El Campo Energético alberga la Memoria
Las células sólo pueden tener memoria si hay un campo energético que las imprime con información. El cuerpo humano es una creación maravillosa y, sin embargo, “lo desenchufamos”, deja de funcionar y se conviene a materia muerta. El cuerpo en el cual vivimos depende de nosotros. Somos su fuente de energía. Somos la fuente que hace funcionar la biocomputadora. Toda la memoria está en el campo energético y nuestra fuerza vital proveerás las células de la información necesaria mientras exista nuestra biocomputadora humana.
Las culturas antiguas y las comunidades indígenas cuya sabiduría se acumuló durante milenios conocían la existencia de este poder que gobierna el universo entero. Este “jugo vital” o fuerza vital ha sido llamado chi en la China, ki, en el Japón; prana, en la India, soplo de vida, por los hebreos; Verbo, por los cristianos. Se emplean estos términos para expresar el principio creativo que da existencia a las cosas, principio que todo lo contiene y lo mantiene, que conecta todo y que siempre existió, aun antes del principio de la vida en la Tierra
Podríamos enumerar tres constituyentes principales de la biocomputadora humana:
Desde tiempos lejanos sabemos que estos constituyentes interactúan continuamente y que necesitan ser tratados como una unidad para que exista equilibrio. En las culturas primitivas, las funciones de médico, psicólogo y sacerdote eran desempeñadas por una sola persona. A lo largo de los siglos, estas funciones se han ido diferenciando y en nuestros tiempos, se han convertido en especialidades desarrolladas por distintos profesionales. Hoy, cuando los seres humanos estamos enfermos, somos tratados como entidades divididas y compartimentadas, a veces sin que exista conexión entre las partes y a menudo sin posibilidad de integración. El médico se ocupa del cuerpo físico-pocas veces en su totalidad-, el psicólogo y el sacerdote -sea cual fuere su credo, intentan tratar el alma.
Habitualmente no interaccionan y suele suceder que tampoco se ponen de acuerdo. Pero los seres humanos de hoy no somos distintos de los de la antigüedad, de modo que,si nos re-educamos conscientemente, podemos rescatar la capacidad de reintegrar la esencia y la unidad perdidas.
La filosofía china nos enseña que la fuerza vital es magnética y que tiene un polo norte y un polo sur, que se expresan en el cuerpo como polaridades, positiva y negativa.
Ésta es la dualidad conocida como yin-yang. La energía yin fluye desde los pies hacia la cabeza, y la energía yang, desde la cabeza hacia los pies. Ninguna de las dos es absoluta: hay una pequeña parte de yin en la fuerza yang y una pequeña parte de yang en la fuerza yin. Y la totalidad de la bio-computadora humana -todos sus niveles y todos sus “archivos – tiene algo de lo positivo en lo negativo y algo de negativo en lo positivo. Lo positivo y lo negativo juntos constantemente y son necesarios uno para el otro en la creación de un campo unificado de energía
Los “archivos” que contienen una carga positiva son el resultado de todas nuestras percepciones, creencias y decisiones que nos han ayudado y apoyado en la vida hasta el momento actual y que nos dan forma diariamente. Esto incluye todas las funciones naturales, físicas, mentales y emocionales que nos mantienen vivos mientras disfrutamos de la vida y tenemos expectativas creativas y sanas. A estas creencias y decisiones sanas las llamamos archivos cargados positivamente; ellas influyen en nuestras elecciones y nuestro comportamiento y crean una auto-imagen fuerte, que es transmitida a otros: “Soy una persona sana”, “Yo puedo”, “Yo confío en mi”, “Merezco ser feliz”, “Tengo derecho a poner límites”
Los archivos que contienen una carga negativa son el resultado de creencias y decisiones que generan una auto-imagen débil que también es transmitida a los demás: “Nadie me ama”, “No puedo decir mi verdad”, “No puedo confiar en nadie”, “No se puede confiar en nadie”, “Soy un/a fracasado/a”, “Soy un/a estúpido/a”, “No hay esperanza para mí”, y la lista sigue.
Investigaciones relacionadas
• Dice Thomas R. McClaskey, D.C., CHIT,
B.C.E.T.S., de la American Academy of Experts in Traumatic Stress: “Aunque la comprensión del ser humano que la ciencia moderna tiene actualmente es aún muy primaria, se está poniendo cada vez más en evidencia que la química de las emociones es un factor clave en cualquier intervención terapéutica, si esperamos tener resultados a largo plazo o permanentes. Todos los recuerdos están grabados en el nivel celular y, por consiguiente, cualquier método que altere de manera beneficiosa los patrones de memoria destructivos deben ser evaluados cuidadosamente al tratar problemas derivados del estrés ocasionado por traumas u otras condiciones psicosomáticas o psicológicas”.
