LA ILUSTRACIÓN DE LA HUELLA
A propósito de la huella, a la que hemos considerado como una fuerza que atrae los recuerdos que permanecen, lo que sigue es un informe de una paciente que tenía un dolor constante en la espalda. Me comentó que ya tenía suficiente con haberla hecho llorar durante tres semanas de terapia primal. Físicamente había dos lugares que le dolían todo el tiempo. Uno era una pequeña parte en su hombro izquierdo, y el otro era una línea de dolor que comenzaba en lo alto del hombro derecho y de ahí continuaba a todo lo largo de la espalda. El que sigue es el relato en sus propias palabras: surge de una serie de hechos menores que con el tiempo, producen un creciente impacto.
Allice
En una sesión en particular, empecé a llorar ante un fuerte dolor físico. Cuando por fin me senté, noté una mano que me agarraba en el sitio exacto en donde me
dolía mi hombro izquierdo. Tuve el sentimiento muy claro de que alguien me había agarrado en ese sitio, y entonces reviví una escena en la cual mi padre y mi madre estaban peleando, y de inmediato surgieron los sentimientos. Eso sucedió el último día que mi padre estuvo presente en mi vida. Estaba muy asustada y me abrazaba de las rodillas de mi madre. De repente, sentí que una mano me agarraba por la espalda y literalmente me azotó hacia atrás, estrellándome la espalda contra el poste de la cama. Después de eso, escuché que mi padre se iba del cuarto y bajaba las escaleras. Luego se alejó y se fue de la casa para siempre.
Antes de que comenzara el sentimiento, yo no tenía idea de lo que había pasado cuando mis padres se divorciaron. El recuerdo era muy traumático, a causa del significado de ese día. Nunca volví a ver a mi padre ni a recordar la escena. Todavía es muy dolorosa para mí. Los dos dolores en mi espalda ocurrieron exactamente en los dos lugares en los que mi padre me agarró, arrastró y me aventó contra el poste de la cama. El grabado de la madera quedó marcado en mi espalda. Después de algún tiempo los dolores desparecieron y no han regresado, excepto cuando entro en conexión con los mismos sentimientos que provocaron las peleas entre mis padres y por la ausencia definitiva de mi padre.
¿CÓMO RESUENA LA HUELLA EN EL PRESENTE?
El doctor E. Roy John, de la Universidad de Nueva York, dirigió una investigación con gatos y encontró que estaban condicionados por el emparejamiento de un estímulo neutral con un estímulo doloroso; más tarde, les presentaron solamente el estímulo neutral y los patrones de sus ondas cerebrales duplicaron la reacción anterior en su totalidad. Los gatos respondieron a recuerdos dolorosos impresos, más que a la corriente real de un estímulo neutral.
En este caso, la huella se midió de acuerdo con ciertos patrones ya reconocidos en el cerebro. Esto es lo que les pasa a los humanos: actuamos en el presente, pero estamos respondiendo al pasado aparentemente en situaciones neutrales: hay una figura de autoridad masculina y nuestros cerebros están conjurando
viejos temores, evocando hasta a las autoridades de nuestros primeros días en la escuela, porque los patrones de ondas cerebrales están presentes en el cerebro en forma muy precisa.
No sólo los patrones de ondas cerebrales son los que permanecen. Cuando alguien revive un hecho, cada una de las células importantes involucradas originalmente se reúnen en el recuerdo. Un paciente que en el cuarto de terapia está reviviendo la falta de oxígeno durante su nacimiento, en el momento
presente en verdad está necesitado de oxígeno. Recientemente hice un experimento con alguien que había revivido el día anterior la secuencia de su nacimiento, en la cual hizo unas respiraciones muy rápidas y profundas durante veinte minutos, sin ningún signo del “síndrome de hiperventilación”. Al día siguiente lo hice respirar profundamente durante tres minutos, mientras estaba sentado y no trabajaba en algún recuerdo. En ese momento mostró todos los signos de una hiperventilación muy seria,
1 acompañada con una tendencia a desmayarse, a una torcedura facial y a tener las manos contraídas en forma de “garras”, incapacitado para estirar o liberar sus manos. El problema que observamos nos hace preguntar: ¿una persona inmersa por un largo periodo en un sentimiento, puede respirar profundamente sin signos adversos y sin la participación de su memoria, cuando sale del recuerdo? ¿Puede seguir haciendo el mismo ejercicio sin consecuencias muy serias?
