación de nuestro estado psicológico. No deberíamos subestimar la importancia de las charlas, de las conversaciones intrascendentes y de las situaciones sociales simples, como comer o tomar una taza de café con alguien o dar un paseo acompañados. Las buenas relaciones sociales ayudan a nuestros sistemas nerviosos a autorregularse.Como en el caso de las malas hierbas del jardín, si hemos sido maltratados deberíamos eliminar o reducir al mínimo el contacto con la gente que nos hace sentir mal y elevar al máximo el tiempo que estemos con las personas que nos apoyan y hacen que nos sintamos mejor.Si hemos vivido una situación traumática y luego establecemos relaciones sociales y dejamos el tratamiento, nos encontraremos con nuevas situaciones en las cuales tal vez volveremos a sentirnos amenazados. Al principio puede ser que necesitemos el apoyo de un terapeuta para que nos devuelva a nuestro estado de participación social, pero el resultado ideal es que dispongamos de las herramientas que nos permitan conseguirlo por nosotros mismos. Cada vez que remontamos, debilitamos la fuerza del apretón del patrón traumático; podemos des-cansar y restablecernos, y almacenar más energía para poder enfrentarnos a los próximos desafíos de la vida.Si sentimos que nuestra red social es inadecuada, también podemos experimentar interacciones útiles y positivas por medio de dirigirnos a profesionalesdelasaludcomomasajistas,consejeros,coaches,psicólogosopsiquiatras. Podemos decidir consultar con un maestro o guía espiritual o religioso. También podemos hallar alivio en la oración o leer textos religiosos y espirituales para que nos ayuden a poner las cosas en su justa perspectiva.
El tratamiento de la ansiedad en los niños
Los padres u otros adultos a menudo les dicen a los niños: «No hay nada que temer». En muchos casos, estas palabras tranquilizadoras pronunciadas por unos padres amorosos o un amigo cercano en el que confiamos son suficientes para hacernos sentir seguros.Sin embargo, serían mucho más efectivas si el adulto empezara diciendo:«Comprendo que sientas miedo». Esto le da al niño la seguridad de que ha sido escuchado y el conocimiento de que el miedo (como otras emociones) es una experiencia vital normal.El adulto puede luego continuar: «No hay nada que temer. Todo estará bien», y darle a continuación un pequeño abrazo, de manera que el niño sienta un contacto físico positivo y pueda percibir la relajación del adulto.
FOBIAS
Las fobias constituyen la categoría más grande de los trastornos de ansiedad ypueden llegar a ser incapacitantes. Una fobia se caracteriza por una experiencia demiedo extremo, y hay un desencadenante específico que provoca el estado deansiedad o el ataque de pánico. Fisiológicamente, el miedo surge de una reacciónen la parte simpática del sistema nervioso autónomo.Se calcula que entre el 5 y el 12 % de la población mundial sufre trastornos fóbi-cos.²Quieneslospadecenprevénconsecuenciasterroríficasdelencuentroconelobjeto de sus miedos. Quieren huir, pero se sienten inmovilizados. Pueden com-prender intelectualmente que su reacción de miedo es irracional y despropor-cionada ante el peligro potencial, pero a pesar de ello el miedo sigue siendo abru-mador.³Los psicólogos y los terapeutas a menudo se concentran en el objeto delmiedo, como puede ser las alturas (acrofobia), no tener suficiente espacio (claus-trofobia) o las arañas (aracnofobia). Sus diagnósticos se enfocan en los desenca-denantes, que pueden relacionarse o no fácilmente con experiencias del pasado(por ejemplo, la persona se encontró con alguien que amenazó su vida o con unasituación de peligro vital). Una fobia también puede tener su origen en una expe-riencia virtual, en la cual la persona que la sufre en realidad no experimentó elhecho (por ejemplo, la fobia apareció a partir de que alguien contó una historia ode una escena de una película).
