CONCLUSIÓN
La neurosis no es una perversión del ser humano, es un ingrediente necesario para su desarrollo. Actualmente la estructura humana es el producto de la memoria de la humanidad, grabada e impresa. La progresión genética de una persona, a través de su vida, refleja el desarrollo de la historia de la humanidad.
Esta recapitulación de las especies nos permite comprender nuestro pasado filogenético, mirando de cerca el desarrollo individual. El examen por minuto de
un individuo, también es como observar su historia.
Ver cómo los excesos del dolor provocan que los humanos vuelen hacia el córtex, y lo defiendan con ideación, es tener una idea de cómo y cuándo se
desarrolló en primer lugar el córtex. Tenemos que mirar solamente a aquellos que han tomado una buena dosis de LSD, el cual deshace las compuertas del nivel bajo, para ver qué es lo que hace la gran adversidad. Hace lo que hizo en la historia: fuerza a la persona a reclutar un alto nivel de neuronas corticales,
conjurando ideas místicas como medio para lidiar con la precipitación.
Una noción poderosa es la que dice que podemos viajar a décadas anteriores, para recapturar la historia personal de uno mismo y rehacer algunos aspectos de
esa historia. Y así es en efecto, es posible liberar en la conciencia el componente de sufrimiento del trauma temprano, junto con la memoria específica, y descargar para siempre la energía y la presión de ese recuerdo. Cuando esto se ha logrado, como hemos visto, hay cambios significativos permanentes en importantes parámetros psicológicos, incluido el crecimiento, las hormonas del estrés y el sexo, los niveles de colesterol y el funcionamiento inmune. Lo mismo que nos hace enfermar — el dolor—, nos alivia. La diferencia solamente es cuestión de integración. La no integración significa enfermedad, la integración, salud.
Finalmente debe reconocerse que la neurosis es una enfermedad biológica.
No es causada sólo por agentes biológicos, pero es manifiestamente biológica y, al mismo tiempo, psicológica. Puedes morir de desesperación y desesperanza. Y
puedes morir al tratar de suprimir esos sentimientos.
La esperanza abandonada se convierte en desesperación, y la esperanza es esencial para la supervivencia. Hasta la esperanza irreal lo es. De ahí los cultos y las miríadas de escuelas de psicoterapia. Como muchos depresivos lo pueden testificar, no es posible vivir en un estado constante de desesperanza. Por eso muchas personas buscan “la respuesta”. No precisamente por el contenido de las respuestas, sino por la búsqueda que implican. Por eso algunas psicoterapias
tienden a ser infinitas. El paciente no desea terminarlas, mientras no haya explorado las profundidades de su desesperanza, está determinado a mantener su
esperanza viva.
SECRETOS QUE TE MANTIENEN ENFERMO
Creo que existe un tratamiento efectivo para las enfermedades catastróficas. Implica tratar con aquellas fuerzas suficientemente poderosas para irrumpir en la
evolución natural, produciendo adultos amargados, rotos y enfermizos, muy lejanos a los niños vitales que alguna vez fueron. Así que, si lo desean, déjenme
terminar con unas cuantas “Leyes Janovianas de la terapia.”
Guardar secretos para ti mismo te enfermará. (El problema es que ningún acto de voluntad puede ayudarte a divulgar esos secretos que yacen escondidos muy lejos.)
Sufrir es aliviarse, siempre que se sufra a un nivel que puede ser integrado.
La salvación descansa en el dolor. ¿Dónde lo habíamos escuchado?
Aquel que actúa excluyéndolo, gasta, y el que actúa hacia adentro: cava hacia sí. El asesino número uno en el mundo no es el cáncer o la enfermedad del
corazón: es la represión. El inconsciente es el verdadero peligro y la neurosis el verdadero asesino. Con el objetivo de vivir, necesitas reconocer la verdad, el
cuerpo siempre dice la verdad, y las verdades avasalladoras fuerzan a la mente a mentir.
La habilidad de tener acceso a los acontecimientos más tempranos del nacimiento y la infancia, creo yo, es crucial para la explicación final de la intensidad, calidad y dirección de muchas de las enfermedades catastróficas.
Podemos determinar sus orígenes y dirigirnos a las fuentes que las impulsan, en lugar de teorizar en abstracto. Finalmente, los síntomas no tienen que ser un misterio, pueden ser un mapa preciso que nos conduce de regreso a las causas precisas. La enfermedad es a menudo un grito silencioso… La cura consiste en
darle voz.