La respuesta parece ser que, en presencia de un recuerdo, todas las células responden como lo hicieron originalmente y las células de la sangre —que permanecieron limitadas de oxígeno— de nuevo fueron deficientes al revivir la experiencia. En consecuencia, cuando hay una respiración profunda no hay hiperventilación porque el cuerpo verdaderamente está necesitando oxígeno, en cambio, cuando no está recordando el cuerpo no tiene la misma necesidad y
entra en el síndrome de hiperventilación.
La respiración es controlada por el tallo cerebral, un área saturada de receptores opiáceos cuya función es, en parte, controlar el dolor. Esto significa que el dolor y la respiración tienen elementos comunes. La respiración profunda altera el flujo de los opiáceos y, por tanto, es capaz de cambiar la defensa contra el dolor. La respiración superficial puede ser una defensa importante contra el sentimiento, pero al forzar una respiración profunda se rompe su estructura de defensa. El córtex, incapaz de integrar tal corriente en una disociación, empieza a conjugar toda clase de nociones fantasiosas, místicas e irreales.
Hay una escuela de terapia de respiración profunda que utiliza un nombre técnico y fantasioso, que es equivalente a “hiperventilación”. Cuando estos terapeutas privan de oxígeno —a nivel superior del córtex y, por tanto, de su coherencia y capacidad de defensa—, el cerebro lucha para manejar el dolor que
empieza a surgir. Entonces, la persona fabrica la idea de haber vivido vidas pasadas y otras nociones más allá de la realidad. La razón de que la persona no
está consciente del dolor que está surgiendo, es porque inmediatamente la absorbe el sistema ideacional. Debido a esta clase de hiperventilación, una
persona puede creer que “ha nacido de nuevo”, sólo porque los ejercicios de respiración profunda la han puesto en contacto con el nacimiento. Se puede
hacer creer a esa persona que ha viajado hasta los tiempos bíblicos. Esto es lo que yo llamo “psicosis benigna”. Ser y sentirse real en ese momento significaría
sufrir una agonía del demonio. Los psicóticos benignos se reúnen en cultos y viven en el imperio de lo místico, para tratar de mantenerse en la irrealidad —lo
mejor que pueden— usando las ideas para defenderse de sentir.
La falta del síndrome de hiperventilación en mi paciente que estaba inmerso en los sentimientos del pasado, plantea preguntas importantes: durante todo este tiempo, ¿dónde estaba almacenada esa falta de oxígeno? y ¿por qué y cómo era recreada por la memoria? Esa falta estaba almacenada no solamente como recuerdo del cerebro, sino como una Gestalt sobre el sistema completo pues, a fin de cuentas, se encuentra en las células de la sangre. Estar atrapado en los recuerdos significa redespertar las reacciones de las células sanguíneas. Eso explica por qué la neurosis se encuentra en cualquier parte del sistema, porque ahí también está la memoria. La alta presión sanguínea, o la pobre circulación en las extremidades, pueden muy bien ser un recuerdo o parte de una respuesta a un recuerdo. Continuarán sus efectos como componentes fisiológicos de la memoria, hasta que el suceso traumático real quede plenamente conectado a la conciencia.
La memoria temprana con sus concomitantes fisiológicos exactos siempre está tratando de afirmarse de una manera precisa. Hay personas que tienenfrecuente e inexplicablemente episodios de hiperventilación porque los recuerdos de sofocación en la vida temprana siempre están presentes y se dirigen hacia la conciencia. Pero como el recuerdo no es plenamente accesible, lo que llega hacia la superficie es sólo el estado fisiológico, la falta de oxígeno y las palpitaciones, éstas pertenecen al recuerdo temprano, desconectado y transportado al presente.
