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¿Por qué el arquetipo de Alicia es la soñadora?
Porque, de las tres niñas de este capitulo, es la que se anima al extravío, es quien se atreve a salir de la seguridad de la casa para conocer otras madrigueras, “alcanzar la plenitud antidoméstica”, diría Savater.
Te resuena este paradigma?
¿Qué hacer cuando el cuerpo no encaja, está incómodo, es muy grande o muy pequeño, cuando nuestra natural manera de sentir no es entendida por los adultos?
¿Quién autoriza en tu clan a transgredir las coordenadas de lo “real” y cuestionar los mandatos?
La identidad puesta en la encrucijada: “Me temo no poder explicarme a mí misma, señor oruga, porque yo ya no soy yo”, “Yo soy… Yo era… Soy otra”
Absurdo total y reinado de la dimensión onírica, sentís que ante situaciones cotidianas estresantes o conflictivas aparece tu personaje de maravillas para enfrentar el conflicto?
¿Elegís en tu familia ser quien juega la batalla por la “libertad”?
¿Qué precio tiene ser libre?
¿Es Alicia tu mito personal?
Lo más notorio del sueño es que reproduce al detalle el dibujo básico de la fórmula mitológica universal en el camino del héroe
J. CAMPBELL
Humor, caos y absurdidad: el arquetipo de Alicia impacta fuertemente en algún momento de nuestro desarrollo personal. sus efectos empiezan cuando hacemos la primera lectura y sigue derramando sus “maravillas” a lo largo de los años Es atrevida, se anima a la paradoja y a la incerteza, por eso “parece loca”. Es una niña y es además como una “liebre de marzo”. También es como el sombrerero poco cuerdo que toma té continuamente porque su reloj quedó parado en la hora del té de modo que puede seguir tomando la merienda todo el tiempo. Sin dudas, un verdadero sombrerero loco. Y es también una niña-gato, no cualquier gato, sino uno que sonríe y se esfuma en el aire y funciona como su maestro Interior. Todos personajes hipnóticos como la propia Alicia.

 ¿Quién transgrede más que un loco? Quién dice la verdad más que un loco? ¿Quién funciona de modo más loco que alguien que sueña? Imaginativa, audaz, dueña de “otra lógica”. Alicia es una exploradora de la sinrazón, casi una alquimista: al contacto de sus transgresiones la realidad se transforma.

Preadolescente en busca de la identidad, Alicia es suficientemente inteligente para advertir que “el orden” es una construcción social, que es posible un mundo al revés, y que hay que ser Soñadora / Soñador para indagar en la identidad cuando se crece y también cuando se está en crisis, es la in dadora de nuevas dimensiones estéticas, su espíritu está al servicio de ver más allá, inaugurando las vanguardias.
Hay que ser mujer y tener 12 años para ser una “Alicia”? Se debe estar en la etapa de despedirse de la infancia para encarnar el arquetipo de la Soñadora? De ninguna manera. Los chicos también atraviesan esos espejos y asumen ser en el clan los Soñadores. En cada situación de ruptura de la armonía de desfasaje del equilibrio, de profunda convulsión ante los cambios aparece este arquetipo
Considerás que vivís en estado de hipnosis creativa en un permanente estado onírico? Ese es el mito personal que hay que revisar La vida tiene necesidad de esa fuerza vital que es el mundo del sueño el reino del inconsciente por excelencia, que revela ese nivel de verdad ausente en la vigilia. Pero, ¿como se entra y se sale de ese estado?
Ni pura vigilia ni sueño absoluto: Ser Alicia es saber entrar y salir a través del espejo, puesto que quedar atrapados en la desorganización psíquica es sucumbir al poder de la “sombra”. Cuando pierde su potencia creativa del sueño, del inconsciente, equivale a acotar la percepción de la realidad, em- pobrecer el punto de vista, pero cuando gobierna día y noche solamente el código onírico, se naufraga en lugar de navegar. Mientras el poeta crea -re- cordemos, el psicótico sufre… nos alertó Joyce, autor de la novela Ulises comparando su actividad literaria con las conductas de su hija esquizofrénica.
Vamos a desandar las cualidades y sombras del arquetipo que nos ocupa ahora.
El sueño es el mito personal”
El mito es la entrada secreta por la cual las inagotables energías del cosmos se vierten en las manifestaciones culturales humanas,
J. CAMPBELL
Alicia es la gran metáfora del Soñador/la Soñadora. Podemos caer en la ilusión literaria y creer que el cuento de hadas por excelencia que se refiere al mundo onírico es el de la Bella Durmiente, pero es una trampa: la princesa que se pincha el dedo con un huso y cae desplomada por cien años no sueña, duerme, que no es lo mismo.
Productos “espontáneos de la psique”, los símbolos guardan secretos para revelarlos desde el origen de los tiempos hasta el presente, porque aunque la modernidad haya avanzado hasta lo inimaginable, la psiquis humana conserva su matriz colectiva y original. En ese humus los sueños privados, in- dividuales escriben con letra propia, y tanto nos revelan joyas en cofres ocultos como esos perturbadores visitantes nocturnos del reino mitológico que llevamos dentro”, al decir de Campbell La madriguera del Conejo, los hongos donde fuma la Oruga, la mesa del te, los acertijos del Sombrerero, el castillo de la Reina de Corazones no son espacios reales ni circunstancias ordinarias, señalan “estados alterados de la conciencia, son figuras del laberinto interior del viaje emprendido por la Heroína en su camino hacia la transfiguración.
