LA PSICODINÁMICA Y EL CAMPO ENERGÉTICO HUMANO
“La luz dorada de la llama de una vela se alza sobre el trono de oscura luz que produce su pabilo. ZOHAR
LA EXPERIIENCIIA TERAPÉUTIICA
La primera vez que, siendo ya adulta, volví a ver auras conscientemente fue en el entorno terapéutico. Un entorno en el que no sólo se me «permitía» observar de cerca a las personas, sino que además se me alentaba a hacerlo. Durante mis largas horas de práctica tuve ocasión de observar la dinámica de mucha gente. Era un auténtico privilegio, pues la ética social ordinaria establece límites bien definidos para tal comportamiento. Estoy segura de que todos hemos pasado por la experiencia de sentirnos atraídos, en un autobús o en una cafetería, por alguna persona desconocida que, al percibir que la estamos observando, nos lanza una mirada cuyo significado no ofrece dudas: «Será mejor que deje de mirarme», nos dice. Pues bien, en primer lugar, ¿cómo se dio cuenta de que la estábamos mirando? El campo energético se lo advirtió. En segundo lugar, ¿p or qué nos indicó que dejáramos de hacerlo? La gente se pone muy nerviosa cuando se siente observada. A la mayoría no nos gusta que los demás conozcan nuestra dinámica personal. Casi todos nos sentimos avergonzados de lo que otro ser humano pueda ver si nos mira atentamente. Todos tenemos problemas y tratamos de ocultar, por lo menos, algunos de ellos. En esta sección voy a describir cómo se manifiestan en el aura nuestras experiencias personales, relacionándolo con la psicoterapia corporal y la estructura de carácter que define la bioenergética. Pero comencemos por la psicoterapia en su base, en el desarrollo infantil.
Los estudios sobre el crecimiento y el desarrollo humanos son muy numerosos. Erik Erikson goza de merecida fama por sus descripciones de las fases de crecimiento y desarrollo en relación con la edad. Estas fases se han incorporado a nuestro lenguaje cotidiano: fase oral, adolescencia, pubertad, etc. En ninguno de estos estudios se menciona el aura, pues la mayoría de quienes trabajan en el campo de la psicología desconoce su existencia. Sin embargo, la observación del aura proporciona una amplia información sobre la estructura psicológica de un individuo y su proceso de crecimiento personal. Lo que se desarrolla en el aura en cualquier fase del crecimiento guarda una íntima relación con el desarrollo psicológico en dicha fase. De hecho, cuando se contempla desde el punto de vista del aura, se puede considerar ese desarrollo como el resultado natural de lo que está sucediendo en los campos aurales. Veamos cuál es el desarrollo normal de nuestro campo energético a lo largo de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte.
CRECIIMIIENTO Y DESARROLLO HUMANO EN EL AURA
Para. cubrir el campo de la experiencia humana desde el nacimiento hasta la muerte y más allá de éste recurriré tanto a la tradición psicológica como a la metafísica. Si la metafísica no es del agrado del lector, le ruego que la tome como una metáfora.
Encarnación
El proceso de encarnación dura toda la vida. No es algo que suceda al nacer y concluya en ese momento. Es necesario recurrir a términos metafísicos para describirlo. La encarnación es el movimiento del alma orgánica por el cual se irradian continuamente en dirección descendente vibraciones o aspectos espirituales más elevados y tenues a través de los cuerpos aurales más delgados hasta llegar a los más densos y, en último término, al cuerpo físico. Estas energías sucesivas son utilizadas por el individuo, durante toda su vida, para crecer.
Cada fase importante de la vida se corresponde con nuevas y más altas vibraciones y con la activación de diferentes chakras. En cada fase, por tanto, la personalidad dispone de una energía y una conciencia nuevas para expandirse. Cada fase ofrece nuevas áreas de experiencia y aprendizaje.
