Idénticos Automatismos en los Reinos Vegetal y Animal
Las plantas y los animales se adaptaron, y siguen adaptándose, a la adversidad mediante mecanismos idénticos a los humanos. Los linajes vegetales, animales y humanos del planeta derivan todos de las primeras células vivas. Estas vivieron las mismas dificultades en los mismos medios y se adaptaron con soluciones específicas para sus particularidades (con hemoglobina y hierro o con clorofila y magnesio).
Las fronteras entre los reinos vegetal y animal son más académicas que reales. Existen sorprendentes plantas carnívoras y las propiedades motrices y sensitivas de plantas marinas o terrestres: numerosas especies presentan flores que siguen el curso del sol, se cierran de noche y se abren por la mañana, cuando la lluvia dobla sus tallos, se incorporan rápidamente.
Los linajes vegetales
Lo mismo que en los humanos, las plantas deben satisfacer todas sus necesidades biológicas. Si no es el caso, una parte de la planta interviene en interés del conjunto. Dado que un vegetal está anclado a la tierra, no puede desplazarse ni tener una reacción externa, por
lo que sus soluciones son básicamente orgánicas.
Cuando una planta recibe poca luz, por culpa de los árboles – por ejemplo, se produce un conflicto biológico «por falta de luz». La planta desencadena un plan de supervivencia: «alargamiento ultrarrápido de los tallos para trepar hacia la luz. Esos tallos serán diferentes, serán “hiperplásicos». Apenas tienen hojas (lo importante sus tejidos conductores dejar circular la savia más rápidamente porque la planta tiene urgencia por encontrar la luz..
Ese tejido diferente del habitual es equivalente al tejido animal o humano, fuertemente invasivo, calificado de tumoroso o cancerígeno
en los animales. La planta que consigue trepar hasta la luz encuentra fin la energía solar que le faltaba, podrá vivir normalmente gracias
a su salvadora proliferación de células y, en la jerga de los jardineros, se llaman «golosas». Conseguido el objetivo, esos largos tallos ralentizan más su crecimiento, se vuelven normales y sacan hojas cada vez des. Dichos tallos son «golosos de luz» y, cuando son muy numerosos, algunos desaparecen: los hongos son invitados para eliminar progresivamente los tallos superfluos. Eso también pasa, en ocasiones, con parásitos intermediarios y complementarios (como los hongos que se desarrollan en los olivos gracias a las cochinillas).
Las células que aíslan, que protegen la planta de un exterior agresivo (que equivalen a la dermis, la pleura, el peritoneo de animales y
humanos), también intervendrán si la planta se siente agredida: cuando una rama, por efecto del viento, frota contra una pared o contra otra planta, no puede resolver el conflicto huyendo de la agresión. Las células encargadas de la protección fabrican un blindaje en las zonas agredidas: un anillo de células ligeramente distintas formarán un aislante espeso, más duro de lo normal, para poner distancia entre el interior de la planta y el agresor (lo mismo que hace el melanoma humano). Si el conflicto se resuelve, si el agresor desaparece, los tejidos protectores se vuelven superfluos, la regeneración se detiene, se quedan como están o son eliminados por las bacterias.
Algunas plantas pueden secretar sustancias tánicas tóxicas para protegerse de los predadores: igual que las personas que se exponen a un sol росо habitual se broncean, una variedad de árboles africanos se protegen de la sobrepastura de las jirafas y otros herbívoros con hojas tóxicas para esos animales. Otra variedad de árboles protege sus frutos de la voracidad de los monos albergando hormigas en el interior de sus ramas, las cuales pican a los monos.
Una planta solitaria que no consigue reproducirse creará condiciones de regresión que le permitan tener descendencia, a pesar de todo: la autofecundación (equivalente al matrimonio consanguíneo), la propagación vegetativa (raíces que producen nuevos individuos) o la acodadura natural (ramas, tallos que se curvan para clavarse en la tierra y producir un individuo nuevo).
El árbol podado excesivamente crea un conflicto por la pérdida de masa que le asegura la aportación de nutrientes. Las hormonas des- controladas provocan floraciones masivas (como cuando una mujer pierde a un ser querido y desarrolla un quiste o un cáncer de ovarios,
al aumentar sus niveles de estrógenos y atraer al macho que la fecunde de nuevo).
Las plantas adquieren, de generación en generación, capacidades nuevas que antes no tenían (resistencia al frío, a las sales, a la humedad, etc.), a eso se le llama aclimatación.
Los linajes animales
Los animales, como los humanos, se mueven y problemáticas pueden resolverse de dos modos, concretamente, mediante reacciones externas (encontrando alimento, encontrando pareja) o por reacciones internas, enfermedades orgánicas o comportamientos (locura, depresión, homosexualidad, etc.).
Un conflicto de separación provocará la pérdida de pelo en un equino, la caída de las plumas en un ave, ulceraciones microscópicas en la piel de los monos, pérdidas de memoria o un cáncer mamario en las perras lactantes a las que se retiran los cachorros, por ejemplo.
Los conflictos de pérdida de la prole (cuando el propietario retira los gatitos) fuerzan los ovarios de las gatas a entrar en un «programa de supervivencia, desarrollando superovarios para aumentar las posibilidades de fecundación, para compensar la pérdida y seguir adelante con la vida.