Todavía hay más. Lo que significa mi pequeño experimento es que los viejos recuerdos continuamente preceden a la realidad actual. Si tenemos a un paciente
en un cuarto ventilado con mucho oxígeno, y está llorando y pidiendo más oxígeno, actúa como si estuviera hambriento de éste, porque efectivamente lo
está. Esto no es diferente de una persona que está hambrienta de amor en su vida temprana, cuyo sistema clama por amor. Cuando está viviendo plenamente una vida adulta, la persona no lo pueden sentir o aceptar.
La miseria de la privación de oxígeno, al igual que la que privación emocional, se encuentran en las células de la sangre y sólo pueden reencontrarse en esas mismas células cuando se está reviviendo una experiencia. La memoria impresa sella la posibilidad de una satisfacción externa, porque la satisfacción adulta no es lo que el cuerpo necesita.
Dado que las necesidades del sistema rechazan la plena satisfacción, se ponen en movimiento en forma de “representaciones” (acting-outs) de esa satisfacción o plenitud. Tratamos de sentir amor en el presente, pero el sentimiento de no ser amado está registrado en la profundidad del sistema. La represión se encarga de que el amor presente no penetre en los niveles de la conciencia, en donde radican los sentimientos reales. Por eso el neurótico necesita más y más satisfacción actual, como en un desfile incesante. Lo más que puede lograr es un alto a sus sentimientos. Hay muchos traumas asociados con el nacimiento y todos echan a andar la represión.
Aun la separación física por unas cuantas horas después del nacimiento puede ser traumática y, por supuesto, el hecho de ser colocado en una incubadora por un largo periodo también es dañino. Lo que la represión hace es prevenir al mismo tiempo la continua y plena conciencia del hecho, porque una conciencia conectada significa que el sistema continúa reaccionando plenamente y esa reacción puede, por sí misma, ser peligrosa para la vida.
La inconciencia por represión ayuda a suprimir las funciones vitales que deben ubicarse en las zonas que ponen en peligro la vida. La integración de estos dolores tempranos es imposible porque integración significa conciencia, y eso de nuevo significa peligro. Permanecer desintegrado es un mecanismo para sobrevivir. En cierto sentido, es una defensa contra la integración. Para el neurótico es mejor estar fragmentado que estar plenamente consciente de su agonía.
En la vida adulta, la represión evita saber que es por completo seguro conocer plenamente lo que pasó, por eso la experiencia es encapsulada por la represión. Prácticamente podemos ver cómo puede suceder esto: un bebé que está por nacer a quien lo está estrangulando su cordón umbilical, ya no lucha ni reacciona de una manera combativa. La represión permite que el bebé no reaccione y, por tanto, conserve oxígeno para su supervivencia. Esta falta de reacción permite una caída de los signos vitales, caída que de ordinario podría ser fatal, pero previene la destrucción que podría suceder en la conciencia.
Lo que el acto neurótico produce es un actingout de una experiencia o del sentimiento que subyace a muchas experiencias. Eso significa la compulsión de repetición en la que el sistema recrea el medio ambiente temprano, con la finalidad de dominarlo e integrarlo. Un paciente estaba limitado a la actitud de
“Ya no puedo más”. Para él todo era tan difícil, como fue su nacimiento. Aun cuando jugaba tenis, tenía la actitud de dejarse vencer: “Ya no voy a seguir
intentándolo”. Todo era demasiado para él, como lo fue su nacimiento. La razón central de éste, su acting-out de derrota, era crear simbólicamente las
condiciones para que se desarrollara la curación. El cuerpo sabe que sólo en el contexto original se puede conseguir la salud, así que constantemente trata de
reproducir ese contexto con el fin de sanar. En efecto, no podemos sanar más que en el lugar donde fuimos heridos. Si los asaltos tempranos ocurrieron en un nivel bajo de conciencia, es preciso que ocurra en ese nivel para poder sanar.
Apenas nacer, una paciente pasó tres semanas en una incubadora, por lo que desarrolló un sobrecogedor sentimiento de aislamiento y alienación. Ella se aislaba de la vida social y tenía muy pocas relaciones. Había algo que se le había “quitado” (el contacto social recién nacida). Lo que ella había hecho, y lo que los neuróticos deben hacer, es crear un medio que coincida con sus sentimientos internos, de ese modo disminuyen su ambivalencia y crean las posibles
condiciones de sanación. Cuando podemos hacer coincidir lo interior con lo exterior logramos una mayor coherencia. A fin de cuentas, una idea psicótica es mejor que un sentimiento de futilidad sin esperanzas.