Desde este punto de vista, la vida está llena de descubrimientos y retos estimulantes para el alma. El proceso de encarnación está dirigido por el yo superior. Esta patita vital está contenida en la séptima capa del aura, el nivel del patrón cetérico. Se trata de un patrón que cambia constantemente a medida que el individuo realiza elecciones espontáneas en su proceso vital y de crecimiento. Al crecer, el individuo amplía su capacidad de sustentar niveles más altos de vibraciones/energías/conciencia hacia y a través de sus vehículos, sus cuerpos aurales y sus chakras. De este modo se beneficia de realidades cada vez más extensas a medida que avanza por el sendero de la vida. Con el progreso de cada individuo progresa toda la humanidad. En general, cada nueva generación es capaz de soportar vibraciones más altas que la precedente, de manera que la humanidad toda se desplaza en su plano evolutivo hacia vibraciones más altas y realidades expandidas. Muchos textos religiosos, como la Cábala, el Bhagavad Gita o los Upanishads, mencionan este principio de la progresión de la raza
humana.
El proceso de encarnación anterior a la concepción ha sido expuesto por Madame Blavatsky y, más recientemente, por Alice Bailey, Phoebe Bendit y Eva Pierrakos. Según esta última, el alma que se va a encarnar se reúne con sus guías espirituales para planificar la vida futura. En esta reunión, el alma y sus guías estudian las tareas que necesita la primera para lograr el crecimiento, el karma que debe encontrar para asociarse y los sistemas de creencias negativas que requiere para pasar por la experiencia. Este trabajo vital se conoce generalmente como la tarea personal.
Así, por ejemplo, una persona tal vez necesite desarrollar la capacidad de liderazgo. Al entrar en la vida material, esa persona se encontrará en situaciones en las que el liderazgo será una cuestión clave. Las circunstancias serán totalmente distintas para cada cual, pero la atención se centrará en el liderazgo. Un individuo puede haber nacido en el seno de una familia con una rica herencia de liderazgo (por ejemplo, una larga sucesión de directores de empresa o de líderes políticos), mientras que otro quizá haya nacido en una familia en la que no hay liderazgo y en la que se considera a los líderes como autoridades negativas que deben ser derrotadas o contra las que hay que rebelarse. La tarea de la persona consiste en aprender a aceptar la cuestión de forma equilibrada y cómoda. Según Eva Pierrakos, la cantidad de asesoramiento que recibe un alma de sus guías en la determinación de las circunstancias de su vida futura depende de su madurez. Se eligen padres que aporten las experiencias ambiental y física necesarias. Estas elecciones determinan la mezcla de energías que fipalmente formará el vehículo físico en el que se encarnará el alma para realizar su tarea. Tales energías son muy precisas y equipan el alma con lo que necesita exactamente para dicha
tarea. El alma se ocupa a la vez de una tarea personal de aprendizaje individual (como el liderazgo) y de una «tarea en el mundo» que implica un don para la vida en sociedad. El diseño es tan exclusivo que al cumplir la tarea personal se encuentra uno preparado para hacer lo propio con la tarea en el mundo. La tarea personal libera el alma dejando escapar las energías que se emplean para la tarea en el mundo.
En el ejemplo mencionado anteriormente sobre el liderazgo, el individuo tendrá que aprender esa cualidad o habilidad antes de asumir el papel de líder en el campo de trabajo que haya elegido. Tal vez se haya sentido intimidado por una larga sucesión de antepasados que fueron brillantes líderes o se haya enfrentado a su herencia con plena inspiración para avanzar en su propio liderazgo. Cada caso es distinto y muy personal, de acuerdo con la exclusividad del alma que haya emprendido el aprendizaje.
El plan vital contiene muchas realidades probables, lo que permite la libre elección entre numerosas opciones. Entretejida en este entramado vital está la acción de causa y efecto. Creamos nuestra propia realidad. Esta creación surge de muy distintas partes de nuestro ser. La creación no siempre es fácil de comprender desde un sencillo nivel de causa y efecto, aunque desde este punto de vista se puede entender gran parte de nuestra experiencia. Uno crea, literalmente, lo que desea. La conciencia, la inconsciencia, la superconciencia y la conciencia colectiva contienen los deseos individuales. Todas las fuerzas creativas se mezclan para crear experiencia en numerosos niveles de nuestro ser a medida que avanzamos por la vida. Para mí, lo que denominamos karma es causa y efecto a largo plazo, también desde muchos niveles distintos de nuestro ser. Por tanto, creamos desde la fuente personal y grupal y, naturalmente, hay grupos pequeños dentro de otros más grandes, todos ellos sumándose para producir el gran tejido de la experiencia vital creativa. Desde este punto de vista es fácil contemplar la riqueza vital con el espíritu maravillado de un niño.
