Seguir atrapado o dar un paso adelante
Seguir atrapado o dar un paso adelante. Las zonas cerebrales antes mencionadas tienen un supracontrol a través de la corteza cerebral que sirve para regular las emociones. Se trata de un control racional, pero tengamos en cuenta que no supone un control de las emociones directamente desde el raciocinio, sino que permite controlar el paso de la información y es el mediador entre el consciente y el inconsciente. En el cerebro emocional se alojan la memoria –los recuerdos–, el aprendizaje y la imaginación.
Como dice Joseph Ledoux (1996) “todo el sistema cerebral sobre el que se apoyan las emociones es producto de la sabiduría evolutiva. Para él, los mecanismos cerebrales subyacentes a ciertas conductas emocionales se han conservado a lo largo de numerosas etapas de la evolución cerebral.”
El tercer cerebro en aparecer, el más joven, es el cerebro racional o frontal. A pesar de ser el más joven, no deja de tener una larga historia, ya que se desarrolló hace unos 100 millones de años con la aparición de los primeros mamíferos superiores. Significó un salto cuántico, una revolución que ha permitido que ahora los humanos seamos capaces de pensar de forma indeterminada, neutra e independiente, que comprendamos relaciones abstractas presentes, pasadas y con vistas al futuro, y desarrollemos un ego consciente con una compleja vida racional y emocional.
Este cerebro racional, o también llamado pensante, recubre las partes más viejas y primitivas. Es la parte que nos va a diferenciar de los mamíferos superiores. Lo que nos aleja de nuestra animalidad y nos acerca a nuestra humanidad.
En la medida en que los seres vivos han ido evolucionando han agregado circuitos y microcircuitos que facilitan el pasar de las funciones neurológicas básicas del campo mental primitivo a otros cada vez más complejos y funcionales.
Al mismo tiempo se han desarrollado las neuronas llamadas neuronas espejo que son sensibles a los movimientos, sonidos o comunicación verbal, gestual y fisiológica de otros seres vivos. Giaccomo Rizzolati (2006) y sus colaboradores las bautizaron así porque estas neuronas especializadas permiten captar los estados físicos, mentales, emocionales y comprender las reacciones e intenciones del otro. Es sentir en uno lo que viven los demás y esa apreciación le informa a la parte emocional propia para que pueda tomar decisiones desde un lugar humano, sensible y compasivo. Se podría decir que nos facilitan la disolución de las barreras entre las personas. El otro no existe y yo siento en mí al otro. Son también una parte que conforma el espacio que denominamos “como si” que va unido a la imaginación. Podemos sentir en nosotros algo que no está ocurriendo por eso podemos recuperar estados y revivirlos “como si” estuvieran ocurriendo de otra manera o ponernos en la piel del otro “como si” sintiéramos como él. El siguiente cuadro resume las
características del cerebro triúnico:
Recuerda: en los momentos de estrés que vivamos producidos por un evento muy dramático o eventos repetitivos y acumulativos, el cerebro arcaico se activará y pondrá a nuestra disposición toda la información que ha recopilado después de centenares de millones de años de evolución. ¡Qué maravilla contar con un programa que nos ayude a sobrevivir sin tener que pensar en ello!
Improntas o Huellas
La Descodificación Biológica Original sostiene que las primeras vivencias dolorosas han actuado como fragilizantes. Es el fundamento del
llamado conflicto programante. Este postulado tiene su base en la etología, la rama de la biología y de la psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales y las formas de aprendizaje de los mismos, establecidas por Konrad Lorenz, investigador austríaco contemporáneo de Laborit.
Para el Dr. Lorenz (1986) la primera situación que vive un animal y, por ende, el hombre, entendido como un animal superior, constituye lo que denominó una impronta o huella que marcará la conducta futura a partir de ese primer aprendizaje.
Otro autor que apoya la teoría de que todas las vivencias han quedado grabadas en nuestra membrana celular es Bruce Lipton.“El subconsciente es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente.
Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo, pero no lo podemos controlar. Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida. Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se “programa” su subconsciente.