Extravíos
En el mundo de la vigilia la lógica nos vigila. En el mundo onírico, despertamos a una realidad extra-ordinaria, de ensueño, y a “otra” ley que podríamos identificar con el juego de palabras llamado nonsense (disparate) Género literario creado por la Inglaterra victoriana, es un discurso de provocación que desmantela la ley humana por excelencia el lenguaje. Y ese es el instrumento central de la obra de Lewis Caroll.
Recurso lúdico de asociación libre, más tarde conocido con el nombre de surrealismo en Francia, su efecto hace añicos conceptos como “seguridad”. “certeza”, “comodidad”. La palabra rompe la norma del diccionario: adopta una ley nueva, destruye la arbitrariedad aceptada entre un significado y un significante y produce una estructura con otra lógica, de sustitución a las normas cotidianas y de gobierno del inconsciente en el juego de sentidos. El sueño, reino absoluto del inconsciente en su mayor expresión.
¿Qué relación hay entre tu modo de funcionar y el mundo onírico? ¿Te dejan mensajes sobre la almohada los sueños que arrastras desde la noche? ¿Son botellas al mar que nunca recogés? Son equivalentes, en tu descodifcación del sueño, tanto los problemas que te aturden como las soluciones que te muestra? El sentido que le damos al sueño hace el cambio: somos más o menos permeables a considerar que hay otra realidad en la realidad, porque ahí tiene su sede central el País del Inconsciente. “Es el reino que penetramos en los sueños, lo llevamos dentro de nosotros eternamente. Todos los ogros y los ayudantes secretos de nuestra primera infancia están allí, toda la magia de la niñez. Y lo que es más importante, todas las potencialidades vitales que nunca pudimos traer a la realización de adultos. Esas otras porciones de nuestro ser están allí: porque esas semillas de oro no mueren. Si solo una porción de esa totalidad perdida pudiera ser sacada a la luz del día, experimentaríamos una maravillosa expansión de nuestras fuerzas, una vívida renovación de la vida, alcanzaríamos la estatura de la torre”.
Alicia sueña. Como personaje se retira del mundo cómodo” de la vigilia, del control de la conciencia (representada en su hermanal y se sumerge en la primera ruptura lógica el lenguaje. El mundo causal abandona la comprensión estándar y da lugar a otra ley: anárquica, poética, simultánea. Otra vía de conocimiento que el sueño invita a recorrer: los sueños son individuales, pero su materia es universal y por eso escenifican los mitos válidos para toda la humanidad.
¿Corona o sombrero?
Subirse a ese vértigo no resulta tranquilizador, habrá que aprender todo de nuevo. Habrá que aprender a mirar todo como por primera vez. Dos personajes funcionan como opuestos en la historia de Alicia, la Reina y el Sombrerera La enorme cabeza de la Reina de Corazones muestra los costados “falsos” que rodean su soberbia de poder absoluto (falsa nariz, falso rostro). Es un personaje incompleto: no ha podido desprenderse de la lógica racional y alcanzar el plano intuitivo/imaginativo. Vanidosa, egocéntrica y torpe la Reina de Corazones se muestra fría y autoritaria, no le permite expresarse a su corazón. No puede despertar a una nueva conciencia ni ser puente para que Alicia crezca. En cambio la potencia masculina fuera del estándar, que representa al Sombrerero, aporta una dimensión de despertador de conciencias
La cabeza tiene riendas hacia los corceles racionales de la Reina egoísta, pero también puede virar hacia la fantasía: esa es la cabeza de quien traba ja para ella de otro modo. El Sombrerero maneja diversos materiales, adapta ideas, cambia las formas: todas las cabezas no tienen la obligación de lucir coronas de latón o de mostrarse iguales. La plasticidad del juego del loco es la oposición a la dureza de la Reina.
Alicia observa y avanza en su viaje: está aprendiendo a mirar con ojos de oruga azul, veladamente, a través del humo chamánico que la Oruga suelta de su narguile mientras le hace preguntas y pone en cuestión su identidad La Oruga es precisamente un animal con capacidad de cambio, de plasticidad en el andar, que la cuestiona sobre crecer o menguar es un verdadero transformer. La Oruga es mientras es, luego pasa a ser otro ser. Lo mismo intenta transmitirle a Alicia, ofuscada por no comprender tan fácilmente las leyes oníricas. Ya andará lo suficiente para desarrollar la capacidad propia de la Oruga: la plasticidad para ser y mudar, volver a ser y renovarse
Pero vayamos al inicio del cuento…
Itinerario iniciático y soñado
El descenso por la madriguera marca el tiempo escandido entre el espacio de la vigilia y el del sueño. Así comienza el viaje de Alicia cuando ve pasar y de prisa al conejo. Lo sigue y desciende al pozo. Él va mirando un reloj de bolsillo, pero a la niña no le parece una situación rara: ya estaba inmersa en el mundo onírico aunque el relato no lo exprese. La novela efectivamente se inicia unas líneas antes: la hermana mayor lee sentada a orilla de un río, mientras Alicia se aburre y cuestiona el libro porque tiene puro texto, sin dibujos ni diálogos
“En realidad no había nada de extraño en ello y Alicia no se sorprendió ni siquiera cuando le oyó decir: -¡Ay, Dios mío, qué tarde se me está haciendo!”.
En la infancia, el mundo de los adultos es incomprensible, racional, respetable y concreto, lo que equivale a decir tedioso. Aburrido como un libro sin ilustraciones. El único modo de escapar de esa estructura es transgrediéndolas.
El sueño es una de las vías posibles para ese huida.
En el medio, se suceden los episodios ya conocidas e ilógicos que gobiernan el país de las maravillas; y en las líneas finales la hermana ha terminado de leer. Su tiempo es cronométrico, real y objetivo. Los lectores volvemos con ella a la realidad. También estamos terminando el libro pero venimos de acompañar a Alicia. No sabemos que leyó su hermana, en cambio, sí conocemos el mundo  subterráneo de la fantasia.
La hermana observa enternecida a Alicia despertando de un viaje en que ella estaba fuera de escena. “Finalmente trató de imaginarse cómo sería su hermanita convertida ya en mujer adulta. Y como guardaría a lo largo de su vida el alma cándida de cuando era niña. Trato de imaginársela rodeada ya de hijos, contándoles alguna historia que encendiera la luz de sus ojos. Contándoles quizá aquel viaje suyo al País de las Maravillas. Sabiendo que Alicia reviviría entonces, en la alegría y la tristeza de sus hijos, aquellos dulces días de su niñez…”
Mirada racional que repite mandatos culturales la de la hermana mayor crecer, casarse, tener hijos, tal vez plantar un árbol y escribir un libro Alicia parece haber elegido otros caminos… ¡Qué lejos de la proyección adulta esta el paisaje en el cual ante un conejo que cruza veloz por delante de sus narices, Alicia va tras él! Se deslizó “sin tiempo para pensar en detener su caída, se precipitó por lo que parecían las paredes de un pozo muy profundo estamos en el dominio del sueño
Nos planteamos en la introducción de nuestro trabajo relacionar los arquetipos con los rituales del alimento, pues Alicia no ha tocado fondo en la caída cuando se le presenta una oportunidad única: alcanza a tomar de un estante un frasco en el que lee “mermelada de naranja”. pero dispuesta a saborearlo advierte que está vacío.
Esta primera desilusión marca la disyuntiva entre palabra y realidad, el lenguaje pone todo patas para arriba y ya nada volverá a ser posible de ser medido según los conceptos de “latitud” y “longitud”.
—¡A lo mejor atravieso la tierra y caigo del otro lado! ¡Qué divertido seria si saliera por el país donde la gente anda boca abajo!”. Solo
más adelante leemos: “Una dulce somnolencia se había apoderado de la niña, lo cual no le impedía continuar su perorata, aunque de forma algo
Sin embargo, tuvo tiempo de acordarse de su gata Dina y al caer sobre un colchón de hojas secas volvió a ver al Conejo Blanco: “¡Por mis barbas y mis bigotes! Se me está haciendo tardísimo!”. Y en un abrir y cerrar de ojos, el conejo había desaparecido.
La escena es mítica en la memoria de los lectores de infancia que fuimos, pero sigue resplandeciendo… Hora de mirar hacia adentro: ¿en qué sentido podemos apreciar si somos hoy adultos transgresores e imaginativos? ¿Brilla la incandescencia del mundo onírico en nuestra vida cotidiana?
Develemos algunas pistas…
Recordemos que apenas tocar tierra y ver la puerta pequeña y la llave, Alicia le habían ocurrido cosas tan extraordinarias, que ya nada le parecía imposible”, pero seguía manteniendo algo de “lógica”: ¿cómo beber el contenido de una botellita cuyo cartel ordenaba: “Bébeme”?. ¿y si fuera veneno?
Supo que ya el lenguaje era una representación vacía (como el frasco de mermelada) y que una botella podía contener “un sabor muy agradable, algo así como una mezcla de pastel de cerezas, flan, piña, pavo asado, caramelo y tostadas calientes con mantequilla”. Luego ante sus ojos, otro pastel y otro letrero: “Cómeme”
Beber y comer, crecer y achicarse. Transformaciones en estado puro, vertiginoso y antinatural. Revisemos el menú: sabe a pasteles y tostadas con mantequilla como los que llevaba Caperucita a la abuela, huele a carne asada como la que intentaba comer la bruja del bosque de la casa de caramelos.
Pero no hay miedo. Si algo no se percibe en la experiencia que vive/sueña Alicia es amenaza. Ni lobos ni osos (en cambio, Conejos Blancos) ni madrastras abandónicas (en cambio una hermana leyendo) ni hornos para devorar niños asados (en cambio jarabe, que es un licuado de todos los sabores que agradan.). En el mundo onírico, todo es posible y apacible.
