Ejercicio
Toma papel y lápiz. Recorre tu vida y detecta estas áreas donde hay sufrimiento. Hazte las preguntas 1 a 7, siempre teniendo en mente que tu objetivo es vivir una vida de paz y de disfrute.
ÁREA : ……………………………………………………………………………………………………………
Una sugerencia: Hazlo primero con algo fácil, como ” no me gusta que mi escritorio esté siempre lleno de papeles” o ” tengo una caries y no voy al dentista ” . Luego elige algo mucho más difícil, como por ejemplo, ” no me gustan mis piernas” o ” no me gusta el novio de mi hija”.
El Virus de la Víctima
La Adicción al Sufrimiento
Jugar el papel de víctima es parte de un modelo cultural muy viejo, tan antiguo como nuestra civilización. Encontramos ese patrón en toda la historia de la humanidad. En la actualidad está en los libros que leemos, en la TV que miramos, en las noticias de los periódicos, en las religiones, en la política nacional, en las relaciones diplomáticas internacionales, en las escuelas, en las relaciones de pareja, en las amistades, etc.
Estamos acostumbrados a ese papel, que se ha vuelto adictivo. En verdad, es una adicción socialmente aceptada que crea muchísima miseria física, mental y emocional. Ser víctima es un juego cultural que se ha cobrado y sigue cobrándose muchas bajas entre nosotros.
Una persona que juega el papel de víctima es alguien que sufre por diferentes razones y variadas causas. Puede ser que sufra por necesidades básicas no satisfechas, molestias físicas, enfermedades , falta de energía, cansancio, impotencia, desesperanza, indiferencia, falta de reconocimiento, confusión, traición, abuso físico, emocional o sexual, manipulación, explotación, opresión, abandono, persecución, entre otras cosas.
La resonancia que se activa cuando nos sentimos víctimas genera en nosotros pensamientos y comportamientos inconscientes, y sin darnos cuenta nos encontramos interior y exteriormente, quejándonos, culpándonos a nosotros mismos y a los demás, o a la vida o a Dios. Ese estado de queja crónico genera contracciones internas que impiden que energías esenciales fluyan como debieran y drenan nuestra fuerza vital . Esto nos debilita enormemente.
Según la Ley de Atracción y sus principios, cuando emitimos la resonancia de “la víctima”, atraemos personas y situaciones que nos van a hacer sufrir. Por otro lado, no nos es posible extraerle “el jugo” a la experiencia que estamos viviendo y nos vamos a ver repitiéndola infinidad de veces y de diferentes maneras.
El“virus” de la víctima nos hace percibirnos a nosotros mismos como un ente separado del todo, que tiene que estar constantemente defendiéndose o atacando. Este “virus” también crea una resonancia de miedo crónico y da lugar a un círculo vicioso: