El Proceso de la Visión Interna
He elaborado una explicación sobre la forma en que actúa la visión interna. Por medio de mi visión interna o rayos X he observado el sendero de luz que penetra en el cuerpo, viendo lo que a continuación describiré. La luz penetra tanto a través del tercer ojo como por los ojos físicos y fluye a lo largo de los nervios ópticos, como se muestra en la figura 18-6. Esta luz tiene una vibración más elevada que la luz
visible y puede penetrar por la epidermis. Pasa a través del quiasma óptico y rodea la pituitaria, situada inmediatamente detrás de aquél. Entonces, la luz toma dos caminos. Uno va a los lóbulos occipitales para la visión normal; el otro, al tálamo, para el control oculomotor. He observado que, mediante determinadas técnicas meditativas y respiratorias, se puede hacer que la pituitaria empiece a vibrar e irradiar una luz aural dorada (o rosa, si la persona está enamorada). La vibración y la luz dorada aumentan la cantidad de luz que se ramifica al área del tálamo. Según mi visión, la luz aural se arquea sobre la parte baja del corpus callosum y es dirigida hacia la glándula pineal, que actúa como detectora de la visión interna.
Respirando de cierta manera controlada que hace que el aire frote contra la parte posterior de la garganta y el paladar blando, situado justamente al otro lado de la pituitaria, puedo estimular a esta última para que vibre. Esta respiración meditativa me ayuda, además, a enfocar mi mente y relajarla. También lleva la luz dorada hacia arriba, siguiendo la parte posterior de mi espina dorsal desde la base, y la luz rosada hacia arriba por la parte frontal. Estas dos corrientes se arquean una encima de otra en el área del tálamo, lo que aporta más energía a la parte central de la frente y a las zonas centrales del cerebro, que son con las que veo. La sensación subjetiva de este tipo de visión permite que algo (energía, información) penetre en la zona de la cabeza donde se halla el tercer ojo. Este tipo de visión aporta la capacidad para explorar a cualquier profundidad que se elija, con un amplio abanico de resoluciones, hasta el nivel celular e incluso viral.
Mi sensación subjetiva es la de tener un scanner en la cabeza, situado en la parte central del cerebro, detrás del tercer ojo, a unos cinco centímetros hacia dentro, donde una línea recta que partiera del tercer ojo cortaría a otra trazada entre las sienes. Éste parece ser el centro del aparato exploratorio.
Puedo mirar en cualquier dirección desde el lugar en que me encuentre sin tener que mover la cabeza; sin embargo, me suele servir de ayuda mirar directamente aquello que esté explorando.
Cuando recibo a un paciente realizo una exploración generalizada de todo su cuerpo para seleccionar las áreas de interés. Me siento atraída hacia las zonas que requieren atención. Entonces procedo a afinar mi enfoque del área en cuestión y la exploro con una resolución más precisa. En ocasiones, para que la exploración sea más certera, realizo la imposición de manos en esa zona. De este modo me resulta más fácil.
A veces recurro a otro método: me limito a pedir que se me muestre una imagen del problema y recibo entonces un cuadro mental de la situación.
Ejercicios para establecer la visión interna 1. Viajar por el cuerpo
La mejor forma de practicar la visión interna es mediante ejercicios de relajación profunda, incluyendo lo que denominamos viajar por el cuerpo.
Para empezar, tiéndase y aflójese toda la ropa. Inspire profundamente y relájese. Pruebe de nuevo.
Inspire otra vez profundamente y tense todo el cuerpo al máximo que pueda. Contenga la respiración y espire entonces dejando que desaparezca la tensión. Hágalo de nuevo. Repita ahora el ejercicio tensorrespiratorio, pero tensando el cuerpo sólo la mitad que antes, también en su totalidad. Espire y afloje los músculos.
Vuelva a inspirar a fondo y relájese mientras deja escapar el aire. Repita el ejercicio tres veces sin tensar el cuerpo. Visualice cómo la tensión rezuma de su cuerpo como miel espesa que se deposita sobre la superficie en la que está echado. Note cómo los latidos de su corazón se van haciendo más lentos hasta alcanzar un ritmo’ suave, agradable, saludable.
Imagínese ahora que es usted algo diminuto, como un punto de luz, y penetre en su cuerpo por el lugar que elija. Ese yo diminuto fluye hasta el hombro izquierdo relajando la tensión por donde pasa; desciende entonces por el brazo izquierdo para penetrar en la mano, relajando toda la tensión con una ligera sensación de cosquilleo, calor y energía. Su brazo izquierdo resulta ahora pesado y cálido.