Una lista de fobias de Wikipedia –que hacía la observación de que la lista es-taba incompleta e invitaba a los lectores a completarla– incluía veintitrés entradasqueempezabanconlaletraA.Despuésestabantodaslasdemásqueempezabanpor otras letras. Esto nos da una idea del gran alcance de este problema, y da laimpresión de que casi cualquier cosa puede desencadenar el mismo tipo de res-puesta ansiosa.Para comprender mejor algo, tendemos a clasificarlo y ponerle un nombre.Pero en lugar de considerar que la ablutofobia (el miedo a lavarse) es básicamentedistinta de la acusticofobia (el miedo al ruido), por ejemplo, puede ser más útilapartar la atención de los desencadenantes y ponerla en comprender la actividadfisiológica del sistema nervioso autónomo en todos los casos de fobia.Se puede ayudar a las personas que tienen alguna fobia haciendo que pasen deun estado de miedo extremo a un estado de participación social utilizando el ejercicio básico. El efecto puede ser parecido al que obtienen los padres cuando ayudan a sus hijos abrazándolos hasta que se relajan y se vuelven a sentir seguros.Si bien el contacto físico es natural entre los padres y los hijos, en una intervención psicológica profesional no debería haber este tipo de contacto. Por ello, elterapeuta necesita encontrar otra manera de hacer que el cliente vuelva a sentirseseguro, y una solución ideal podría consistir en orientarlo para que utilice el ejercicio básico.
CONDUCTA ANTISOCIAL Y VIOLENCIA DOMÉSTICA
La mayor parte de la gente considera que la conducta humana normal es la queexpresa unos valores sociales positivos. Cuando alguien no es socialmente participativo, sin embargo, puede ser que tenga comportamientos que a los demás les resulte difícil comprender.Algunas personas que llevan a cabo actos agresivos no tienen ni idea de queestán haciendo algo malo; están convencidas de que el comportamiento o las características de la otra persona provocaron o justifican su conducta. En otras palabras, los individuos agresivos creen que sus actos son una respuesta natural: «Selo merecía». Pueden incluso llegar a considerar que su acción está ayudando a laotra persona: «Es la única manera de que aprenda».Puede ser difícil comprender por qué sujetos aparentemente normales cometencrímenes violentos. Si observamos sus actos, podemos llegar a la conclusión deque carecen de empatía, pero esto no nos explica lo que está sucediendo en suinterior. ¿Qué los empuja? ¿Es el territorio, el poder, el dinero, el sexo, los celos oquizá una alienación? ¿O es acaso una sensación desagradable que se intensifica yluego estalla como una bomba en una conducta antisocial? Muchos crímenes vio-lentos no son premeditados.Escuché a un expresidiario de Dinamarca en una entrevista radiofónica. Habíaestado en la cárcel durante la mayor parte de su vida adulta por muchos delitosdiferentes, entre ellos varios atracos a bancos. Después de cumplir su condena, se apuntó a un programa voluntario de rehabilitación que incluía yoga, meditación yejercicios respiratorios, y sentía que ese programa le había dado la capacidad decontrolar sus emociones y sus acciones.Cuando el moderador le preguntó si tenía remordimientos por los efectos desus actos sobre sus víctimas, contestó que no –no mientras cometía sus crímenes–. «En una guerra, los soldados enemigos no tienen rostro», dijo. Solocuando abandonó sus actividades criminales y hubo seguido el programa de re-habilitación empezó a pensar sobre los efectos de sus acciones en los demás.El autor de un crimen violento puede o no tener un motivo racional que otraspersonas puedan comprender, pero de alguna manera entró en un estado psicofisiológico de lucha o huida que guio sus acciones.