Entre los topos, la reina, cuando siente que las tasas de estrógenos un comportamiento-solución que permite a la hembra dominante, resto abastece), garantizar la supervivencia del grupo. En los humanos, la hembra dominada por su entorno no tiene derecho a tener frecuenta hombres casados, padres de familia, y hace de querida por no poder hacer de madre.
Los microbios se adaptan también a los problemas: los perecido durante un calentamiento letal encuentran la solución encapsulándose en las bacterias se hacen un caparazón). Así están al abrigo del calor, se «duermen» y se «despiertan» cuando la temperatura baja.
Como otros seres vivos, la gambita Artemia, propia de lagos salados, pone su vida en suspenso. Se duerme y se deshidrata, despertando cuando hay presencia de agua.
La mariposa blanca de Manchester cambia de color y se pone oscura para protegerse de los depredadores cuando la industria del carbón
cubre todo el entorno de color negro.
Los animales con comportamientos anormales tienen, como las personas, toda una constelación de conflictos biológicos. Un conflicto sobre el córtex izquierdo dará, según la naturaleza de los conflictos, tristeza, depresión o exaltación, obsesión sexual, homosexualidad, miedo, agresividad, apatía o agitación, bulimia o anorexia, etc. Los animales salvajes que viven en grupo, algunos problemas de comportamiento tienen un papel social de importancia, les permiten aceptar las reglas de la manada sin caer enfermos. Los lobos macho que no son jefes de la manada, que tienen un segundo puesto, como de lugarteniente, no tienen derecho a aparearse con las hembras que se reservan al macho alfa, acaban siendo homosexuales o intentando penetraciones ultrarrápidas.
Los animales tienen conflictos inherentes a sus particularidades de especie: una tortuga marina no suele presentar conflictos de miedo al
agua, por ejemplo. Por el contrario, una persona, un pájaro o cualquier animal terrestre puede desarrollar un conflicto por miedo a ahogarse en el agua. El hámster al que se le suministra humo no desarrolla un cáncer de pulmón. Sin embargo, el cerebro de la rata doméstica (cuyos ancestros han vivido infinidad de incendios en las granjas) saben que el humo significa muerte y, si lo huele, desarrolla cáncer de pulmón con el fin de mejorar sus intercambios gaseosos.
Los animales enfermos se protegen con un cierto número de complicaciones iguales a los que emplean los humanos en idénticas circunstancias. Pero ellos no pueden escoger terapias ni le dan sentido a lo que pasa en su organismo. Si una parte de su cuerpo deja escapar pus o sangre, se lame o dejan que un congénere los lama. Es tan simple como eso. El animal salvaje enfermo (y el doméstico también, a menudo), se aísla, se esconde en un rincón, se hace una bolita y espera con paciencia su propia curación. Si su equilibrio energético le es favorable (la relación entre sus reservas energéticas y el coste de la reparación), y su fase caliente, infecciosa, termina con el retorno a la normalidad. De lo contrario, muere. Una vez se ha conseguido la curación, se levanta y sale de caza, retomando sus actividades habituales.
Los animales resuelven ciertos conflictos con más facilidad que los humanos en la misma situación. Las leyes de ciertos clanes humanos no son leyes biológicas naturales, sino artificiales, sociales, machistas, castigadoras, surgidas de la religión o de las asambleas legislativas. El conflicto de pérdida (con cáncer de ovarios) que desarrollaría una zorrita que hubiese perdido su camada, se resolverá en cuanto vuelva a quedar preñada, justo en la siguiente ovulación. Pero una mujer que ha perdido a su marido no está autorizada a una nueva relación amorosa. El acoplamiento se vuelve imposible por razones morales o tribales y el conflicto no puede desaparecer, de manera que el cáncer de ovarios seguirá su curso.
Animales y plantas domesticados
Desde el momento en que viven seguros en las casas de los humanos, los animales y las plantas de emancipan, se liberan parcialmente de las reglas de la manada. Pero la naturaleza siente horror vacui y todo lo que se va debe remplazarse. Esta desintegración social los lleva a fusionarse con el inconsciente de la persona que los protege. Hay identificación o mimetismo. Los animales domésticos, periquitos, patos, mangostas, ocas, etc.), como las plantas de interior las ornamentales o las de huerto, son la continuación del cerebro del propietario, como una especie de sucursal (sucursal socorro de), lo que hace que pueden descubrir al propietario aquello que ni él mismo llega a ver. Nuestros animales pueden adoptar nuestros conflictos y desarrollar las enfermedades correspondientes. Se sacrifican por nosotros, somatizan en nuestro lugar, a cambio de protección y alimento.
Una nueva vía terapéutica veterinaria se abre ante nosotros; consiste en que el dueño de una animal enferme y tome conciencia de sus
emociones y programas.
Los insectos molestos que pululan sobre las plantas cultivadas compensan, simbólicamente, los sufrimientos de éstas, debidas a la falta de biodiversidad, a carencias fisicoquímicas del suelo o al inconsciente del que las cultiva. Insectos, hongos, parásitos, todo es útil para los grandes organismos vegetales y animales, siempre en busca de un equilibrio. Y si eso fastidia nuestras recolecciones óptimas, va siendo hora de hacernos algunas preguntas.