Espacio de Aprendizaje para el Reconocimiento y Desnaturalización de la Violencia
La violencia es tan vieja como la humanidad misma. Tan vieja que el inicio del duro caminar del hombre aquí en la tierra, lo fija la Biblia en un hecho violento: su expulsión del Paraíso. Y si reparamos en ese duro y largo caminar a través del tiempo, que llamamos historia, vemos que la violencia no sólo persiste en ella de una a otra época, y de una a otra sociedad, sino que su presencia se vuelve avasallante en esas conmociones históricas que denominamos conquistas, colonizaciones, guerras o revoluciones. Y no sólo aparece a tambor batiente, sirviendo a las relaciones de dominación y explotación o a los intentos de liberarse e independizarse de ellas, sino también haciendo crecer,
sorda y calladamente, el árbol del sufrimiento en la vida cotidiana. No hay, pues, dificultad alguna en admitir que la violencia ha sido en el pasado una constante insoslayable en las relaciones entre los individuos, grupos o clases sociales, y entre las naciones o los pueblos. Y es tan fuerte su huella y tan insistente su crispado rostro que no han faltado filósofos que la hayan considerado como
un destino humano inexorable y escritores, economistas, sociólogos, psicólogos o tratadistas de la política que la hayan visto desde el supuesto de que el ser humano se define esencialmente por y para la violencia. De este modo, al hombre político de Aristóteles, al hombre trabajador de Marx, o al hombre lúdico de Huizinga, que se definen respectivamente por vivir y actuar en sociedad (en la polis), en el trabajo o en el juego, le sucedería el hombre violento, o sea: el hombre definido — como lo definen Maquiavelo, el marqués de Sade, Hobbes, o Sorel — por y para la violencia. Y apuntalando este tipo de esencialismo — uno más de los que tientan al filósofo—, se recurre a veces a la ciencia, o a cierta ciencia, pretendiendo que el empeño en excluir o limitar el imperio de la violencia y, por tanto, de ejercer la libertad de no recurrir a ella, caiga — esa posibilidad y esa libertad — bajo el hacha de un determinismo biológico de la conducta humana.
Con todo esto, se plantea una cuestión crucial de enormes consecuencias, vitales y prácticas para nuestra existencia: la cuestión de si estamos condenados a ser violentos y, por tanto, a no ser libres, puesto que toda violencia entraña una exclusión o merma de nuestra libertad.
Ciertamente, esta condena en el plano de las ideas parece estar avalada en la vida real por la presencia dominante de la violencia, sobre todo en las sociedades que, durante siglos, se regían — desde un poder absoluto o despótico — por la ausencia de la razón y del derecho, y en las que el tejido social estaba desgarrado por la intolerancia y los prejuicios y discriminaciones de toda índole.
Hoy por hoy, no podemos cerrar los ojos ante la realidad dolorosa de que vivimos en este mundo de la violencia ni dejar de reconocer que la violencia no sólo no ha cambiado de piel y persiste con las formas del pasado, sino que también reviste otras nuevas y extremas como las que antes apuntamos. Y esta violencia existe tanto en los medios a que se recurre para cumplir ciertos fines como en los fines que se descalifican a sí mismos.
Para cumplir nuestro objetivo a lo largo del Coloquio se abordarán las perspectivas, formas y espacios de la violencia; se pondrán al descubierto las visiones deformadas de las ideologías de la violencia (racistas, sexistas, integristas que la fomentan) y, contrastando con ellas, se expondrán las razones o sinrazones de la violencia. Finalmente, se verá cómo se expresa o representa la violencia en la literatura, las artes, el cine y los medios masivos de comunicación.
La comprensión de la naturaleza de este fenómeno social, de sus causas y efectos contribuirá — aunque sea modestamente —, a la comprensión de que el imperio de la violencia sólo podrá ser excluido, o limitado, en la medida en que en la sociedad se abra paso, con nuestro esfuerzo, justamente a lo que es incompatible con ella: la libertad, la convivencia democrática, el diálogo y la tolerancia y, en consecuencia, en la medida en que se creen las condiciones económicas, políticas y sociales correspondientes.
El contenido sustantivo del curso, parte de ‘comprender que una de las características que distingue los avances de la Humanidad separándola de la barbarie, es la aparición del rechazo —y aun del sentimiento de horror— ante la violencia ejercida contra un semejante.
En primer lugar fue el desarrollo intelectual del ser humano que lo llevó a repudiar la violencia física y luego aparecieron las leyes encargadas de penalizar dicha violencia que no es ajena al conflicto entre los Géneros: Masculino y Femenino.
La complejidad del tema reclama el análisis de numerosas variables que, al entrecruzarse, caracterizan un conflicto cuyo análisis indica una dimensión del progreso social. El curso, apunta en la dirección de aclarar algunos nudos de ese conflicto.
¿Qué significa para las víctimas vivir el día a día de la violencia? ¿Qué es lo que sabemos de los victimarios y cómo se construye la personalidad del agresor? Poder responder a estas preguntas y adoptar actitudes más realistas y empáticas a la hora de intervenir, será nuestro objetivo.
La propuesta de intervención se presenta en forma de protocolos, sobre qué hacer y cómo, dando respuesta a aquellos problemas de mayor relevancia de víctimas y agresores. A la visión centrada en el individuo se añade la sistémica, que incorpora el papel de la red social (familiares, amigos, policía y judicatura), presentando la cuestión de la violencia como un problema en el que la sociedad juega su papel, pero de la que también es su solución.
¿Siento que lo que vivo no es lo correcto?
¿Me siento solo/a?
¿Siento que me pierdo? ¿Siento que no me ven?¿Siento que no me veo?
¿Ya no me encuentro?
¿Los malos tratos me parecen normales?
¿Soy merecedor/a de esos momentos?
Trabajamos en este Espacio el reconocimiento del ser, El Fortalecimiento de la Autoestima. La desconstrucción de lo naturalizado. La construcción del Ser empoderado.
Cuatro encuentros, uno por semana de 1hora y 30 minutos con temas establecidos en el Cronograma y una clase libre sobre el tema trabajado en el mes.
Se entregará material y biografía de los temas a trabajar en el mes.
Espacio dictado por
Silvana Belén Montivero, Psicóloga Social
María Adriana Lampa Terapeuta de Enfoque Sistémico Inconsciente
Que bueno quiero empezar