Un «buen muchacho» comete crímenes de guerraUn joven se alistó en el ejército para servir a su país y lo entrenaron para lalucha. También aprendió las normas de conducta previstas en un comportamiento marcial en zona de guerra, de acuerdo con la Convención de Ginebra: notorturar, no matar civiles, no violar, no robar.Casi todos los soldados siguen estas normas, pero en ocasiones sucede algodiferente. En una ronda rutinaria, al mejor amigo de este joven soldado lo mató unfrancotirador enemigo. Luego, unos cuantos más de sus amigos murieron o resultaron heridos en una emboscada por una bomba situada en una cuneta. De repente, el soldado perdió la cabeza. Reunió a unos pocos civiles inocentes, los ató,violó a una de las mujeres delante de su familia y luego los mató a todos. Fue juzgado por el ejército, declarado culpable y condenado a una larga pena de prisión.En su país, los padres y amigos del soldado estaban conmocionados. No podían creer que fuera capaz de hacer algo así: «Era un muchacho tan bueno…, yvenía de una buena familia»; «Esta forma de proceder no tiene nada que ver conél»; «Había sido siempre un chico positivo, servicial y amigable». La denominacióntrastornoexplosivointermitentedescribelaincidenciadeepisodiospeculiares de agresión a otras personas o a la propiedad. El individuo puede justificarque su conducta explosiva fue precedida por una sensación de tensión o excitación. Desde la perspectiva del sistema nervioso autónomo, la conducta explosivaintermitente es un ejemplo de extrema movilización acompañada de miedo. Como la ansiedad, da lugar a una conducta incontrolable de lucha o huida.Regularmente aparecen en las noticias actos individuales de conducta explosiva: disparar a niños y maestros en una escuela primaria, hacer volar una iglesia operpetrar ataques suicidas con bombas. Vemos las imágenes, quedamos impactados por los hechos y pensamos para nuestros adentros que no podemos comprender que alguien pueda hacer algo parecido a otras personas.La conducta del individuo no parece estar justificada; los episodios violentosparecen ser zafiamente desproporcionados ante cualquier provocación. Si se lepregunta a la persona por qué cometió ese acto, puede ser que no sepa dar unarespuesta, o, si la da, no tendrá sentido para nadie. Tal vez dirá que tuvo una sensación de alivio inmediatamente después. Sin embargo, las sensaciones de aliviotienen la vida corta, y cuando la tensión vuelva a subir, pueden repetirse episodiossimilares.
Violencia doméstica continuada: estudio de un casoLa violencia doméstica es muy diferente a enfrentarse a un enemigo en unaguerra o a ser víctima de un acto fortuito de violencia en la calle. Algunas personaspasan a ser víctimas de la violencia doméstica cuando una relación amorosa se corrompe.Pasemos de enfocarnos en el autor del acto violento a hacerlo en la víctima. Unhombre y una mujer se atraen recíprocamente y pasan más tiempo juntos, hastaque deciden crear una familia. Ella se siente segura a su lado; puede ser que incluso sienta que la protege. Luego, un día, él de repente pierde los estribos y la gol-pea. Ella queda sorprendida y conmocionada, y empieza a llorar.Cuando las cosas se tranquilizan, él la abraza y le dice que lo siente. Ella le pideque prometa que no volverá a hacerlo, y él lo hace. Después de un tiempo, el incidente queda olvidado. Al principio ella está cautelosa, pero él parece haberse estabilizado. La vida en común sigue como antes… casi.Un día, de repente, él se enfada y la golpea otra vez. Ella no solo experimentadolor físico; también se siente amenazada. Cuando la ira se le calma, él dice que losiente. Otra vez se besan y recomponen, pero a medida que este ciclo se repite,hay un momento en que ella pasa de sentirse segura a vivir con un miedo constante. Físicamente él es más fuerte, de manera que en una pelea física ella nopuede ganar. En ocasiones fantasea con golpearlo con una sartén mientras duerme.
