¿Mandatos Familiares escritos con sangre ?
Los verbos ocultos del árbol genealógico y Cómo superar el deber -ser
Comida y ropaje. Dos metáforas de aquello que nos dan y nos calzamos sin chistar. ” No te gusta la sopa, entonces dos platos”. De niños somos rehenes de la voluntad de nuestros mayores. Y de adultos, también. A menos que tomemos conciencia.
El ayer se está actualizando todo el tiempo cuando no ponemos cada ingrediente en su lugar, cuando las mezclas son incoherentes o el mal gusto se instala en el inconsciente .. y … dispara una alergia …
La narración que cada grupo construye ” se construye “funciona como alimento. Y en el mercado y las ferias de todas las aldeas se intercambian – como monedas – esos otros recursos vitales para continuar la especie: Los mandatos familiares.
Las abuelas lo sabían; sus madres les habían traspasado ese saber y a ellas las madres de sus abuelas .. Había que saciar el hambre y dar identidad a cada miembro del clan. Y se hilvanaron las historias. En el origen de los tiempos y en el origen de cada familia, hay un relato fundante : un caldero y un fuego encendido.
La joven con los bolsillos del delantal tintineando de semillas, los cantos del labrador; las voces de los cortesanos refugiados lejos de la ciudad para protegerse de la peste: todos cuentan un suceso inaugural. Y antes, mucho antes, fueron los mitos que rondaron a sus diosas y dioses por santuarios y oráculos, que los renacieron en canciones y poemas hasta que se gastaron y se rehicieron en carne y hueso, humanos.
Y en la infancia de todos los tiempos, la sangre, la leche y la canción de cuna acompañaron con cuentos aquello que los mayores desearon para nosotros. ¿ Cumplimos con esas expectativas ? ¿ Aceptamos sin protestar el ” traje ” impuesto ? ¿ Nos dolieron las botas de siete leguas o los zapatitos de cristal ? y , sin embargo, los seguimos usando ? ¿Nos compramos el personaje que nos ofrecieron ?
Ahí estamos, congelados en un arquetipo. Sin cuestionar, sin desobedecer los mandatos, sin preguntarnos por qué volvemos a caer siempre en el mismo ” cuento ” . Repetimos la historia. ¿ Y si cambiamos el color del cristal para poder ver de nuevo lo viejo, sopesarlo, indagar sus efectos, revisar sus trampas, advertir las lealtades invisibles que nos atan a aquello a lo que ya no queremos responder ?
Des – programar
Nos alimentaron con historias y seguimos creyendo que ser y hacer lo que somos y hacemos es lo que te ” toca “. Sentimos miedo << pero seguimos adelante >> ante el peligro de atravesar el bosque, cuando nos cargan una cesta de tortas para la abuelita, o nos esforzamos para mantenernos siempre jóvenes y hermosas ( para que el espejito nos diga lo que queremos oír, lo que ellos quieren ver .. ).
Mandato quiere decir : Dar en mano
Grano a grano se forman las playas, / y luego viene el viento y las revuelve borrando las pisadas y los nombres./ Sin hijo, ni árbol ni libro.
Ser. Tener hijos. Deber. Plantar árboles. Escribir libros. Obedecer. Tener árboles. Plantar libros. Escribir hijos. No ser. Deber ser… ¡Cuánta exigencia en ese pasamanos que implica llegar a ocupar un nuevo eslabón en la transmisión generacional!
Cumplir un mandato es aceptar razones oscuras que desconocemos, pero que nos inducen a dar respuesta. Recibir un mandato es oír una orden, una expectativa de otros sobre nosotros. A veces con mayor claridad y otras con escaso entendimiento. Muchas veces es cumplir – sin analizar ni pensar – aquello que nos aguarda como ” la misión que tenemos en la vida ” .
Decimos que un mandato es un precepto mudo, una prescripción sorda, un bando que se ha colgado sin remache a la vista: está pegado sin chinches ni clavos a la estructura de un grupo familiar, por eso tiene valor de enigma y por eso estamos tratamos toda la vida de entenderlo para complacer, sin comprender. Como en un laberinto y con los ojos vendados. Qué tarea difícil …
No se dicen a boca de jarro y a todas las luces, no se expresan con claridad y buen tono, no se conocen porque fueron claramente explicitados : ¡ Hay que adivinarlos ! Una tarea imposible … Los mandatos constituyen una suerte de disposición que se escribe con la sangre del clan y que se oye como si se gritara, pero es un mensaje oculto y sinuoso; un decreto callado que emana de un superior << al que tal vez no conocimos >> pero escuchamos ; un mandato determina las expectativas sobre el cumplimiento de esa orden familiar que cala hondo en los descendientes. Es un mandamiento casi en el sentido religioso o sagrado del término, que los más jóvenes de una familia reciben de las manos de sus antepasados como una ofrenda ( muchas veces a modo de ” caja de pandora “, es decir, algo imposible de soltar, algo que no terminamos de comprender.
