Conflicto Biológico Desencadenante
Ante la aparición de un síntoma físico, psíquico o existencial la pregunta que se puede realizar es: ¿Cuál ha sido el conflicto biológico vivido en inhibición de la acción, o sea, sin respuesta, sin solución y sin expresión, que ha impactado provocando una perturbación emocional y unas sensaciones muy desagradables?
Como decía Carl Jung: “los actos simples hacen simple al hombre” y para hacerlo simple podemos preguntar: ¿Ha vivido una situación muy estresante de “X” tonalidad antes de la aparición del síntoma? “X” corresponde a la tonalidad específica del conflicto biológico vivido:
indigestión, algo apesta, contrariedad indigesta, ignominia, suciedad, escupir, mancha o agresión, separación, contrariedad en el movimiento, falta de organización en el territorio, pánico, terror, miedo por detrás, carencia, toxicidad, abandono, etc. Cada conflicto biológico responde a una función orgánica.
Por ejemplo, la indigestión responde a la curvatura mayor del estómago, así como la contrariedad indigesta con rabia o enfado se manifiesta en el estómago, pero en la zona de la curvatura menor. Cada órgano expresa una metáfora biológica y hay tantos conflictos biológicos como funciones celulares tenemos en el cuerpo.
En el acompañamiento partimos de lo que ocurre en el momento actual, en el ahora, de cuyo síntoma conocemos la metáfora biológica que expresa, o sea, conocemos cuál es la tonalidad del conflicto que pudo haber vivido la persona. Al visitar ese espacio-tiempo, el del conflicto biológico desencadenante, la persona revive las sensaciones corporales asociadas al instante y permite que se disipen sin intentar modificarlas. Podemos visitar el espacio-tiempo porque ha quedado guardado en el sistema límbico, específicamente en la amígdala y el hipocampo.
Recordemos: es importante tener en cuenta que si existe un choque biológico es porque no hemos tenido la posibilidad de expresar esa energía que nos llega en un solo momento, que es dramática y que queda retenida a nivel celular. En un segundo tiempo se visitan las experiencias o experiencia del pasado que actúa como impronta o conflicto biológico programante a partir de revivir la situación que tenga la misma tonalidad conflictual y esté asociada a las mismas sensaciones corporales.
Comprender la manera de haber percibido una situación dramática de conflicto biológico es el punto de partida para deshacer el síntoma. Si un síntoma no desaparece totalmente o es porque queda actividad conflictual activa o porque la persona no ha podido expresar totalmente la vivencia profunda, o debido a que se activa algún miedo o preocupación que impide la sanación completa.
Volviendo al ejemplo de María, nos encontramos con que ella vive la respuesta de su tía materna con gran contrariedad porque le han quitado algo suyo. Eso le provoca rabia e ira y siente que se han apropiado de algo que le pertenece (“eso es mío”) y con lo que
contaba para independizarse.
Lo piensa una y otra vez y no consigue entender ni cómo ni por qué su tía tuvo ese comportamiento. Nunca le vio hacer nada inapropiado y siempre le enseñó a ser honrada. María pasa unos días desconcertada, nerviosa, confusa, sin poder ordenar las ideas y no dice nada, ya que es casi la única persona de la familia materna con la que se trata y teme perderle. Al morir su madre, en el funeral le presentaron a la abuela materna y a un tío, el hermano mayor de su madre.
El abuelo materno había muerto hacía ya tiempo, según le dijeron, del “disgusto que le dio su hija”, la madre de María.
Desde la Descodificación Biológica Original la situación que se presenta ahora con su tía explica claramente el conflicto biológico desencadenante.
Imaginemos que María quiere encontrar el origen de su síntoma y consulta a un descodificador.
Pongamos por caso que se le propone como hipótesis exactamente la que hemos descrito en el párrafo anterior y que ella lo confirma al unir la situación que vivió con una serie de sensaciones corporales que revive en su cuerpo. El paso siguiente es observar si hay un evento programante. Para ello se propone a la persona que se deje guiar por las sensaciones que tiene y que vea si en la infancia o antes vivió en alguna ocasión algo que le dejara una impronta similar.
María vuelve hacia atrás en el tiempo y se encuentra con el conflicto biológico programante, que localiza a la edad de 5 años.
En él ve a su madre llorar después de recibir la llamada de una tía para avisarle tanto de la muerte de su padre, abuelo de María, tres
meses antes, como del reparto de bienes realizado entre su madre y los dos hermanos. En todo caso, una vez más le habían dejado de
lado, no le habían comunicado la defunción de su padre y le sacaban su parte en relación a la herencia. En ese instante María
oyó decir a su madre: “Me lo han robado todo. Me mataré para que sepan que existo”.
Estaba desesperada después de tantas vivencias dolorosas y no tuvo en cuenta la presencia de la niña y lo que sus palabras podían
llegar a provocar en ella.
La madre creció adorando a su padre, le acompañó en sus viajes de negocios, estudió Empresariales para continuar con la empresa
familiar y seguir con el legado y la tradición del clan. Así había sido desde sus bisabuelos y así debía continuar siendo, salvo que no
contaba con enamorarse de un buen hombre.
Fue su padre quien obligó al resto de la familia a separarse de ella cuando decidió continuar con su relación amorosa. Nunca pudo
comprender cómo la persona que tanto amaba, le hacía daño sin pensar en sus sentimientos. Todo esto estuvo presente, latente, sin
hablarse, pero fue algo que se palpaba sutilmente en la vida de pareja de sus padres. Hubo instantes en los que el dolor cegaba la
visión.
El clima que vivieron los padres alrededor de su concepción también pudo provocar una fragilización del terreno. De hecho, fácilmente podríamos encontrar mucho abono en las historias del clan no aceptadas ni trascendidas, o sea, en su transgeneracional. Incluso se podría pensar que de vez en cuando, es decir, de forma cíclica, algo similar ocurre en nuestras vidas.
Esto fue descrito por Marc Frechet, Psicólogo y psicooncólogo, con el nombre de ciclos celulares (biológicos) memorizados, que son los momentos en los que aparece una memoria que recuerda alguna situación similar vivida en un ciclo preciso de tiempo. Hay programas específicos de vida que pueden activarse en el cuerpo en el momento preciso en que se contacta con una memoria celular ya vivida.
Tomaré como ejemplo a una persona cuyo padre sufrió un accidente yendo en coche cuando él tenía 4 años. A los 8 años este niño tiene un accidente de bicicleta y a los 16 años va de copiloto en moto y salva la vida de milagro al salir ileso de otro accidente. Sería interesante revisar el ciclo antes de los 32 años para evitar una repetición dolorosa. Aquí se puede observar un ciclo celular memorizado múltiplo de 4.
Volviendo al caso de María, con 14 años cumplidos solicitó una beca para continuar sus estudios en la escuela a la que había
asistido desde su infancia. Lo hizo por recomendación de su profesora, quien le tenía mucho aprecio y valoraba su esfuerzo en los estudios. Era la única que podía optar a una subvención y, sin embargo, llegado el momento, sin saber ni cómo ni por qué, la
ayuda fue para la hija de la coordinadora de estudios.
Pasados los 7 años, después de su Primera Comunión, una niña le robó un bolígrafo en el colegio y no pudo decir nada.
Con 29 ha perdido su dinero y tampoco se atreve a dar su opinión. Son ciclos que se han ido repitiendo en su vida. Si lo ve claramente e integra en su cuerpo esta información el ciclo deja de presionar para aparecer otra vez.
Otra noción que se ha de tener en cuenta es la de reacción de aniversario o doble aniversario establecida por la psicóloga de Estados Unidos Josephine Hilgard, quien en los años 50 del siglo pasado analizó los informes clínicos de un hospital viendo que los pacientes presentaban síntomas en las mismas fechas que algo dramático había ocurrido a sus familiares. Este concepto fue
usado por Anne Ancelin Schützenberger llamándole Síndrome de aniversario. Es la repetición en la misma cifra que pueden ser años, día
concreto, fecha específica que condensa la tensión de un momento no sanado en la familia. Nuestro inconsciente recuerda el número exacto.
En el caso de María ella ve ahora cómo su madre con 29 años se independizó con un coste emocional muy alto. Su propia familia le insistió para que no lo hiciera y toda la historia provocó un sufrimiento y una tensión altísima entre los miembros del clan. Hoy ella, con 29 años, quiere independizarse y tampoco puede, y detrás de eso está su tía materna. Quizás el capítulo de la vida de su madre
no quedó cerrado y ella está reviviendo algo similar para poder sanarlo, con la diferencia de que la intensidad del conflicto vivido se ha manifestado con fuerza a través de su síntoma. Quizás para su tía y para el sistema familiar materno la “independencia” está
asociada a dolor (la madre de María se independizó con un alto coste emocional) y de alguna manera ella es colaboradora en impedir que se vuelva una nueva autonomía en la familia.
Tengan en cuenta que a veces la enfermedad cumple una función en relación al sistema en el que la persona ha desarrollado su vida. La historia familiar la llevamos adosada a nuestro cuerpo. Como dice el Dr. Chiozza
(2016), “sabemos que la enfermedad actual es la mejor solución que el enfermo ha logrado, frente a la imposibilidad de integrar en la conciencia significaciones que son contradictorias.
Y otra reflexión sería, ¿por qué aparece el síntoma en ese órgano y específicamente ese síntoma y no otro? Porque nuestro cuerpo es una máquina perfecta que funciona según las leyes de la naturaleza de manera precisa, tiene una lógica mayúscula, y eso es lo que se aprende a escuchar en Descodificación Biológica Original.