Piensa en agarrar a los niños y huir, pero ¿adónde irá? ¿Dónde podrá vivir?¿Cómo podrá mantenerse a sí misma y mantener a los niños? Y ¿qué dirá la gente?Se siente atrapada y no consigue ver una posibilidad viable. Se queda en el hogarde mala gana, pero la alegría que sentía originalmente por estar con él al principiode la relación ha muerto. Él siente que ella se ha enfriado emocionalmente, y estole afecta todavía más: «¿Qué te pasa?».Después de unos cuantos incidentes más, pierde toda voluntad de luchar ohuir. Sencillamente aguanta, y se disocia del cuerpo cuando es atacada, como sino le importara lo que le está sucediendo. Puede ser que incluso se vea a sí mismadesde la distancia cuando es golpeada. Solo espera que eso acabe pronto. Pero,con el tiempo, deja incluso de esperar.Esta mujer ha recorrido un largo camino no deseado: el punto de partida fue elamor (la participación social), pasó por la movilización con miedo (la defensa o lahuida) y ha acabado en la inmovilización con miedo. Se ha rendido a un estadoquepodemosdescribircomodebloqueo,queexperimentajuntoconemocionesdeapatía, desapego y desesperanza. Quizá el hecho de ceder y permanecer pasiva durante los ataques la ha ayudado a sobrevivir. Quizá habría recibido más daño si sehubiera defendido, o si hubiera huido y él la hubiera seguido.Siente demasiada vergüenza para contárselo a otros, así que sufre en silencio.Las respuestas de los demás a menudo pueden sonar como una condena: «Si eratan terrible, ¿por qué no huiste?»; «¿Por qué no me llamaste? Te habría ayudado»;
«¿Cómo pudiste permitirle que siguiera haciéndote esto?»; «Si fuiste una estúpiday no hiciste nada, es tu culpa». Estos comentarios le parecerían injustos cuando loque ella necesita es la sensación de que la comprenden, de contar con seguridad yapoyo.Posiblemente otras personas no comprenderían que su sistema nervioso habíasido machacado y rebajado en la escala evolutiva desde la participación socialhasta el estrés y finalmente hasta el retraimiento y la apatía. Su traumatizado sis-tema nervioso había contribuido a su conducta. La gente pensaba que era lamisma persona a la que habían conocido con anterioridad; una mujer racional quefuncionaba bien y era socialmente participativa. Algunas personas juzgan con rapidez, sin comprender los mecanismos instintivos emocionales que se hallan detrásde los cambios.Como primer paso, una mujer que ha sido maltratada necesita contar con unentorno seguro en el que esté libre de más maltratos. Los acontecimientos del pasado ya han tenido lugar y no podemos cambiarlos, pero podemos cambiar elmodo en que reaccionamos ante ellos emocionalmente.¿Es posible recuperarse de esos maltratos y volver a tener una vida normal?Cuando la mujer a la que acabo de describir acudió a mí para recibir su primera sesión, ya había abandonado la relación. Lo primero que hice fue comprobar el funcionamiento de la rama ventral de su nervio vago. No me sorprendió encontrarlaen un estado de actividad vagal dorsal. Hacia el final del primer tratamiento volví a
efectuar la comprobación y encontré que había regresado a un estado de participación social. Antes de terminar la sesión hice algún trabajo adicional sobre sucuello y su espalda, y me dijo que se sentía mucho mejor.Sin embargo, cuando volvió para su segunda sesión dos semanas más tarde,estaba sumida de nuevo en un estado de dolor, confusión, retraimiento y apatía.De nuevo respondió positivamente a la sesión y regresó a un nivel de participaciónsocial. Esto sucedió varias veces más. Cada vez que se iba de mi consulta habíaregresado a la participación social, y los efectos positivos duraban cada vez más.Con el tiempo, mis tratamientos fueron suficientes para sacarla del estado demiedo, tristeza y desesperación. Cada vez que regresaba a un estado de participación social, se sentía menos afectada por los estados emocionales más difíciles.Cuando una persona es socialmente participativa, aunque solo sea parte del tiempo, su interacción con los demás puede ser suficiente para que empiece a regularsu propio sistema nervioso.Esta paciente vino a verme antes de que yo desarrollara y pusiera a prueba elejercicio básico. Después de unas cuantas sesiones, le enseñé a liberar la tensiónde la parte posterior del cuello con la técnica de liberación neurofascial, que sedescribe en la segunda parte. En lugar de venir a verme para una sesión cada vez,podía utilizar la técnica para regularse ella misma siempre que se sintiera asustada,enfadada o impotente.