Ahora, su yo diminuto fluye hacia atrás por el brazo izquierdo, desciende por la pierna izquierda relajando toda su tensión, vuelve a subir por dicha pierna para penetrar en la derecha y regresa al brazo derecho. Todo su cuerpo tendrá una sensación de calor y pesadez. Empiece ahora a explorar sus sistemas corporales con ayuda de su yo diminuto. Penetre en el corazón y siga el riego sanguíneo que va bombeando por el cuerpo. ¿El aspecto del sistema es bueno? ¿Lo nota sano? Viaje ahora por los pulmones y examine sus tejidos. Pase a los órganos digestivos. Siga el recorrido de los alimentos que ingiere: vaya de la boca al esófago y de aquí al estómago. ¿Qué aspecto tiene éste? ¿Recibe suficiente energía? ¿Está equilibrado en cuanto a la cantidad de enzimas digestivas que necesita? Siga ahora al alimento cuando sale del estómago y pasa a la parte baja de éste, de ahí al intestino delgado y luego al grueso. ¿Está todo bien? Vuelva ahora y penetre en el hígado, el páncreas, el bazo. ¿Funciona todo bien? Viaje por sus genitales.
¿Reciben los amorosos cuidados que se merecen?
Si hay algún lugar de su cuerpo que le preocupe, envíe a su yo diminuto, con amor y energía, a esa área y examínela cuidadosamente. Si le falta algo, deje que su yo diminuto lo solucione. Si hay que limpiarla, hágalo. Si precisa energía, deje que su yo diminuto se la envíe.
Cuando haya quedado satisfecho de la exploración y los cuidados de su cuerpo, deje que el yo diminuto crezca a su tamaño normal y se funda con su auténtico ser.
Puede volver a este tipo de autoexploracón cada vez que quiera.
Regrese a su estado consciente normal, pero manténgase profundamente relajado, lleno de confianza en sí mismo y atento. Ha estado explorando su propio cuerpo.
Explorar a un amigo
Siéntese en una silla delante de su amigo; uno será el observador y el otro deberá ser receptivo a la observación. Haga un ejercicio de meditación para silenciar su pensamiento. Déjese concentrar suavemente sobre su amigo. Mantenga los ojos cerrados. Recuerde la sensación de viajar por su propio cuerpo; ahora podrá hacerlo visualmente por el de su amigo. Esta vez la sensación será un poco distinta, pues la observación se realiza desde fuera del cuerpo.
Primero explore el cuerpo para hallar el área que le atraiga. Al principio puede usar las manos, pero sin tocar a su amigo. Más adelante no tendrá que recurrir a ellas. Cuando sea arrastrado intuitivamente a un área concreta, limítese a concentrarse más en ella. Déjese concentrar en los órganos de esa zona. Crea en lo que ve. Puede que reciba un color, una textura, una sensación o simplemente algo vago, indefinido.
Deje que las imágenes entren en su cabeza. Cuando se sienta satisfecho con lo que ha descubierto, déjese arrastrar a otra zona del cuerpo y repita el ejercicio. Si no se siente atraído por otra parte, limítese a empezar de nuevo a explorar el cuerpo.
Puede hacerlo por zonas o, si está familiarizado con la anatomía (algo que deberá aprender si quiere ser sanador), explore los sistemas corporales. Fíjese en lo que ve en su mente.
Si su exploración le ha satisfecho, regrese lentamente a sí mismo y abra los ojos.
Comente con su amigo lo que haya podido detectar. ¿Cómo se corresponde lo que ha detectado con lo que su amigo sabe sobre sí mismo? ¿Qué es lo que no coincide? ¿Puede explicar por qué? Quizá la respuesta esté en las suposiciones que usted haya hecho. Tal vez el problema radique en su propio cuerpo. A lo mejor tiene razón y su amigo desconoce la situación que usted ha «visto». Cambie ahora de papel y deje que sea su amigo quien le observe. Sea pasivo, para facilitarle la tarea.
Meditación para abrir el scanner de su tercer ojo
Un ejercicio que me sugirió uno de mis maestros, el reverendo C. B., consiste en tumbarse de espaldas o sentarse en posición recta. Compruebe que está cómodo. Inspire profundamente por la nariz. En primer lugar llene de aire el abdomen inferior, luego la parte media del torso y por último la parte superior. Abra ahora la boca tanto como pueda. Mantenga la lengua pegada al fondo de la garganta y disponga ésta de forma que deje escapar el aire únicamente si roza contra la parte superior posterior de la garganta, cerca del paladar blando. Intente que raspe lo más atrás que pueda. El aire debe salir raspando con suavidad, no borboteando. No incline la cabeza hacia atrás; debe mantenerla recta sobre la espina dorsal. Deje escapar poco a poco el aire del cuerpo, primero del abdomen inferior, luego del torso medio y finalmente de la parte alta de éste. Deje que salga todo. Inspire y relájese, para repetir a continuación la respiración
frotadora. Cuando se haya habituado a hacerlo, añada la visualización que sigue.