Soñar para Construir la Identidad
Vencer el tedio, el aburrimiento y el sinsentido existencial tiene su estrategia de escape en la fantasía, el arte, las ensoñaciones, los proyecciones de resuena este ardid para darle la espalda a los compromisos y las responsabilidades? ¿En qué circunstancias sentís que el arquetipo de Alicia mueve tu decisiones y actitudes? Cuando crecemos de golpe y quisiéramos beber ta botellita que ens cuando estamos hartas de ser tratadas como niñas y anhelamos el pastel que nos agiganta, cuando nos vemos obligados a nadar en el charco de
nuestras propias lágrimas para no naufragar, estamos recomiendo el periplo de Alicia. Este, como todo arquetipo, guarda su sombra”. La oscuridad misma es el sueño en el que podemos extraviarnos si no reconocemos los límites de lo real; el otro lado del espejo puede trocar las maravillas en pesadillas solo una cuestión de letras…
La identidad sigue siendo el verdadero enigma a resolver. Se puede alcanzar alguna revelación desde la mirada de la Curiosa de Caperucita que se interroga sobre “qué es ser mujer, ¿cómo me vuelvo mujer?”. Se puede atisbar una respuesta con las agallas de Gretel, la Justiciera, soy la que vence to obstáculos, la que cruza el bosque y se lleva los preciados tesoros de la casa comestible. Pero si soy Alicia, como arribar a una definición de sujeto? “Ayer todo era tan normal se dice Alicia en medio de lo asombroso que viven cuando sucedió el cambio? Y si ya no soy la misma, quién demonios soy?
Podemos esquivar el asunto, pero en alguna circunstancia el espejo delante de nuestra mirada impone la Gran Pregunta. Si ta Curiosa pregunta a sus lazos maternos sobre que es una mujer, y la Justiciera decide sostener el techo familiar a pesar del abuso, Alicia va más adentro su cuestión es existencial, “¿Quién soy?”
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El oráculo de Delfos es imperativo: “Conócete a ti mismo”. Es fácil aceptar la etapa que requiere dar respuesta a ese universal mandato humano? Claro que no, es muy difícil, es una empresa lenta, con escollos, con avances y retrocesos permanentes. Por eso somos Alicia y su arquetipo en diversos momentos de la vida. Más de una vez en el proceso de individuación.
La tarea de un sujeto dirigida al autoconocimiento es la transformación de las creencias y las verdades cristalizadas y significa una enorme energía de aceptación de las sombras que ocultan el verdadero camino hacia la madurez.
Ya lo mencionamos, pero merece ser recordado una vez más: Jung denomino “sombra” al conjunto de zonas negativas que proyectamos en el afuera y que son inconscientes, son tanto personales como universales. Los prejuicios, creencias y fijaciones entorpecen el trabajo de llegada al interior.
El tema de la identidad aparece revelado en los sueños como un mensaje “loco” y descifrarlo implica destrezas que no nos enseñan ni en la familia ni en la escuela. Para Freud, los datos provenientes del mundo onírico son la “via regia para acceder al conocimiento de lo inconsciente”. Cuando traspasamos la barrera de la conciencia, somos capaces de desnudar el enigma de la subjetividad. El sueño tiene el poder condensador de aglutinar más de un nivel de sentido: es enigma y solución a la vez. Nos sitúa en un escenario ominoso, señala un camino distorsionado en los planos “reales” que manejamos a diario y nos obliga a hallar la salida del laberinto. Pero no nos encierra en la caverna subterránea: nos da el ovillo de Ariadna para encontrar la salida y un GPS nuevo para ascender a la vigilia.
Así, al soñar, somos Teseo y el Minotauro, el ovillo que marca la salida y las víctimas del monstruo. En el arquetipo de la Soñadora, somos Alicia y el Sombrerero Loco, y la Oruga y el Conejo Blanco. Las partes más difíciles de aceptar de cada personaje muestran las aristas que nos negamos de nuestra parte luminosa de la personalidad.
Un dolor de cabeza
“Loco como un sombrerero” era una expresión típica del siglo XIX en Inglaterra por su oficio, los artesanos estaban en contacto con mercurio para trabajar el fieltro y eso les producía ciertos desórdenes de conducta. Si el mercurio utilizado en los fieltros servía para “curar” los sombreros, los efectos nocivos quedaban impregnados en la piel de los sombrereros.
Efectivamente el autor de Las aventuras de Alicia… sabía de la leyenda sobre la toxicidad de ciertos productos usados por los fabricantes de sombreros, motivo por el cual los consideraban a todos unos desquiciados. Los sombreros se hacían con dos materiales – piel de castor (que eran los más caros) o de conejo (los más baratos, pero unos y otros precisaban del proceso químico. Primero se trataban con nitrato de mercurio para alisar el material y darles un tono mate y después se sumergían en ácido hirviendo para endurecerlos. Los trabajadores -encerrados en talleres mal ventilados– aspiraban los vapores tóxicos.
