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  La autoestima en la vejez

 

Generalmente la autoestima de las personas aumenta hasta los sesenta años de edad. Luego del retiro comienza un declive en la autovaloración. Esta disminución de la autoestima en la vejez, provoca que aumente el riesgo de padecer trastornos del ánimo como la depresión, abandono personal y abstinencia social. Entre las múltiples causas implicadas en este fenómeno resaltan aquellas relacionadas a las pérdidas que suelen ocurrir en la vejez como son las ligada a la salud, roles sociales, ingresos económico y apariencia física.

Se puede decir entonces, que a partir de cierta edad muchas personas comienzan a representar el rol de viejos y se focalizan en el decreto cultural que exigen dar paso a las nuevas generaciones.

Esto conduce al abandono personal, lo cual agrava la pérdida de la autoestima (Rosich, 1978)

Existen diversos factores que influyen en los adultos mayores, en la valoración que tienen sobre si mismos, sobre su ánimo, su carencia por la cual se sienten inferiores, y por consiguiente se observa en ellos no solo un rechazo de sí mismos, sino también la incapacidad para integrarse a grupos y ambientes debido a la creencia de su inutilidad. Estos factores son: sus modos de vida, relaciones sociales, atención médica, apoyo psicológico, alimentación, ingresos económicos, derechos jurídicos y demás.

Cuando el viejo se siente infeliz y falto de perspectivas vitales, experimenta una disminución en su capacidad de autoestima. Esto provoca dos actitudes en la persona, una, debilidad y desamparo como manera de pedir afecto y cuidado; y otra, de agresividad. Ambas actitudes persiguen el mismo fin, llamar la atención de su persona.

Muchas veces se produce un desajuste entre lo que el sujeto se ve capaz de hacer y la imagen de sí mismo que la sociedad le devuelve. Este hecho puede provocar sensaciones de frustración que hagan que el anciano se repliegue sobre si mismo, con el consiguiente incremento de la interiorización y disminución de la autoestima (Ríos & Vila, 2004).

Sin embargo, Ballesteros (2008) agrega que las personas mayores no expresan una menor felicidad, bienestar o satisfacción con la vida cuando se las compara con las más jóvenes. Muy al contrario, las investigaciones existentes (tanto en el Estudio

 

Mundial de Valores como en el Euro-barómetro, los mismos pueden verificarse con datos en España o en Estados Unidos) ponen de manifiesto que no existe influencia de la edad en la expresión verbal de la experiencia de la felicidad.

Para finalizar se puede agregar que Mroczek y Kolarz, (1998), citados por Ballesteros (2008), tras varias investigaciones llegaron a las siguientes conclusiones:

  1. Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad que cuando se es joven y los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que la gente más joven.
  2. Existe una fuerte evidencia de que la experiencia emocional negativa se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. Así, a esas edades, existe más expresión de “felicidad”, “gratitud”, “contento” que de “frustración”, “tristeza” o “rabia”.
  3. La mayor parte de autores que investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor complejidad y riqueza emocional. En otras palabras, que en la vejez se incrementa el manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una mayor “madurez”

  Definición de capacidad de adaptación

Podemos decir que “adaptación” es ser flexible, es estar atento a las ideas nuevas, tener la mente abierta para ver y entender que existen otras posibilidades, ver otras opciones, alternativas, distintas a las que hasta ahora se habían visto, evaluando y recordando de vez en cuando lo pasado y lo ya aprendido, es ver en las dificultades un desafío y hacer los cambios necesarios. Es decir, es estar dispuestos a realizar los cambios necesarios en determinadas situaciones

Para lograr la flexibilidad se debe abandonar, o adaptar, antiguas costumbres y aprender otras. Estar dispuesto a escuchar las opiniones y recomendaciones que hagan otras personas, y modificar así los hábitos anteriores. (Gomez & Gonzalez, 2014).

En cierta medida, todos somos “flexibles y adaptables”: nos enfrentamos continuamente a decisiones que implican cambios, desde vivir con una pareja, tener hijos, cambiar de casa, seguir las pautas para superar una enfermedad, etc.

