Hablando de muerte, tal es el caso que “nos ocupa”, (nunca mejor dicho), hablamos de un compendio estructural vinculado a la muerte y a todo aquello que pudo llegar a generar la muerte, marcando al inconsciente con improntas muy potentes. Debido a nuestra precaria predisposición cultural a la integración en este terreno, donde la muerte ha sido vista generalmente como una desgracia y un horror, muy difícil de asimilar, todos tenemos algún tipo de posesión que, en algún momento específico, nos invade y determina muchas de nuestras costumbres, frases, pensamientos o tendencias. Recordemos, para entender bien este punto, que todo lo generado y no-expresado, lo generado y no-resuelto o lo generado y enquistado dentro del devenir del clan, buscará, como lo hace el agua sobre una pendiente, el camino más fácil para fluir desde su negación, y esto se manifestará, más tarde, en aquel ritual propio que define la vida con cada una de sus metáforas. Determinadas exclamaciones verbales con respecto a cualquier categoría en las que, diríase, es el abuelo o la abuela de la persona quien “toma las riendas” de la situación y expresa su fijación o resentir. Esto, que puede entrar dentro de una de las categorías más leves, nos acontece a cualquiera de nosotros sin ser conscientes lo más mínimo de lo que ocurre en realidad, sin pararnos a reflexionar sobre la procedencia de tal o cual “forma de expresión”, que tomamos como propia, sin más, debido a este “carácter especial de posesión”, precisamente, que ocupa nuestro psiquismo al completo. Otros atributos de posesión, ni siquiera están contemplados como síntoma por la psicología convencional, ya que se atribuyen a rasgos comunes de carácter o personalidad, si bien pueden llegar a entrar, en su exceso, dentro de muchas de las patologías típicas conocidas, en este caso, manifestaciones en forma de reacción ante determinada situación, como “ataques de locura”, “pérdida de control emocional transitoria”, “brotes psicóticos”, “estados alterados de conciencia”, “reacciones violentas sin aparente justificación”, etc. A partir de aquí e independientemente, en psicogenealogía hay grados en esta energía de posesión, y es considerado un síndrome, muy específico, que entraña diversos tipos de sintomatologías –más o menos relevantes–. La personalidad ocupada puede llegar a manifestar “esa energía” de forma que domina su vida y costumbres; una energía independiente que invade por completo a la persona, convirtiendo su energía vital, en un medio de expresión de por vida.
Todo aborto tiene un sentido reparador, porque cuando las cosas se expresan, de alguna manera se transforman. El paso que entraña hacer aflorar algo desde el inconsciente, hasta su manifestación en el mundo material, ya supone en sí mismo un proceso de transformación Por eso decimos que todos los abortos “reparan algo escondido”, y todos contienen en si ese elemento de “intento equilibrador”. Al igual que la enfermedad, recurso capaz de restablecer nuestra energía emocional sin nuestra participación consciente, la muerte o el aborto, equilibran de alguna manera situaciones en conflicto vetadas por el consciente. El simple hecho de que una mujer se encuentre, consciente o inconscientemente incapacitada, en ese momento, para acoger la vida que viene, y se produzca por unau otra razón la interrupción del nacimiento, ya puede ser un indicativo de “toma de posiciones”, (en parte consciente si es provocado e inconsciente si el aborto es natural), sobre algo que en el clan estaba “prohibido”, y acarreó, con excesos en la procreación, una determinada percepción de “anulación vital”, debido a la dedicación exclusiva que requería la crianza de hijos a discreción. Muchos abortos naturales, es decir, no-provocados, los produce el inconsciente materno cuando, (desde el inconsciente biológico en este caso), la madre encuentra su nivel vital o el estado de su territorio,(real o simbólico) inhabilitado para la procreación: El entorno y la situación psico-emocional de la madre, puede provocar tantos abortos como intentos frustrados de procreación se manifiesten en el resultado.