¿Por qué el arquetipo de Caperucita es la curiosidad?
Porque nos permite desglosar los siguientes aspectos:
- ¿Cómo se construye la identidad? ¿ Quién soy ?
- Qué significa ser mujer? ¿Qué es cumplir el “rol de mujer”?
- ¿Qué hay en ” la canasta” que se carga en mi familia?
- El peso del árbol genealógico. Las tres generaciones de mujeres: abuela, madre, niña. La presencia del cazador como el hombre en cuestión.
- La curiosidad más temida: ¿Cómo ser fiel al linaje sin traicionarse?
- Lo familiar es siempre lo más ominoso, Peligro y desprotección.
- Caer en la trampa: la atracción de lo prohibido. Aventurarse al conocimiento.
- Otros personajes funcionan como ” las hermanas” míticas de Caperucita: Eva, Pandora, Rizos de Oro y la esposa de Barba Azul.
¿Es Caperucita tu mito personal?
Para volver a captar el sentido del mito tenemos que cambiar
nuestra forma de mirar, debemos abrir el objetivo
de nuestra razón para que entre más luz.
CARLOS GONI
Da igual ser hombre o mujer. Que quede claro: para los mitos que nos habitan, un personaje funciona como arquetipo, excede el género, se identifica con “la función”.
Puede que seas muy masculino y sentir que te ponen una canasta pesada en los brazos para atravesar los peligros del bosque. Insisto: las líneas que propongo deberían ser interpretadas en la mayoría de los casos de manera reversible.
Para empezar a internarnos en los posibles paradigmas que pueden estar gobernando nuestra subjetividad, debemos desprendernos de lo ya aprendido.
Si seguimos pensando en Caperucita como la nena del cuento que se enfrenta al lobo en el bosque, tal y como lo leímos en la infancia, nos costará mucho esfuerzo traspasar esa barrera “literal” para acercarnos al paradigma del mandato personal
Despojados de aquellos atributos que dimos a los personajes (el lobo malo, el cazador bueno, la nena inocente, la madre amorosa, la pobre abuelta), dejemos que las versiones, los diferentes finales, agregados y supresiones que cada época añadió o elimino vayan orientando “la nueva foto”
Digamos para empezar que La Curiosa/El Curioso constituye un patrón muy interesante. Todos en alguna etapa de nuestra vida atravesamos ese por
tal de indagaciones cuya potencia sigue encendida cada vez que decidimos lanzarnos a aprender algo nuevo, a fisgonear y vencer mensajes interdictos a cuestionar las normas para alcanzar otro saber.
Pero, ¿seguimos detenidos en ese umbral para averiguar los desconocido original ( ” la escena primaria” para decirlo con Freud) o ya lo abandonamos en busca de nuevos interrogantes? Develemos esta cuestión…
La Curiosidad se pregunta básicamente por la identidad. “¿Quién
Conde vengo, cómo sucede?”. Hay en este mito un fuerte engranaje familiar de ser. Para constituirse en sujeto, primero hay que poder inscribirse en un que sigue encadenando cuestiones de lealtad al linaje sin permitir la libertad origen, reconocerse como parte de un clan, sentirse un hilo de esa trama que
nos antecede, aprender los ritos de “cómo se arma la canasta” en esta familia y luego – no sin dolor y desilusión en muchos casos- salirse de la madeja,
soltar el peso de la cesta que nos acomodaron en el antebrazo. En ese punto está la universalmente popular Caperucita.
El matriarcado de este cuento sostiene este árbol desequilibrado”: la abuela está enferma, su hija cocina para ella y envía a la nieta a ver a su abuela. Círculo perfecto, cerrado y femenino. Genealogía de mujeres que impiden la entrada del varón. ¿Dónde está el padre de Caperucita? ¿Y el abuelo? No tiene hermanos? Nada sabemos de la cosa masculina”.
El lobo -lo otro, lo bestial, lo diferente funciona como puente hacia el equilibrio. Avalo la tesis de Bruno Bettelheim sobre el simbolismo erótico de la caperuza roja y la figura brutal (animal) que rompe la cadena matriarcal y que hace posible el crecimiento de la niña. Pero la tierna Caperucita no lo sabe. Y anda despreocupada por el bosque creyendo que, si su mamá la envió, no debería temer nada. Confía… Y pierde.
Y gana, porque al salir del bosque con un nuevo estadio de conciencia aprendido que para ser una mujer deberá todavía atravesar varias situaciones, aun esas que transgredan la orden materna, que la enfrentan al miedo y la obligan a tomar decisiones. Cuando lo masculino hace su aparición en escena, asume las veces de un animal (un lobo, o un oso en “Rizos de Oro”) o un salvador (cazador príncipes decir, los hombres atacan bestialmente o defienden a las (tontas) mujeres i
que no puede haber una relación de paridad? Así lo leímos de niñas. Si nos atacan, no podemos defendernos solas? Una vez más la indefensión en las mujeres
es aprendida. Debemos des-aprender eso y apropiarnos de nuevos aprendizajes,
Y si se nos cruza “un lobo”. ¿no podemos intentar relacionarnos sin temor? La tensión entre los dos símbolos opuestos del hombre juega una división maniquea:
nos enseñan que el hombre – la fuerza masculina o el arquetipo de Guerrero- nos devora o nos redime. ¿Podemos permitirnos pensar en otras opciones?
De pensar otra alternativa trata esta indagación en el mito personal donde juegan una intensa batalla los paradigmas. Vale la pena insistir una vez más: somos la niña y somos el lobo, somos la madre y la abuela, somos el cazador. Cada ” personaje” es una tensión que tironea de nuestra subjetividad: a veces se impone el orden, otras veces las reglas, otras el miedo a la búsqueda…
Tiempo de preguntas:¿cuál de esas verdades” te vendieron”? ¿ Cuál ” compraste? Atención, ésta mercadería,( las creencias), tiene devolución. Se puede desechar
reemplazar, devolver a quien la impuso y comprar de nuevo la que decidamos libremente…
La clave es “integrar”, somos ese combo de niña/lobo/madre/abuela/cazador. Si nos desprendemos de alguna de esas fuerzas, volvemos al desequilibrio que planteábamos anteriormente. Con el lobo tendremos fuerza, instintiva en acción, sin el lobo seremos solo dulces corderos a merced de cuanta violencia externa nos ataque…
Continuaremos con los siguientes títulos los jueves siguientes: Una niña dotada. Dime lo que llevas .. y dónde lo llevas …Caperucita y sus abuelas, las versiones.
¿Todos los lobos son malos?. Curiosear para saber.