La Violencia Doméstica no es solo Pegarle a la Mujer Un hombre puede recibir palizas por parte de su mujer, los niños por parte desus padres y los padres por parte de sus hijos. La violencia doméstica es un problema más serio de lo que muchos creen, ya que la mayor parte de las personas noadmiten fácilmente haber sido víctimas de violencia doméstica, ya se trate de abusos sexuales o de maltrato físico o emocional.Cuando hablo de la violencia doméstica en una clase, a pesar de que nadie diganada, puedo ver fuertes reacciones emocionales en la cara de muchas mujeres.Pueden haber experimentado una conducta violenta por parte de un padre que lespegaba para dejar claro cómo debían comportarse, por parte de un novio que teníaexpectativas en cuanto al sexo que no llegaban a materializarse, o por parte del marido por un desacuerdo sobre el presupuesto familiar. También puede ser queestas mujeres estén pensando en una amiga, una hija, su madre o cualquier otrapersona próxima que sea víctima de la violencia doméstica.¿Hasta qué punto está extendido el problema de la violencia doméstica, la violencia interpersonal y el acoso?Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) del Gobiernode Estados Unidos realizan un estudio permanente a escala nacional sobre la violenciasexualenparejassentimentales.⁴Sehapuestoenevidenciaquelaviolenciainterpersonal, la violencia sexual y el acoso están extendidos en ese país. La violencia entre parejas sucede entre dos personas que tienen una relación estrecha, incluidos esposos actuales y parejas que estuvieron casadas, además de parejascircunstanciales. La violencia que se encontró incluye dañar o intentar dañar a lapareja golpeándola, dándole patadas o con otras manifestaciones de fuerza física.La frecuencia de dicha violencia va desde un episodio único hasta las palizas continuadas.LosCDCinformandelosiguienteenuninformetituladoIntimatePartnerViolenceintheUnitedStates 2010[ViolenciaentrecompañerosíntimosenEstadosUnidos–2010]:⁵
•Casi una de cada cinco mujeres (el 18 %) y uno de cada setenta y un hombres (el 1,4 %) han sido violados durante su vida.
•Una de cada cuatro mujeres (el 25 %) y uno de cada siete hombres (el 14 %)han sido víctimas de una violencia física «importante» por parte de una pareja íntima.
•Una de cada seis mujeres (el 17 %) y uno de cada diecinueve hombres (el 5%) han sufrido acoso a lo largo de su vida.
•Las mujeres que experimentaron violencia física por parte de una parejaíntima, o violación o acoso por parte de cualquier persona durante su vida,tenían más probabilidades de sufrir asma, diabetes y el síndrome del colonirritable que aquellas que no habían sufrido esos problemas.
•Los hombres y las mujeres que experimentaron esos tipos de violencia tenían más probabilidades de sufrir frecuentes dolores de cabeza, dolores crónicos, dificultades para dormir, actividad limitada y mala salud física y mental queaquellos que no los habían experimentado.Hay que tener en cuenta que este tipo de estadísticas siempre se quedarán cortas, porque muchas víctimas se sienten avergonzadas o amenazadas, y a menudono denuncian esa violencia a la policía o a los profesionales de la salud y ni siquiera hablan de ello con los amigos o la familia.La mayor parte de la victimización empieza en una etapa temprana de la vida. Amenudo la violencia de la pareja íntima empieza con malos tratos emocionales, ypuede luego avanzar hacia los malos tratos físicos, la agresión sexual o una mezclade todo ello. Cuanto más tiempo continúe la violencia, tanto más serios serán losefectos psicológicos.Las experiencias traumáticas tienen consecuencias tanto a largo como a cortoplazo. Los síntomas pueden incluir escenas retrospectivas, ataques de pánico yproblemas de sueño. A menudo las víctimas quedan con una autoestima baja, ypueden tener dificultades para confiar en los demás y para establecer relaciones.La rabia, el miedo, el retraimiento y el desamparo que sienten pueden desembocaren trastornos alimentarios, en síntomas que nacen del circuito dorsal del nerviovago y en pensamientos suicidas. La violencia de la pareja íntima está relacionadacon conductas perjudiciales para la salud cuando las víctimas intentan hacer frentea su trauma de manera poco saludable, como con el tabaco, la bebida, las drogaso los comportamientos sexuales arriesgados.