¡Qué gran responsabilidad para los padres! Está demostrado que, si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer, aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.” (Lipton, 2007)
No somos víctimas de nuestra genética, en realidad es el ADN el que está controlado por el medio externo celular y este por nuestras creencias y nuestra manera de vivir.
La interrelación psique, cerebro, órgano ha funcionado en nuestro sistema desde hace millones de años y las soluciones obtenidas forman parte de nuestra memoria celular. Esa es la información que ha quedado inscrita en cada célula con el objetivo de tener la solución a un problema bien interiorizada y poder reaccionar rápida y eficazmente ante lo que el cerebro arcaico entiende como una situación de vida o muerte.
A través del estudio del comportamiento animal y de los experimentos de Iván Pávlov (conocido sobre todo por su experimento de “La campana o el perro de Pávlov”), los médicos estadounidenses Robert Ader y Nicholas Cohena se percataron de que el estrés generado en un animal implicaba alteraciones en su sistema nervioso, hormonal e inmunitario. Es decir, se dieron cuenta de cómo influía el estrés (algo psicológico) en el organismo de un animal (algo físico). En 1975 acuñaron el término Psiconeuroinmunología, una disciplina que estudia las relaciones que se establecen entre el ambiente, la alimentación, el cuerpo y la mente, así como éstas afectan clínicamente.
Nueva Medicina Germánica (NMG)
La base teórica de la Descodificación Biológica Original se encuentra en la Nueva Medicina Germánica (NMG) que prosigue en el tiempo a las investigaciones mencionadas. Nació de la mano del Dr. Ryke Geerd Hamer, un médico alemán que inició sus investigaciones al padecer una de las llamadas “enfermedades graves”, un cáncer, después de la muerte de su hijo Dirk en 1978. Un aristócrata italiano disparó sin motivo aparente a una persona que dormía en la cubierta de un barco cercano. Era Dirk, el hijo de Hamer, quien murió 4 meses después en un hospital alemán siendo cuidado día y noche por sus padres. La trágica muerte de su hijo, unida a las dificultades para investigar el caso, afectó profundamente a la familia. A los pocos meses, al Dr. Hamer le diagnosticaron un cáncer de testículos y a su mujer, un cáncer de mama. ¿Casualidad?, ¿Sincronicidad? ¿Qué había ocurrido?
Para el Dr. Hamer no era casual la relación entre ambos acontecimientos: había muerto su hijo y los dos progenitores habían sufrido cáncer en dos zonas del cuerpo relacionadas con la reproducción. Por eso en 1981 empezó una nueva línea de investigación, un nuevo paradigma médico que daba un giro de 180° a la manera de entender las causas de las enfermedades basado en el funcionamiento natural del organismo.
Este nuevo modelo se basa en 5 leyes biológicas que ahora sólo enunciaremos y que explicaremos en detalle en otros capítulos. Son las siguientes:
1. DHS (Dirk Hamer Syndrome) o choque biológico ante una situación dramática
2. Carácter bifásico de la enfermedad
3. Sistema ontogénico de la enfermedad
4. Sistema ontogénico de los gérmenes
5. Sentido Biológico
Son cinco leyes que han cambiado la manera de entender las enfermedades y que sirvieron de apoyo para que médicos, psicólogos y
terapeutas de todo el mundo continuaran indagando en esta línea de investigación. A partir de ellas, y tras agregar otros métodos prácticos para abordar los síntomas de las enfermedades, se formaron distintas escuelas, todas ellas con un mismo fundamento teórico: la idea de que la mente –con sus procesos, la forma de ver la vida– y el cuerpo forman un nexo indisoluble e imprescindible para entender por qué enfermamos y cómo podemos sanar.
Estos preceptos descritos por el Dr. Hamer también tienen una base en la medicina llamada oficial. Por ejemplo, él enuncia en la primera ley que la persona que ha vivido una situación de estrés con las características de un conflicto biológico antes de la aparición de un malestar o una enfermedad que no ha podido ser evacuado es propensa a descargarlo mediante un síntoma.
No es el estrés en sí mismo el que provoca el síntoma sino la forma en que lo gestionamos. Son nuestras reacciones las que pueden enfermarnos.
Otras teorías como las que sustentan la medicina psicosomática y psicobiológica también tienen el estrés como origen. La causa que se
menciona con más frecuencia cuando no hay un factor causal claro es el estrés: migraña por estrés, ulcera gástrica por estrés, caída del pelo o alopecia por estrés, psoriasis por estrés, colon irritable por estrés y tantos otros ejemplos. Como dice Suzanne O’Sullivan (2016) en el libro Todo está en tu cabeza: Historias reales de enfermedades imaginarias: “un síntoma psicosomático es cualquier síntoma físico que no pueda ser atribuido a alguna enfermedad y cuya causa más probable sea psicológica.”
La Descodificación Biológica Original se nutre de la NMG y reafirma el concepto de que psique, cerebro y órgano están íntimamente interconectados y uno sirve al otro ante situaciones de estrés para evitar una sobrecarga que pueda llevar a la persona a la muerte. La mente, la psique o lo que conforma nuestra manera de pensar y de reaccionar ante distintas circunstancias tiene un fuerte impacto que es captado por el cerebro. Actúa como gran computador que le avisa al cuerpo, el cual hará las veces de intérprete del malestar.
Nuestro cerebro está a las órdenes de nuestra actividad conflictual. Nuestro cuerpo reproduce el drama vivido y la enfermedad es una forma de lenguaje.
Según este supuesto, para entender y sanar una enfermedad es esencial prestar atención a lo que ha pasado a nivel conflictual en la vida de la persona, algo que por lo general tiene una carga emocional desagradable.
Interesa encontrar el origen y revisar ese instante.
En Medicina se interesan por el síntoma y en la Descodificación lo que importa es la causa, ya que todo el proceso llamado enfermedad comienza con un shock llamado conflicto biológico que manifiesta la manera de reaccionar que hemos tenido en el momento del trauma.
Por ejemplo, una persona a la que despiden de su trabajo podrá tener vivencias de muchos tipos. Si lo vive desde “no puedo digerir que me hagan esto” será el estómago quien haga células superpotenciales, que puedan producir 10 veces más ácido clorhídrico que las células normales y en consecuencia puedan descargar la tensión. Podría sentir “estoy rabioso por la injusticia sufrida” por lo que serían sus vías biliares las que reaccionaran.
Si viviera la situación como “esto no me lo trago”, actuaría el esófago procurando que las células extras que crecen en sus paredes ayudasen a pasar aquello que quedó atascado. Si siente que “es una mala pasada inadmisible” el intestino delgado tomará el mando para evacuar las tensiones de lo inasimilable.
Podría sentir que le despiden porque no vale para su trabajo, que es incapaz de trabajar bien y entonces, una vez resuelto el conflicto o cuando se olvide de su problema, aparecerá una patología ósea. O si le ocuparan el espacio antes de marchar, podría vivir que le han “invadido en su territorio” y, en este caso, serían los bronquios los que entrarían en actividad.
Hay tantas maneras de vivir las historias de cada día como células tiene el cuerpo para encargarse de descargar las tensiones. Cada una lo hará según la función biológica que tiene. Eckhart Tolle (2003) en el libro Una nueva tierra dice que “La causa primaria de la infelicidad no es nunca la situación, sino sus pensamientos sobre ella.”
El evento vivido es simplemente eso, una anécdota más en nuestra vida. Lo que cuenta y tendrá impacto como un conflicto biológico será la manera como vivamos esa situación, es decir, los pensamientos que tengamos al respecto. No hay experiencias objetivas, sino que será nuestro aparato psíquico el que mira la experiencia, fabrica las imágenes con la coloración conflictual y la clasifica creyendo que lo que percibe es la realidad.
La vida es una experiencia subjetiva que interpretamos según las gafas que llevamos puestas.
La segunda ley del carácter bifásico de la enfermedad es otro factor indiscutible para la medicina oficial, ya que ante una situación de estrés se activa el sistema nervioso simpático, tal y como hemos visto anteriormente, por lo que una vez pasada la situación de riesgo es lógico que el cuerpo se recupere. Para ello deberá estar en reposo o vagotonía, papel que le corresponde realizar al sistema nervioso parasimpático. Una función importante del cansancio es garantizar la sanación de los tejidos y, por lo tanto, la supervivencia.