Los acting-out que analizamos posteriormente en detalle, pueden consistir en algo tan simple como constantemente tratar de ser agradable en la vida adulta, con el fin de apaciguar a una madre irritable (originalmente con la esperanza de hacerla mas sensible y gentil a través de los otros). La desesperanza, en cambio, da lugar a un comportamiento de esperanza, también conocido como “neurosis”, término que se aplica de forma indiscriminada. O también está alguien que se comporta como un “auxiliar”, continuamente listo para hacerse cargo y echarle una mano a cualquier persona, con la esperanza inconsciente de ayudar “par ayudarse a sí mismo”, algo que sus padres nunca lograron hacer.
En el campo de la psicología se comprende y acepta la noción de que si la cura fuera posible, inmediatamente cambiaría la cara de la profesión. No habría más nociones mágicas sobre la hipnosis, los grupos de encuentro, la acupuntura, el psicoanálisis, el análisis existencial y otras manipulaciones en boga, que lo
más que pueden lograr es cambiar algún aspecto de la neurosis. Pero mientras el dolor avasallador esté bloqueado, aislado del alcance de su propio destino neurológico, mientras que la conexión con la conciencia no ocurra… no habrá sanación. La fiebre que tiene cada paciente es el primer signo de que la curación está en proceso, en la medida que se acerca al catastrófico dolor temprano. Lo que entendemos como comportamiento neurótico —por ejemplo, el acting-out, tanto como se lo permita la represión— está recreando las condiciones de curación. Así, la neurosis es el medio simbólico que empleamos con la finalidad de sanar.
Debo agregar que no todo neurótico recrea su ambiente temprano. Hay tipos contrafóbicos que evitan cuidadosamente cualquier situación que les traiga algún sentimiento temprano. Estas personas están más lejos de sus necesidades que los otros. Es también la diferencia entre quienes están tratando de calmarse o sanar de una manera u otra, y quienes han renunciado a luchar. Por ejemplo, si el contrafóbico se siente desvalido, evitará cualquier situación que lo coloque en
una posición de indefensión, la indefensión original en el nacimiento, y más tarde, cuando se estaba totalmente bajo la autoridad de unos padres tiránicos, evocando el antiguo temor, pero a la larga, el neurótico reproduce una y otra vez el medio ambiente interno y sus reacciones originales.
La razón de que el neurótico se sintiera insatisfecho —por ejemplo, en el caso de una mujer que empezó su vida en una incubadora— se debía a que la satisfacción no formaba parte de los recuerdos originales que ella portaba consigo. El estar con una cantidad numerosa de personas, no iba a cambiar su sentimiento original de la soledad que vivió al ser apartada de su madre por un largo tiempo en su vida temprana. Posteriormente ella podrá usar drogas para mantener a raya ese tipo de dolor, aun cuando no esté consciente de la razón. Así que aunque reconozcamos la existencia del dolor, es casi imposible conocer su origen, porque la represión nos lo impide. Recordemos que el papel de la represión es mantenernos inconscientes e impedirnos sanar. El sistema
literalmente está viviendo en el pasado, de todas las maneras posibles. Por eso la memoria se sobrepone a la realidad actual y también porqué respondemos primero a la memoria y después a la realidad externa. Cuando una persona ya no está operando en el nivel temprano, en el que reside la memoria, más tarde ya no podrá duplicar la experiencia. Los llantos de un bebé de dos años no se pueden volver a escuchar cuando uno está al margen del sentimiento. De la misma manera, la falta de oxígeno no se puede replicar, no importa cuán fuerte sea nuestra voluntad.
En este sentido, hay serias complicaciones para la enfermedad mental.