En el caso del personaje de la novela, su desvío psíquico por el oficio que desarrolla se manifiesta en su excentricismo, en el envenenamiento de la cordura esperable para ser políticamente correcto y socialmente aceptado. Los cambios bruscos de humor y la disociación con la realidad le generan al personaje una conducta que habilita a los “cuerdos” a darle el mote de “loco”. Sin embargo, Alicia tiene mucho para aprender de este otro Guía en su periplo
Conoce al personaje, lo mira extrañada, confronta y sabe que el problema está en la cabeza. Los sombreros pueden cambiarse y las cabezas pueden sostener diferentes sombreros: el de Curiosa, el de Justiciera, el de Soñadora… cada “máscara” es una expansión de la conciencia.
Estudiosos sobre la biografía del autor determinaron que Caroll sufría de fuertes migrañas y consumía láudano, un medicamento común de la época compuesto por vino blanco, opio y azafrán que, si bien servía de analgésico, derivaba en efectos psicotrópicos, alucinógenos. Tomemos este dato de “la realidad” para simbolizarlo en una metáfora: ver la vida como es y al mismo tiempo permitirnos verla bajo los efectos del sueño. El mensaje que guarda el inconsciente tiene verdades para revelarnos. Está en nosotros “leer” esos textos. Recordemos aquello que nos enseñara el Talmud: “Un sueño sin interpretar es como una carta sin abrir”.
Se asocia al “síndrome de Alicia” el dolor producido por las migrañas. Mucho se hablo sobre el uso de drogas psicoactivas por parte del autor representado en la Oruga Azul que fuma opio. La ilusión óptica, la distorsión de colores, formas y tamaños (micropsia o macropsia: disminución o aumento) en la propia imagen corporal en los objetos, en las personas y los animales. que se perciben manera irregular, así como en la comprensión del paso del tiempo que se ve afectada en su orden lógico: antes, hoy, mañana… cada uno Mandatos familiares
de esos conceptos es un cofre cerrado por siete llaves. Abrir cada cerrojo es el desafío para alcanzar la madurez del yo.
A quien dices tu secreto das tu libertad”, decía el clásico texto de Fernando de Rojas en La Celestina… Hoy, ha corrido tanta agua bajo el puente que podemos afirmar parafraseándolo: “Cuando te dices tu secreto, conquistas tu libertad”.
En 1967 cuando fuirnos al estreno de Amor en el aire en el cine Lope de Vega, yo tenía 9 años. Una escena de la película volverá a recor-
darme que el absurdo es parte de la realidad, una escena regreso 30 años más tarde para decirme que lo más kafkiano está a la vuelta de la esquina. No lo sabía, entonces, pero lo intuí siempre.
En la oscuridad mítica de esa sala de cine del barrio –donde mi madre nos llevaba a mi hermana y a mí cada semana-vimos desde La
novicia rebelde hasta Martín Fierro (con cara de Alfredo Alcón), El cine era parte de la infancia corno la escuela y las fiestas de cumpleaños.
Se estrenaba otra de Palito Era de amor. Me gustaba porque la actriz hablaba “distinto”. Rocío Durcal pronunciaba las palabras con ese seseo español que encandilaba mis oídos. La pareja tiene para mi un magnetismo especial: el argumento cuenta que ambos para no repetir la historia de frustración de sus mayores deciden oír la voz de sus sueños y ser artistas, Nada sabía de psicogenealogía a mis 9 añitos, pero si confío en lo sabido-no pensado, me resonaban algunas ideas en el inconsciente.
Sin embargo, no fueron las escenas románticas ni las canciones las que se me quedaron grabadas, sino una imagen surrealista
el muchacho quiere dedicarse a cantar y su padre, un ingeniero muy serio (Fernando Rey), no se lo permite. En una actuación se-
Creta para su familia, el aspirante a artista no sabe que su padre –junto con otros señores muy trajeados y formales– está entre
el público. En un momento se miran, se reconocen El joven atemorizado deja el escenario y en su lugar la chica “lo salva”, toma
la posta y asume su rol en el final de la actuación
La canción no era cualquier canción. Travestismo y solidaridad, hombre/mujer7o, mundo de adultos y mundo de ensueño se entrecruzan en un mismo espacio La escena era de por si absurda, por no decir bizarra: un muchacho con su tocado de plumas ca lo indio SIOUX baila y canta Solen Oklahoma. Escenario casi vacío, un clima  de desierto, un árbol de cartón y una desvencijada carreta forman todo el contexto esforzado por dar verosimilitud a una propuesta escenográfica disparatada.
Aquella escena como tantas se fue diluyendo a lo largo de mi vida. En abril del año 2001, mi marido y yo viajamos por primera vez a Europa: vuelo directo a Praga, anhelaba desde siempre estar en tierras kaftikianas Llegamos una noche de lluvia. Fuimos directo al Don Giovani, un hotel frente al cementerio donde reposa el autor de la metamorfosis. Fuera del circuito turistico, alejado de las atracciones más visitadas. La idea era homenajear al autor elegido entre todos acercarnos hasta la tumba de Franz Kafka y leer algún párrafo de Carta al padre o El proceso, dejar unas piedras sobre la lapida.