A medida que el aire vaya saliendo de su cuerpo visualice un rayo de luz dorada que empieza en el área posterior de la pelvis, le recorre la espina dorsal hacia arriba y penetra en el área central del cerebro.
Repita la respiración frotadora tres veces. Concéntrese ahora en la parte delantera de su cuerpo. En esta zona, el rayo de luz aparece rosado. Realice otras tres respiraciones frotadoras. Observe que los dos rayos de luz se arquean sobre la parte central del cerebro y penetran en éste.
Cuando haya aprendido a hacer este ejercicio no realice más de tres o cuatro respiraciones por cada lado del cuerpo, de lo contrario podría marearse. Le ruego que trate este ejercicio con el máximo respeto, pues es muy poderoso. Hágalo todo con lentitud. No puede acelerar su evolución de forma no orgánica. Nunca da resultado (aunque la mayoría desearíamos que lo diera).
Muchas veces, en el curso de una sesión de curación, hago ejercicios rápidos de respiración que me ayudan a elevar mis vibraciones y energías para poder examinar mejor el aura y ver en ésta niveles más elevados, así como para transmitir frecuencias más altas por mi campo. Para ello, hago que el aire raspe contra la parte superior trasera de mi garganta, pero lo hago respirando muy breve y rápidamente por la nariz. Ahora me resulta fácil hacerlo, pues he repetido el ejercicio muchísimas veces. En ocasiones, además, realizo inspiraciones y espiraciones largas, firmes, iguales e ininterrumpidas, y froto el aire en la parte posterior de mi garganta para centrarme en el enfoque, aclarar mi mente y equilibrar mi campo energético. A esto lo llamo técnica de respiración de frotamiento nasal.
La información recibida todavía es más útil si se combina la elevada visión sensorial con la elevada audición sensorial.
Hallar la causa de una enfermedad: recorrer el tiempo hacia atrás
He descubierto un procedimiento para «leer» la causa de un problema físico determinado. Combina dos técnicas: la primera es la manera normal de evocar la memoria. Basta con volver la vista atrás, a cuando uno era más joven. Elija entonces una edad determinada, o un lugar concreto en el que haya vivido, y recuérdelo. Recuerde ahora otra época anterior a ésta. ¿Qué proceso interno emplea para evocar los recuerdos? ¿Qué le parecen? Yo, para recordar algo sobre mi pasado, utilizo mi mente de manera particular. Sé lo que se siente. Retengo mis recuerdos en forma de sentimientos, imágenes o sonidos.
«Recorrer el tiempo hacia atrás» es fácil; todos lo hacemos. La mayoría cree que sólo se puede hacer para uno mismo, no para los demás. Se trata, simplemente, de una creencia limitada. He descubierto que es este proceso interno de retroceder en el tiempo el que se emplea para «leer» los antecedentes de una enfermedad.
La segunda técnica consiste en utilizar la conexión quinestésica y la visión interna. Lo primero que hago es conectar con la parte del cuerpo de que se trate utilizando mi sentido quinestésico. Seguidamente, obtengo una imagen del área problemática para describir sus actuales condiciones. Retengo esta conexión y retrocedo en el tiempo, leo el pasado y soy testigo de la historia de esa parte del cuerpo. Sigo siéndolo a medida que retrocedo en el pasado y, finalmente, «leo» la causa del problema. Por ejemplo, veo un traumatismo que se produjo en una parte del cuerpo del paciente en algún momento anterior de su vida.
Luego veo otro, en algún momento más remoto, y así sucesivamente. La mayoría de las enfermedades graves son el resultado de una serie de estos traumatismos. Lo que hago, sencillamente, es ir hacia atrás hasta un momento anterior a que se produjera cualquier traumatismo en esa parte del cuerpo. El primero que sufrió es la causa primigenia del problema actual.
1. ¿Qué puede ver cuando emplea la visión interna? ¿Qué parte del interior del cuerpo puede ver? ¿A qué profundidad?
2. ¿Qué gamas de tamaño de los objetos puede percibir un clarividente que emplee la visión interna?
3. ¿Se puede usar la visión interna a distancia?
4. Relacione tres ejercicios que se empleen para realizar la visión interna.
5. ¿Qué glándula endocrina actúa como sensor de la visión interna?
Alimento para la mente
6. ¿Cuál es la diferencia entre visualizar y percibir?