•En la última década apareció una creciente cantidad de información acerca de la memoria celular. Por ejemplo, si buscas en Internet, Wikipedia (la enciclopedia libre) dice: “La memoria celular es la hipótesis de que cosas tales como recuerdos, hábitos, intereses y gustos pueden de alguna manera estar almacenadas en todas las células del cuerpo humano, no sólo en el cerebro. Esta idea está basada en su mayor parte en evidencia observada en casos de trasplantes de órganos después de los cuales se evidenció que el receptor había
desarrollado nuevos hábitos o recuerdos”.
Paul Pearsall, M.D., psiconeuroinmunologista, autor del libro The Heart’s Code (‘El código del corazón’), ha investigado durante varios años la transferencia de recuerdos a través de órganos trasplantados. Luego de entrevistar a más de ciento cincuenta personas receptoras de corazones y otros órganos, Pearsall concluyó que las células de los tejidos vivos tienen la capacidad de recordar. Para leer más acerca de su trabajo, consulta www.paulpearsall.com/info/
Gary Schwartz, Ph.D., y Linda Russek, Ph.D., científicos de la Universidad de Arizona y coautores del libro The Living Energy Universe (‘El universo de energía viviente’), proponen la hipótesis de que “todos los sistemas corporales almacenan energía de manera dinámica… Y que esta información conforma un sistema que continúa vivo y evolucionando aun después de que la estructura física se haya destruido”. Schwartz y Russek creen que es así como la información del donante puede hacerse presente de manera consciente o inconsciente en los órganos o tejidos trasplantados.
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Candace Pert, profesora del departamento de Fisiología y Biofísica de la Universidad de Georgetown, quien descubrió la existencia de neuropéptidos en todos los tejidos del cuerpo, sugiere que los pensamientos y recuerdos pueden permanecer inconscientes o pueden hacerse conscientes a través de receptores celulares, lo que abre la posibilidad de conexiones psicológicas entre los recuerdos, los órganos y la mente. En su libro Molecules of Emotion: Why You Feel the Way You Feel (‘Moléculas de la emoción: ¿por qué te sientes como te sientes?’), postula que “La mente no está sólo en el cerebro, sino en todo el cuerpo”. Como experta en farmacología de los péptidos, añade: “La mente y el cuerpo se comunican a través de unos químicos llamados péptidos, que se encuentran tanto en el cerebro como en el estómago, en los músculos y en todos los órganos más importantes. Yo creo que se puede acceder a los recuerdos a través de toda la red creada por los péptidos y por los receptores –por ejemplo, a un recuerdo ligado al páncreas o al hígado, asociados a la asimilación de alimentos, y esas asociaciones pueden ser trasplantadas de una persona a otra”.
• Bruce Lipton, M.D., científico e investigador norteamericano, creador de la epigenética, dice en su libro The Biology of Belief (‘La biología de las creencias’): “Ya no podemos permitimos ignorar la milagrosa sabiduría natural del cuerpo humano. En este instante, en él hay miles de millones de células embrionales indiferenciadas diseñadas para reparar o reemplazar tejidos y órganos dañados. Sin embargo, la actividad y el destino de estas células regenerativas están epigenéticamente controlados.
Eso quiere decir que están siendo profundamente influenciados por nuestros pensamientos y percepciones del entorno. Así, por ejemplo, nuestras creencias acerca de la vejez pueden mejorar el funcionamiento de nuestras células indiferenciadas o interferir en él, causando la regeneración o declinación de nuestra fisiología”.
En otra parte de su libro, Lipton aclara: “De la misma manera en que el aparato de televisión capta las ondas transmitidas a través del aire, así también los receptores celulares captan la información de nuestro entorno exterior para formar lo que llamamos nuestra individualidad personal. Esta información tiene la forma de radiación electromagnética y es recibida y apropiada por nosotros de la misma manera en que bajamos información de la Internet y la guardamos en archivos en nuestras computadoras. Y en la misma forma en que sólo bajamos cierta información de la Web y no toda, así también nosotros ‘bajamos’ una banda acotada de toda la información guardada en el espectro electromagnético universal”.