Ese viaje había nacido en mi en la ilusión, muchos años antes. Y ahí estaba hecho realidad Vivía esos momentos con la ansiedad y la emoción de un sueño largamente cocinado en los calderos del deseo.
Desde nuestra ventana imaginamos la silueta del edificio de en
frente El viento y el agua impedían ver con claridad los muros del cementerio. Seguía lloviendo. Anocheció. Mientras me duchaba, escuché voces en español (desde la llegada al aeropuerto solo habíamos oído hablar en checo, y también todos los canales eran en el idioma local): la tele de la habitación estaba encendida. Imprevistamente algo me descoloco. Presté atención, qué estoy oyendo? Era una canción conocida. La voz y la letra me ‘sonaban”, pero no podía ser cierto… Creí estar bajo los efectos hipnóticos -loca de alegría- de estar por fin en Praga.
Apuré el trámite de envolverme en una toalla y salí del baño: la imagen me colocó en una realidad extra-ordinaria. Ahí estaba el Palito Ortega de mi niñez, el del cine de Villa Luro, vestido de indio sioux “un gaucho con plumas” -como dice el personaje  de la abuela de Rocío Durcal en la película, el mismo que se me habla quedado congelado en el recuerdo. Extraviado de la vieja pantalla del barrio estaba ahora en Praga Todo el acontecimiento me resultó muy delirante Breve e incomprensible como un sueño. Retrocedí muchos años y no me alcanzó la brújula lógica para las coordenadas tiempo espacio la busca de cuero carmesí del cine Lope de Vega cual alfombra voladora me habla transportado a un lejano hotel de Europa del Este.
Perplejidad Seguía sonando el estribillo
En mi propia cartografía surrealista, este episodio podría formar parte del ambiente onírico de Alicia. Todos tenemos una página
para sumar a ese clásico de la literatura sueños por fin cumplidos, mensajes en otra lengua que regresan traducidos, como si nos comunicaran que la potencia onírica y sus símbolos -la rebeldía a los mandatos ancestrales, la alegría y la libertad–transforman la realidad
El pasado regresa, pero –Felizmente- la escena puede ser la que tanto soñamos..
¿La hora del té o de la sopa?
“Vio que la Liebre de Marzo y el Sombrerero habían colocado una mesa en el jardín y estaban merendando. Entre los dos estaba un Liron durmiendo profundamente… Al ver que se acercaba alguien, empezaron a gritar: ¡Ya no caben más! ¡No caben más!’. ‘Yo creo que en esta mesa todavía hay lugar’ -dijo la niña–y se ubicó junto a ellos para demostrarles que no se dejaba intimidar”.
La pobre Alicia está deambulando en el capítulo VII cuando se auto invita al “té más insufrible” de su vida. Necesaria etapa del viaje iniciático. Es el corazón del libro, la escena onírica por excelencia. Todo se pone en entredicho en este capitulo. Cuervos, escritorio, espacio, deseo, vida y muerte. El gran tema es el Tiempo. El Sombrerero es un especial director de orquesta donde el tiempo sigue el ritmo que marca el deseo de la batuta.
Van algunos párrafos ilustrativos para rememorar las viejas lecturas de la infancia en clave mítica:
-¡Ahora son siempre las seis !
Una brillante idea iluminó el cerebro de la  muchacha
– Esa es la razón entonces de que siempre a mesa esté para tomar el té? -preguntó
-Si ese es el motivo – Repuso con un suspiro el Sombrerero –
Siempre es hora del té para nosotros y no tenemos y tiempo siquiera de lavar la loza.
El Tiempo, con mayúsculas, es uno de los grandes desafíos: o de crecer y entender en cada etapa las preguntas que surgen sobre el sujeto. ¿Quién determina nuestros tiempos”? ¿Es genuino “el ritmo” que marcamos ¿Es nuestra hora de almuerzo o de merienda? Qué se toma en el té de locos?
No todas las respuestas parecen tener mensajes claros. La mesa esta tendida, los lugares son cambiables, la tetera contiene…té?
– Toma un poco de vino – le propuso la liebre con tono cordial.
Alicia miro toda la mesa sin ver otra cosa que le
-No veo vino en ninguna parte – dijo
-Claro que no hay –contesto la libre
Una escena delirante, la del capitulo VII, eje simbólico de la obra de Caroll. Falso té de las five o’clock que se toma todo el día siguiendo a un reloj que marca las seis de la tarde. Nada es lo que parece. Todo puede ser falso, falsedad que no es sinónimo de mentira sino prejuicio que intenta sostener la ley de la creencia como “verdad absoluta”. La paradoja exhibe la imposibilidad de la fijación. Todo  es movimiento, y la clave está en una canción que llega tres capítulos después.
En el episodio de la sopa de la Falsa Tortuga” se revela la verdadera definición del viaje onírico:
La tortuga falsificada suspiró profundamente y empezó, con una voz entrecortada por los sollozos, a cantar lo siguiente
Verde y rica en la sopera
la sopa de tortuga espera
Ante ese guiso, ¿quién pide otra cosa?