Después de la «planificación», el alma entra en un proceso en el que pierde poco a poco la conciencia del mundo espiritual. En el momento de la concepción se crea una relación energética entre el alma y el óvulo fertilizado. En este instante se forma, además, una matriz etérea que protege al alma de cualquier influencia que no sea la de la madre. A medida que el cuerpo crece dentro del vientre materno el alma empieza a sentir lentamente su «arrastre» y se va conectando de forma consciente y paulatina con el cuerpo. En un momento determinado, el alma cobra súbita conciencia de esta conexión; se produce un poderoso destello de energía consciente que desciende hasta el cuerpo en formación. Entonces el alma vuelve a perder su conciencia, para despertar de nuevo, poco a poco, al mundo físico. Este poderoso destello de conciencia corresponde al momento en que el feto empieza a dar señales de vida.
Nacimiento
El nacimiento se produce en un momento único para el alma que llega. En este punto, el alma pierde su útero etéreo protector y queda sujeto por primera vez a las influencias de su entorno. ‘También por primera vez, se encuentra sola en el mar de energía que nos rodea. Es tocada por ese campo. Los campos más grandes y fuertes de los cuerpos celestes influyen además, por primera vez, sobre el nuevo campo energético, que se suma al mayor y lo enriquece. Es como si se hiciera sonar otra nota añadiéndola a la sinfonía de la vida ya existente.
Infancia
El proceso del lento despertar al mundo físico prosigue después del nacimiento. El lactante duerme con frecuencia durante este tiempo, y el alma ocupa sus campos energéticos más elevados. Deja sueltos los cuerpos físico y etéreo y les permite realizar el trabajo de construcción del cuerpo. En las fases iniciales de la vida, el niño tiene la tarea de ir acostumbrándose a las limitaciones de la sensación física y al mundo en tres dimensiones. He visto a muchos recién nacidos que se debaten en este proceso. Todavía tienen cierta conciencia del mundo espiritual, y he visto cómo luchan por abandonar las figuras de sus compañeros de juego y padres espirituales y transferir sus afectos a sus nuevos progenitores. Los recién nacidos que he observado tienen chakras de corona muy abierta que se esfuerzan por comprimirse dentro de los límites del diminuto cuerpo del bebé.
Cuando los veo abandonar el cuerpo físico, en sus cuerpos más elevados, con frecuencia presentan la apariencia de espíritus de unos de 3,60 m de estatura. Luchan enconadamente por abrir el chakra de la raíz inferior y conectar con la Tierra.
Un ejemplo de lo que digo fue un niño que nació un mes después de lo que se esperaba. Tras el rápido alumbramiento se encontraba en estado febril. Los médicos le practicaron una punción de médula ósea para ver si sufría encefalitis. La punción se realizó en la región del chakra sacro. El niño luchaba por expulsar a dos compañeros de juego y a un espíritu femenino que tampoco quería dejarlo marchar. En su lucha se abría y conectaba con la Tierra allí donde se encontraba presente su guía. Estaba perdiendo el contacto con su guía, veía a sus compañeros de juego y a la mujer espiritual y luchaba entonadamente entre los dos mundos. En esos momentos sentía más afinidad por el espíritu femenino que por su propia madre física. En su afán por no encarnarse, expulsaba energía por el chakra sacro y por el derecho para evitar que crecieran raíces hacia abajo a través del chakra de raíz (primer chakra).
Podía hacerlo parcialmente gracias al orificio aura[ que había dejado la punción de médula. Tras cierto tiempo de lucha, conectaba de nuevo con su guía y se calmaba, abría la raíz y se reiniciaba el proceso de entrada.
Comencé la sesión de curación. La primera vez aceptó algo, pero luego se negó. Siempre que intentaba enviar energía a su aura se alborotaba. Sabía lo que yo pretendia y no me dejaba acercarme. Lo que yo intentaba hacer era coser el orificio de su chakra sacro en la séptima capa de su aura y reencauzar la
energía hacia abajo. Pero no me dejaba. Incluso me acerqué a él mientras estaba profundamente dormido. Cuando me encontraba a unos treinta centímetros de distancia, se despertó y empezó a gritar de manera desaforada. No cabía duda de que su lucha era tremenda y de que no quería ayuda de nadie. Uno de los problemas físicos secundarios de este combate básico fue un trastorno intestinal producido por el constante abuso del chakra del plexo solar relacionado con sus gritos y llantos. Se le trató este desarreglo después de que, finalmente, decidió mantenerse en el plano físico. La carta astral de este niño demuestra con claridad que es un líder en potencia.