Algunas de las ventajas que tiene el hecho de tener capacidad de adaptación son, desde el punto de vista físico, ser flexibles nos permite adaptarnos a los cambios de diferentes entornos y condiciones de trabajo, tanto climáticas como disciplinarias y organizativas, logísticas, de horario, etc.; además nos permite modular nuestras necesidades teniendo en cuenta el ambiente y las posibilidades que este nos ofrezca, y suplir con nuestro esfuerzo aquellas faltas que pueden llegar a existir, superando las limitaciones que el entorno nos imponga.

Desde el punto de vista mental, ser flexibles nos permite cambiar nuestras creencias y pensamientos en función de nuevos puntos de vista, por ejemplo comprendemos más y mejor a los demás, podemos reconocer mejor y corregir nuestros errores, aceptar más a quien o quienes piensan diferente, provocando así menos roces y menos conflictos; en pocas palabras nos volvemos más tolerantes, abiertos, menos dogmáticos y menos rígidos en perseguir ese “orden mental” preconcebido que nos impide ver la cosas de otra manera: somos menos resistentes a los cambios (Crobu, 2012).

 La capacidad de adaptación en la vejez

 

La sociedad discrimina al viejo por el simple hecho de serlo ya que lo considera una persona inútil y deteriorada, esto provoca que a su vez, el viejo asuma esta condición que la sociedad prácticamente le impone, lo mismo dificulta la adaptación a su propia vez (Ríos & Vila, 2004).

La adaptación es un proceso dinámico relativo, ya que pueden aparecer factores que desencadenen crisis; lo importante es reaccionar con una respuesta “suficientemente” capaz de permitir al adulto mayor hacer frente a las exigencias internas y externas, a los esfuerzos, conflictos, frustraciones y situaciones que puedan amenazar el equilibrio personal.

Como todo proceso humano, la adaptación tiene sus altibajos, por inesperados, ya sean positivos o negativos, y al ser externos no se pueden controlar a voluntad; los factores del dinamismo personal aparecen cuando no se tienen los recursos necesarios para afrontar las propias situaciones personales que alteren el orden conquistado. (Quiero vivir mejor, 2016)

Hay muchos ancianos que tienen dificultad de adaptación, aunque a diario vayan viviendo los cambios que experimenta su organismo, no los asume como tales; prefieren pensar que están enfermos antes que reconocer que lo que ocurre realmente es que son viejos. Les resulta más fácil ver la vejez en los otros que en sí mismos (Ríos & Vila, 2004).

La capacidad de adaptación de los ancianos que viven en las residencias geriátricas depende en gran medida de la historia de cada sujeto, pero también de la institución que lo acoge (Ríos & Vila, 2004).

Los ancianos sufren una disminución operativa en la capacidad de adaptación a nuevas situaciones debido al proceso natural de envejecimiento, tanto biológico como psicológico, que los condiciona a la hora de poder llevar una vida activa, creativa y autónoma (Ríos & Vila, 2004).

Para lograr esta adaptación a los cambios y evitar la depresión en el adulto mayor, es necesario conocer algunos requisitos indispensables:

  1. Hay que comprender cómo, por qué y de qué modo el adulto mayor asimiló las experiencias traumáticas que le han llevado a la inadaptación
  2. Después es preciso saber cómo siente y vive esa inadaptación, ya que no se manifiesta igual en todas las personas.

El adulto mayor deberá comprender que no es posible pretender alcanzar las metas utilizando los medios de siempre, por razones biológicas, psíquicas y sociales. Tienen que cambiar de instrumento. Tiene que haber adaptación.

La reducción del nivel de aspiraciones, es plantear metas abordables de acuerdo a las capacidades, posibilidades, medios y condiciones personales, así se plantearán con realismo las metas propuestas. (Quiero vivir mejor, 2016)

La Vejez empieza cuando se pierde la curiosidad 🧡🧡🧡

Cabellos blancos, es recuerdo
un sin fin de vida
es el abrigo de un tesoro
de memoria y sabiduría
es una expresión de vanidad
de un cuento de nostalgia

por la mocedad perdida
Cabellos blancos de mi abuelo
cabellos blancos de mi papá
de cabellos blancos, también yo
son el símbolo de pureza
es la ley de naturaleza
volteas hacia el cielo
mirando a Dios y su Grandeza.

Pacha Pulai