Sopa nocturna, fina y sabrosal
Ri-qui-si – ma sopal
Sopa nocturna
rica, riquisima sopalInteresante: la canción de la sopa nocturna se interrumpe cuando Alicia es llamada porque empieza “el juicio”. Juicio es proceso, veredicto, ley, es poner a disposición de un tribunal “kafkiano” la decisión de culpabilidad o inocencia. Es también lo contrario de locura”.
¿Quién puede arrojar la primera piedra sobre su buen juicio? El “juicioso” no es un buen soñador, como el prejuicioso no sabe de viajes hacia la transformación Alicia “regresa” del sueño justo a tiempo para salvarse de ser decapitada por orden de la Reina. Llega al regazo de su hermana, que lee un libro aburrido, y le narra su aventura. Ya es otra: está decidida a “tomar un té vespertino”, un té que sabe a sopa.
El oráculo délfico debería cambiar su máxima por esta otra: “Bébete la sopa nocturna”. Depende aceptar o no el reto… La “sopa nocturna” como brebaje para soñar quién queremos ser… Freud nos descubrió un mecanismo de relojería maravilloso: con los objetos de la vida diurna, las vivencias de cada día con sus restos que se cuelan en la fase onírica, más el trabajo de condensación y desplazamiento, todos
soñamos: “inventamos” los sueños que nos visitan cada noche. Pero hay un revés del espejo: la vida diurna es otro modo de construir la experiencia. Depende de los ingredientes que seleccionemos como objetos para conjugar el día a día, depende de como cada persona construye su realidad con los faros que se pone como metas, para ofrecer sabores nuevos a la rutina y recrearla en la sopa nocturna…
Sueño y laberinto, imágenes arquetípicas de transformación
Sueño, sopa nocturna, ¿quién se niega a ese guiso que reúne y revuelve tantas disociaciones para explicar al sujeto? Todo sueño es sopa nocturna y perfecto laberinto
Insisto en un concepto que desarrollé en las páginas iniciales: cada sujeto construye sus “series” para encontrar al personaje y sus derivados. La propuesta personal solo es mi hoja de ruta, puede despertar las emociones ocultas de ustedes mientras leen, puede generar asociaciones nuevas. La idea es que cada uno, cada una, arme su repertorio de personajes y se refleje en el puzzle que la subjetividad en continua construcción vaya modelando…
En mi “serie” entra otro personaje del cine. La niña más espectacular y “espejo” de Alicia: Ofelia, la protagonista del filme El laberinto del fauno, un maravilloso cuento de hadas que supera los límites delineados por Perrault, Grimm y Lewis Caroll. Esta pelicula es un cuento de hadas descarnado donde aparece a la vez el relato de extrema violencia e injusticia franquista conviviendo con la belleza del mito y el sueño.
La película (2006) dirigida por el mexicano Guillermo del Toro está ambientada en dos planos: los Pirineos en 1944, ya vencidos los republicanos en la Guerra Civil Española, pero que resisten al fascismo, y el mundo subterráneo de los sueños y la fantasia.
El contexto violento de marco político-histórico actúa como telón de fondo a la metáfora que plantea: el viaje iniciático de una niña que huye de “lo real” para reencontrarse con su verdadera esencia.
Del Toro invierte algunos símbolos y se vale de otros. Por un lado vemos a Ofelia como una “hermana” de Alicia. Aficionada a la lectura de relatos fantásticos, seguramente cuestionaría los “libros aburridos sin imágenes”.
Narra la historia de una nena huérfana de padre que debe acostumbrarse al clima hostil que genera en la familia el nuevo marido de su madre, un capitán violento y perseguidor de rebeldes republicanos. El nombre de la niña hace eco con el personaje shakesperiano de Hamlet. También en la pieza isabelina, un hijo sufre la muerte de su padre y cuestiona a la madre que no supo guardar un luto mayor ante el esposo difunto y acepta sin demora un segundo matrimonio.

Mutilada emocionalmente por un padrastro agresivo y maltratador de las mujeres que lo rodean (esposa, hijastra, criadas), la niña regresa al vientre de la tierra  para reencontrarse con su padre biológico”. Inversión de los cuentos clásicos, ahora es el padrastro el malvado que la expulsa al nivel de conciencia necesario para crecer.

En la madre sumisa, la violencia de género, las estrategias de la nana o confidente de Ofelia, los revolucionarios y los ideales del médico se reúnen en un lado del espejo. La protagonista necesita atravesarlo para entrar en la edad imaginaria del sueño, sus miedos y enfrentamiento a los monstruos el mundo paralelo al que habita gobernado por un reloj detenido a la hora de la muerte.
Como modo de escapar a esa realidad oscura, ominosa y hostil que le presenta su padrastro, ni bien llegan a la residencia donde su madre dará a luz a  un medio hermano de Ofelia, la niña recorre el molino y descubre unas ruinas que son la puerta de entrada al laberinto. Un insecto-hada es su guía.
La imaginación de Ofelia es tan fructífera como la de Alicia ingresa al mundo subterráneo para escapar al agobio y la hostilidad del mundo adulto y tiene la oportunidad de ser una Soñadora. Penetrar en el inconsciente le revelará su destino.