Recuerdo a una mujer que hace varios años fue diagnosticada como prepsicótica, porque tenía alucinaciones de un sonido muy desagradable en sus oídos. Por más psicoterapias que tuvo, el ruido continuaba. Después de seis meses en mi terapia revivió una secuencia de nacimiento, en la que un lado de su cabeza y su oreja se tallaban contra el arco cúbico: las alucinaciones cesaron. Antes ella estaba sujeta simplemente a un recuerdo desconectado, que se parecía a una alucinación En casi cada caso que se refiere a síntomas, estos simplemente son una señal de la historia que se introduce de forma abrupta en la conciencia, en particular cuando el sistema de defensas es débil. El psiquiatra William Gray cree que todos los pensamientos están permeados por sentimientos que ayudan a codificar los recuerdos y a integrar los pensamientos cuando se van formando. Su trabajo ha sido superado por el de Paul La Violette, un teórico de sistemas, que piensa que la experiencia está codificada y almacenada en el cerebro en forma de ondas neuroeléctricas, derivadas de sucesos tempranos que tienen ondas cerebrales similares. Gray propone que el contenido emocional de una experiencia hace el papel de una etiqueta codificada para aquello que está almacenado en el tanque de la memoria (figurativamente). Esta etiqueta responde a las huellas de recuerdos que embonan con su melodía, lo que a su vez provoca la retransmisión de la experiencia en su forma codificada original. En otras palabras, algo que está en el presente, resuena con algo del pasado que ha estado almacenado en el banco de memoria, haciendo salir el recuerdo original con toda su fuerza.
El uso del término resonancia describe el proceso y no es solamente figurativo. Parece existir una frecuencia precisa que resonará en la amígdala con la membrana receptora. Esto activa la descarga neuronal, por ejemplo, en las reacciones emocionales. Estos mensajes resonantes, disparados por la vibración en la molécula de proteína encajada a través de la membrana celular, logran que estas moléculas actúen virtualmente como antenas celulares que captan una cierta frecuencia de información y la traducen en un recuerdo sensible. La señal que llega parece tener un código similar a aquellas señales ya establecidas en el equipo emocional. Cuando la vieja experiencia se suma a una nueva y es demasiado el sentimiento combinado, el hipotálamo no puede integrar el input y lo desvía hacia otras estructuras. En tanto que esta desviación continúa, no hay cabida para el alivio, ni fisiológico ni psíquico. Por eso la experiencia desviada debe tener como destino final el hipotálamo, en donde se inicia su alivio. Ése es el significado de la integración.
El siguiente caso ilustra la clase de resonancia a la que me refiero: Harry
Un día, empezando a revivir un episodio, comencé a escupir un fluido muy claro y apenas pude continuar porque la sensación de que me estaba ahogando era
muy fuerte. Empecé a sentir una irritación muy dolorosa en mis senos nasales, y tenía la impresión de que estaban llenos de jabón. Sentí cómo entraban un par de
bastones de montaña en mis narices. Mis gritos se apagaron y comencé a hacer sólo ruidos disfrazados; y al mismo tiempo, estaba acostado sobre mi espalda tratando de alcanzar mis dedos de los pies y levantando mis piernas hacia el techo lo más que podía. Quería desesperadamente ayudar a mi espalda a respirar,
pero no podía dejar el sentimiento.
De pronto, la escena se enfocó hacia mi madre. Me tenía en sus brazos ¡debajo del agua! Yo era un bebé y evidentemente me estaba bañando de una
manera muy descuidada y apresurada en el fregadero de la cocina y prácticamente me estaba ahogando. Lo que fuera que estuviera pensando, no impedía que me mantuviera sumergido en el agua jabonosa en el fregadero. Me quede lánguido y supongo que fue entonces cuando me desmayé en sus manos.
Luego me colocó en la mesa de la cocina donde vomité mucha agua. Lo curioso en esta historia de horror, tan antigua, es que ella siempre negó creer que yo era
alérgico al jabón Ivory (marca de jabón), pues siempre que lo compraba yo estornudaba, tosía y mis senos nasales empezaban a chorrear y me quejaba. Ella
no creía en la razón de mi “alergia” y decía: “¡No puedes ser alérgico a esa marca de jabón…! ¡Si ésa es la que usaba para bañarte cuando eras un bebé!”