Pasan los años, crecemos y sentimos una incomodidad que condiciona la libertad de actuar y de cambiar. Acotada la capacidad de elegir, seguimos a pie juntillas las órdenes que nuestra sangre nos dicta. Fracasamos. Nos enfermamos. Repetimos el guión. Antes de entrar en este árbol que nos pertenece, ya habían usado la tinta tan especial ( espesa ), real, ( por contundente, no por azul, sino roja y estridente) y casi siempre con intenciones de mantener la lealtad para acular el trazo que identifica a los “nuestros “.
La palabra mandato deriva del latín manus ( mano) + dare (dar ) : hace referencia a un encargo que debe ser dado en mano. Conocemos otras palabras que se desprenden de esa misma idea madre, mano: mandamiento, mandado, manufactura, manuscrito, mando, manifestar ( hacer fiesta con las manos linda palabra, ¿ verdad ?), emancipar ( salir de la posición de estar bajo la mano de otro o de su tutela), maniobrar ( obrar con la mano). Otra : Mantener, contracción de manu ( mano) + tenere (poder) : tener en la mano. De ahí : “no morder la mano de quien te da de comer” o expresiones como ” pedir la mano ” ,” aquí mando yo ” ( es decir, quien tiene el mando).
Así, se entiende por mandato un tipo de contrato mediante el cual el mandante confía una gestión que debe ser cumplida por el mandatario. ” Es un contrato consensual, bilateral, imperfecto, de buena fe y gratuito”, agrega la RAE, y nosotros completamos desde la psicología transgeneracional : Firmado con tinta invisible, la sangre. La sangre del árbol.
También, el término mandato alude al acto o instrumento en que consta la facultad que alguien da a otra persona para que en lugar suyo y representándole pueda ejecutar algo. El destacado en cursiva subraya la idea de una expectativa personal (a nombre propio) para que otro la tome y desarrolle ( a cuenta ajena ) : los descendientes de ese linaje.
Como “una papa caliente” lo que se espera de cada miembro de la tribu pasa y quema, da otro salto y requema en las manos de la siguiente generación, una y otra vez hasta que se aprende. Se repite porque no se ha tomado consciencia: el inconsciente vuelve sobre lo inacabado, lo irresuelto. Vuelve y se repite hasta que, en alguno de los tramos del recorrido generacional, alguien dice, ¡ basta !.
Podemos aceptar unos condicionamientos y no otros, podemos llevarlos adelante por un tiempo y no por siempre : somos seres complejos y dinámicos: la humanidad ha evolucionado justamente por el vaivén entre esas dos características. Y si bien las culturas hacen que los sujetos manifiesten sus diferencias << determinada posición en asuntos relativos al amor, la familia, los vínculos extra sanguíneos, las relaciones que varían socio culturalmente, de un contexto a otro, como las creencias, los valores o los prejuicios >>, todos estamos genéticamente programados dentro de la especie a la cual pertenecemos.
Desarrollaremos durante todo el mes de agosto este tema tan apasionante para todos y veremos las respuestas y cambios que pueden darnos las Terapias de Constelaciones, Decodificación Biológica y Diálogos con el Cuerpo.
Interesante tema, muchas gracias Adriana por compartir información tan valiosa.
Adriana; qué tema el de los mandatos y quién no los tiene a flor de piel o muy dentro de cada uno. deshacerlos, desmadejarlos y por fin comprender que a veces esos mandatos estaban de la mano de la cultura, la procedencia los orígenes y las razones personales de cada ser que los retransmitió a su generación; a veces por comodidad otras por ignorancia. Habrá que analizarlos concientemente y reinterpretarlos (si valen la pena, por supuesto) esto es demadejar la vida conocida. Ahora a pensar qué tejemos para nuestra prole, que ya viene manejada por un inconciente? cibernético, despersonalizado pero con un mensaje. da para seguir reflexionando un buen rato. Gracias Adry