Por tanto, el alma que llega suele entrar en el cuerpo y salir de él por el chakra corona como si empezara a trabajar para abrir el chakra raíz y penetrar con las raíces en el plano físico. En esta fase, el chakra raíz parece un embudo muy estrecho, y el chakra corona tiene el aspecto de un embudo muy ancho. Los otros chakras parecen tacitas poco profundas con una línea estrecha de energía que conduce de vuelta al interior del cuerpo hasta llegar a la espina dorsal. El campo general de un lactante es amorfo y deforme y tiene un color azulado o grisáceo.
Cuando un bebé centra su atención en un objeto en el plano físico, el aura se tensa y abrillanta, especialmente alrededor de la cabeza. Luego, cuando su atención cede, el color del aura se desvanece; sin embargo, retiene parte de la experiencia en forma de color en el aura. Cada experiencia añade un poco de color al aura y aumenta su individualidad. El trabajo de construcción del aura también está en marcha y continúa de este modo a lo largo de toda la vida, de manera que permite encontrar la experiencia vital de cada uno.
Después del nacimiento se mantiene una fuerte conexión energética entre la madre y el hijo, a la que a veces se denomina plasma germinal. Esta conexión tiene su momento más fuerte en el alumbramiento, y se mantiene durante toda la vida, aunque se va haciendo menos pronunciada a medida que crece el niño. Este cordón umbilical psíquico es la conexión a través de la cual los niños se mantienen en contacto con sus padres en el transcurso de los años. En muchas ocasiones, uno de los dos tiene conciencia de las experiencias traumáticas por las que pasa el otro, aunque pueden estar separados a gran distancia en el nivel físico.
El campo del niño está totalmente abierto y es vulnerable al ambiente en el que vive. El niño detecta todo lo que sucede entre sus progenitores, tanto si sus relaciones son claras como si no lo son.
Reacciona constantemente a su entorno energético de forma acorde con su temperamento. Puede sentir vagos temores, tener fantasías o berrinches o estar enfermo. Todo los chakras del niño están abiertos en el sentido de que no cuentan con una película protectora que mantenga al margen las influencias psíquicas que llegan hasta él. Ello hace que el niño sea muy vulnerable e impresionable. Así, aun cuando los chakras no están desarrollados como los de un adulto y experimentan de forma vaga la energía que penetra en ellos, ésta sigue progresando hasta el campo del niño, quien debe ocuparse de ella en cierto modo para comparar los chakras de un adulto con los del niño).
Alrededor de los siete años de edad, sobre las aberturas del chakra se forma una pantalla protectora que filtra muchas de las influencias del campo energético universal. De este modo, el niño pierde su anterior vulnerabilidad. Esta fase se puede observar cuando el niño crece y se individualiza. Es un
momento próximo al de la aparición del raciocinio.
Muchas veces es posible ver cómo un niño pequeño se sienta y acurruca en el regazo de su madre o su padre. Está siendo protegido de las influencias exteriores por el campo de su progenitor. Esta vulnerabilidad infantil me hace ser muy conservadora en lo que se refiere a permitir que los niños intervengan en terapias de grupo con adultos. El adulto no tiene idea de lo que esto supone para el niño, a menos que haya regresado a ese estado de vulnerabilidad. He visto a padres que sometían inconscientemente a sus hijos a un schock psíquico innecesario haciéndoles participar en terapias de grupo, por considerar que se trataba de una actitud progresista, o porque cedieron a las presiones del grupo. La ira de un adulto golpea el sistema del niño como un shock psíquico, mientras que la tristeza y
la depresión lo envuelven como una niebla.
Además del alimento físico, la lactancia proporciona al niño energía etérea. En cada pezón hay un pequeño chakra que le aporta energía. Recuérdese que los chakras del bebé no están desarrollados y que, por tanto, no metabolizan todas las energías del campo energético universal que necesita para apoyar su vida.