Cuando una persona está siendo violada, su sistema nervioso a menudo sehallaenestadodeshockodedesconexión,ysevuelvevulnerablealasugestiónhipnótica, es decir, acepta plenamente cualquier cosa que le diga el abusador, sinevaluarlo críticamente. Algunas veces, las víctimas de abusos incluso han sidoamenazadas de muerte: «Si alguna vez le cuentas esto a alguien, te mataré». Estopuede dificultar o incluso imposibilitar que hablen de lo que ocurrió. Un terapeutaque sospeche que este es el caso puede preguntar: «Solo contéstame sí o no: ¿alguna vez alguien te ha amenazado con hacerte daño si hablas de esto?». Si la respuesta es «sí», el terapeuta puede haber desbloqueado la puerta, si el paciente yano está bajo el «hechizo» de abstenerse de hablar sobre lo sucedido.
Cambios cerebrales debidos a la violencia domésticaTanto en las víctimas traumatizadas como en sus verdugos, hay cambios realesen la estructura y el funcionamiento de sus cerebros, especialmente en la amígdala.La amígdala se encuentra en el lóbulo temporal, en el cerebro medio. Estáimplicada en la forma que tenemos de responder emocionalmente a los acontecimientos y a la información y contribuye a determinar nuestro comportamientocuando nos enfrentamos a riesgos potenciales. En los escáneres, la amígdalamuestra un aumento de la actividad durante las experiencias emocionales negativas, y cuando soportamos periodos de estrés repetidos o prolongados, aumentade tamaño. Una amígdala más grande hace más fácil caer en un estado de estrés odedesconexión.⁶El hipocampo se encuentra en los lóbulos temporales, cerca de la amígdala, yes donde almacenamos nuestros recuerdos no traumáticos. Al hacerse más grandela amígdala, el hipocampo se encoge debido a la exposición continuada a experienciasamenazadorasypeligrosas.⁷
Cómo salir del pasado y reconectar con los sueños acerca del futuroSi hemos sufrido un trauma, nos recuperaremos más rápidamente si podemosrecordar los sueños de nuestra vida, nuestra misión o nuestras metas. En definitiva, aquello que le da sentido.Le pregunté a mi clienta que había recibido malos tratos domésticos: «¿Cuálera el sueño que tenías para tu vida, y que has olvidado? ¿Qué es lo que quiereshacer?». Me dijo que quería tener una buena vida para ella y para su hijo. De estamanera empezó a mirar hacia delante para crear su futuro, en lugar de permaneceranclada en lo que había sucedido en el pasado.Mi experiencia clínica es que la víctima de una sola experiencia traumática habitualmente puede regresar a un estado normal con rapidez. Por el contrario, la víc-tima de violencia doméstica puede haber sufrido una serie de ataques, tanto físicoscomo psicológicos, durante un largo periodo de tiempo, y es menos probable quetenga la capacidad de recuperarse rápidamente.
Para tener éxito con el tratamiento hay que volver a elevar al paciente al nivel dela participación social una y otra vez, hasta que esté lo bastante estabilizado parapoderse administrar solo y funcionar normalmente. Recuperar los sueños anteriores es de ayuda en este proceso.