Cae en el pozo, como Alicia, se encuentra con un fauno (en vez de un conejo o una oruga ) y descubre un secreto: que es una princesa y que su padre. el rey la espera con ansiedad. Deberá atravesar peligros y pruebas muy arriesgadas para recuperar su estado de princesa. Un gran libro mágico de páginas en blanco contiene la formula a seguir el libro se escribe a medida que Ofelia lee. Ahí se describen las pruebas.
Muchos elementos nos recuerdan al relato de las aventuras de Alicia: los seres mágicos, la mandrágora en lugar del opio, las situaciones que Ofelia encuentra en su viaje al mundo subterráneo podrían intercambiarse con los que surgen de las páginas de Caroll.
El fauno, las hadas, los representantes del mal, las encrucijadas determinan los estadios que Ofelia va atravesando en busca de su propia historia, la persecución el valor del tiempo en el reloj de arena, la falta de experiencia en el plano onírico “leído con las reglas de la vigilia La puerta pequeña, los alimentos prohibidos. El clima es menos absurdo pero más terrorífico.

Ofelia muere y en ese estado entra a un palacio dorado junto con sus padres, el rey y la reina del mundo subterráneo. “Ofelia muere quiere decir otro plano de autoconocimiento.
“La idea central de “El laberinto del fauno” es la del choque entre brutalidad e imaginación. Es una pequeña fábula que está a favor de la desobediencia, porque creo que el primer paso de la responsabilidad es la desobediencia, es pensar por uno mismo. El laberinto suena a fabula de la desobediencia.
Para mi la esencia del laberinto es la de una fábula porque tiene una in-moraleja al final… los personajes claves aprenden a desobedecer”, expresaba el propio guionista del filme
En sintonía con nuestro recorrido, tas palabras de Guillermo del Toro rescatan el valor de animarse con los paradigmas más férreos y romperlos, de garante al mandato que absorbimos por la savia del árbol familiar ser prudentes, realistas, ordenados puntuales, correctos, racionales, conservadores, obedientes…
¿Qué estructuras familiares te oprimen para llevar puesta la camiseta de hombre seguro o de mujer sumisa? ¿Y si te animaras a ser un hombre inseguro? Y si pudieras decir eso que se te atraviesa en tu garganta y no callarlo más?
Los mandatos familiares terminan siendo decretos que formamos con sangre
La lealtad al clan no debe imponerse sobre los sueños y deseos personales. Tal vez el lector/la lectora estén pensando que así es como han vivido hasta hoy…
Pues, si te diste cuenta ya hay mucho camino recorrido. Darse cuenta es la primera estación de este viaje al autoconocimiento. Luego, vendrán dudas, preguntas, certezas que duelen, máscaras que se caen desencantos varios pero siempre la verdad a cara lavada es más sana que una mentira maquillada.
La libertad no tiene precio! Transgredir el mandato puede ser doloroso, pero es necesario para crecer. Entonces, ¿estás dispuesta a ese desafío? estás preparado para la aventura de cruzar al lado onírico del espejo?
Las hadas y el fauno funcionan de guías como antes fungieron de maestros el gato de Cheshire y el Sombrerero para Alicia en el viaje iniciático. Irás  encontrando tus guías en este camino. La resiliencia es una fantástica plataforma para asegurar que los cambios son posibles y más llevaderos si confiamos en ese otro que nos ve, que nos escucha, que nos abraza. Emprender la transformación precisa de guías, maestros, voces que nos digan que somos personas y que nos reconocen por ser nosotros mismos, oídos amorosos para
escuchar la biografía de nuestras dolencias. Y el motor es el deseo de sanar a nuestro grupo ancestral más oculto, más cercano y a la descendencia más joven
Los paradigmas y las creencias -ya lo dijimos-intervienen en nuestro ADN, nos generan mutaciones que vienen heredando los miembros de nuestra familia hace años… Tal vez esté en nuestras manos esa “papa caliente” que viene de abuelos y bisabuelos y ahora nos exige un gesto de rebeldía, de desobediencia al pacto secreto sobre eso callado, sepultado, silenciado. Y si patearas el tablero? A un cambio de medioambiente sobreviene una transformación espiritual, emocional, afectiva, intelectual, sensorial, y el abanico sigue abierto… La epigenética nos devuelve la licencia de conducir que nos secuestraron por lealtad familiar cuando nos imprimieron “ese” mandato que
hoy aún perturba. Podemos cambiar la renquera, la bizquera, la tartamudez con que nos vemos si caminamos firmes, miramos de frente y decimos lo que deseamos.
Mi personaje adorado de Mariana Pineda sucumbe, pero me regalo la se- milla del aprendizaje y la vocación por la literatura como primera profesión.
Alicia sueña (un modo de morir) y triunfar regresa más madura cuando sale del mundo onírico. Ofelia muere, pero renace princesa.
Cerramos el capítulo de las niñas para dar paso a las doncellas. Que sea de la mano de Ofelia, la niña-princesa, que liberemos la puerta para entrar al siguiente estadio, al próximo capitulo.

 

 

 

Pacha Pulai