Querer acelerar el proceso de curación es antinatural, por lo que deberíamos recordar la perfección de la Naturaleza en la que no hay nada creado que no tenga un sentido, donde cada función responde a una necesidad.
Por ejemplo, ¿a qué puede conducir querer acelerar el proceso de curación de una fractura?, ¿Es posible acelerar la reconstrucción mediante algo externo?, ¿no será más sano darle el tiempo que pide el cuerpo para que se recupere solo? La fase de vagotonía forma parte de la enfermedad. Es natural y biológico tener síntomas infecciosos o inflamatorios, ya que estos están para que desaparezcan los tejidos que han crecido o se aporte al medio todo lo necesario para la reconstrucción de las partes dañadas.
De este modo podrán regresar a su posición original, algo que ocurrirá siempre que el proceso de vagotonía tenga el tiempo necesario para realizar su tarea específica y no sea “atacado” desde el exterior como, por ejemplo, con antiinflamatorios o antibióticos.
La tercera ley habla sobre el sistema ontogénico de la enfermedad, que tiene su conocimiento en la medicina oficial desde la embriología. Una vez unido el óvulo y el espermatozoide, se forma un embrión, que es potencialmente un ser completo, salvo que necesita desarrollarse para poder conseguirlo. En un momento de ese desarrollo embrionario se forma un disco que cuenta con tres láminas o capas de los que derivan la totalidad de órganos, cada uno de una determinada capa embrionaria: el endodermo, el mesodermo y el ectodermo.
La visión que aporta el Dr. Hamer es que cada órgano tiene su origen en una capa embrionaria y a esta le corresponde una tonalidad específica global y peculiar. Por ejemplo, los órganos derivados del endodermo permiten la continuidad de la vida y son indispensables para la supervivencia. La frase global de esta etapa es “atrapar el bocado de X para sobrevivir” por lo que se considera que son conflictos vitales.
Si observamos algún órgano de esta etapa como los pulmones y específicamente los alveolos pulmonares, veremos que es vital para la supervivencia atrapar el bocado de aire para respirar.
La cuarta ley es en relación a los gérmenes y su participación en el proceso de curación y reparación de los tejidos. La información aportada por los microbiólogos es que tenemos más microbios que células en el cuerpo.
¿Por qué la naturaleza ha previsto contar y disponer de tantos microorganismos? Una explicación es que estos organismos diminutos están en el lugar y momento adecuados para poder colaborar en la curación.
Y hasta aquí, salvando las distancias, la medicina oficial y la Nueva Medicina Germánica tienen mucho en común.
Sin embargo, es a partir de la quinta ley, la quintaesencia de la NMG, que el panorama comienza a cambiar. Es en este quinto precepto o ley del sentido biológico donde hay diferencias, ya que, para la NMG, la enfermedad no es un proceso peligroso a eliminar sino una solución que tiene un fin u objetivo en el contexto de la evolución de las especies.
La enfermedad aparece para restaurar el equilibrio orgánico o la salud que se perdió ante un conflicto biológico. La naturaleza es tan sabia qué hará que el tipo de síntoma sea el más adecuado para cubrir las necesidades descubiertas en el momento del choque biológico con el objetivo de conseguir la supervivencia del individuo y, por ende, la del grupo.
Si la enfermedad fuera algo inútil, la naturaleza no habría previsto este proceso, ya que todo lo que no tiene una función acaba desapareciendo.
He aquí un ejemplo para aclarar este tema: si un animal come de más, hará una cura con hierbas y vomitará el bocado que considera indigesto. El síntoma sigue una lógica biológica. La persona que vive en su vida una situación indigesta a nivel relacional puede acabar vomitando con la intención de eliminar el bocado indigesto. Sin embargo, su cuerpo cuenta con otras alternativas por si no lo pudiera eliminar, como hacer más células con el objetivo de destruir el bocado o hacer más función.
Alopáticamente entendemos como tumor o cáncer un órgano con más células que se van dividiendo mediante mitosis y que no tienen apoptosis o muerte celular. El síntoma busca que la persona siga viva y no muera antes de lo previsto como podría ocurrir por consecuencia de no entender los programas biológicos de la naturaleza. No siempre se consigue, o sea, no siempre el programa es eficaz, aunque sí que lo es la finalidad de la enfermedad.
“Hace milenios que la humanidad tiene más o menos conciencia de que todas las enfermedades tienen en definitiva un origen psíquico y esto se ha convertido en una “adquisición científica” sólidamente anclada en el patrimonio de los conocimientos universales; sólo la medicina moderna hace de nuestros seres animados una bolsa llena de fórmulas químicas”. (Hamer, 2011).
Para cualquier sistema médico hay evidencias claras de que las enfermedades provienen de algún momento. La diferencia estriba en el
origen: para unos proviene de un choque biológico y para otros del encuentro de un elemento causal o de estrés.
Todos comparten la teoría de que el sistema nervioso autónomo se encarga de las funciones vegetativas y actúa fisiológicamente durante el día y la noche, así como que las reacciones son distintas cuando la persona está enferma. Asimismo, se comparte que todos los órganos derivan de una capa embrionaria y que, como ya hemos mencionado, tenemos en el cuerpo más microbios que células.
Lo discutible es si cada síntoma sigue un camino lógico y si ese camino puede retomarse para desactivar el conflicto que está en la base de la enfermedad. Quizás la medicina ha dado tanta importancia a la tecnología, que ha sido muy útil en muchos aspectos y ha dejado de lado los aspectos humanos tan necesarios a la hora de acompañar en un proceso de pérdida de salud. Tener en cuenta a la persona íntegramente supone mirar también la influencia de los factores emocionales y vivenciales en el proceso de enfermar.
Otro punto en el que no se coincide es en relación a la recuperación de los síntomas. En algunos casos, para la medicina alopática existen las llamadas “enfermedades incurables”, lo que significa que no son curables médicamente con las herramientas o con lo que se conoce hasta el momento en la medicina “oficial”.
Como dice un proverbio chino, “La medicina sólo puede curar las enfermedades curables”. Para la Descodificación Biológica Original el malestar sana siempre que se modifique desde el interior la forma de vivir la situación que ha llevado al síntoma. La intención es que se retome la vida con ojos distintos para dejar de caer en el mismo error una y otra vez.
Retomando a Tolle (2003), se trata de aplicar aquello que él nos dice: “Sea consciente de los pensamientos que está pensando. Vea la relación entre sus pensamientos y sus emociones. Más que ser sus pensamientos y sus emociones, sea la consciencia que está más allá de ellos.”
En el caso de María, si tuviera interés en ver cómo funciona la Descodificación Biológica Original con su sintomatología, se encontraría que un acompañante le propondría revisitar otra vez el momento en que algo quedó bloqueado en su interior, como si hubiera ocurrido hoy mismo. ¿Cómo se hace?
Para el inconsciente, el tiempo no existe y podemos viajar en el tiempo hacia el pasado o hacia el futuro. En todo caso, se trata de llegar al momento en el que una energía inundó su cuerpo, vivió un fuerte estrés de una tonalidad específica y esa tensión ha tenido que ser evacuada hacia un órgano.
Una vez esté en ese mismo instante tendrá que revivirlo a través de sus sensaciones corporales con el fin de descargar las tensiones que se acumularon. Luego será cuestión de ofrecerle al cuerpo lo que necesita: descanso, tranquilidad o nutrientes para que se recupere orgánicamente. Y el camino de la vida continuará y con él las experiencias que le permitan evolucionar, por lo que seguramente se plantearan situaciones donde tenga que volver a dar una respuesta.
De ahí que sea interesante también replantearse cómo vivir, cuál es la coherencia que hay entre lo que se desea y lo que uno mismo se permite. Es fundamental que nos demos cuenta de la cantidad de cosas que tienen importancia en un momento, pero que en otro son completamente intrascendentes.