Osho es un místico, un Maestro de nuestro tiempo; su presencia es la confirmación de la verdad vital que cada uno de nosotros lleva en su corazón.
De alguna forma, en el frenesí del siglo veinte, hemos sido cegados a nuestra propia naturaleza. El mundo se ha vuelto un lugar artificial donde abunda la neurosis y la frustración, donde el odio y la violencia hierven a fuego lento bajo una apariencia de conformidad, lista para estallar en cualquier momento.
Osho, al abrimos al mundo del Tantra, va a la raíz de nuestro malestar. El sexo es la energía básica que impregna cada célula de
nuestro ser; el sexo es nuestro origen y nuestro manantial. Sin embargo, a menudo se le trata con una actitud de control: o bien como una energía a reprimir, o como un instrumento de dominación y explotación.
Osho, con su singular estilo, rompe el molde. Con claridad y profunda percepción nos abre la puerta a nuestro ser auténtico. Su visión no se fundamenta en la hipótesis de otro mundo, está enraizada en este mundo. El punto de partida es el aquí y ahora; la llave maestra, la aceptación de nosotros mismos tal como somos; y el proceso de aceptación, la propia transformación. Éste es el maravilloso secreto del Tantra que Osho comparte con nosotros: acepta el deseo, adéntrate en él, pero con profunda sensibilidad, con consciencia, con amor.
El sexo es sólo el principio, no el fin. Pero si te pierdes el principio, también te perderás el final.
¡No te lo pierdas! Deja que sus palabras resuenen en tu corazón. Deja que la confianza crezca. Deja que te acompañe en esta gozosa aventura de la vida. Swami Premgeet
TANTRA Y YOGA
El sexo es la energía básica…
El Yoga lucha contra esta energía…
El Tantra, la aprovecha, la transforma.
Osho, ¿cuál es la diferencia entre el Yoga tradicional y el Tantra? ¿Es lo mismo?
El Tantra y el Yoga son básicamente distintos. Te llevan a la misma meta, pero los caminos no son solamente distintos sino contrarios. Esto debe entenderse muy claramente.
El proceso del Yoga también es metódico; es una técnica, no una filosofía. Al igual que el Tantra, el Yoga también depende de la acción, del método, de la técnica. La acción te conduce al Yoga, pero el proceso es diferente: en el Yoga tienes que luchar, es el camino del guerrero; en el camino del Tantra no hay que luchar sino, por el contrario, hay que ser indulgente, pero con consciencia. El Yoga es una supresión con consciencia; el Tantra es indulgencia con consciencia.
El Tantra dice que seas lo que seas, lo Supremo no se opone a ello. Es un crecimiento; puedes crecer y ser lo Supremo. No hay oposición entre tú y la realidad; tú eres parte de ella. Por eso, la lucha, el conflicto, el oponerse a la naturaleza, no es necesario; debes aprovecharlo, utilizar lo que quiera que seas para ir más allá.
En el Yoga tienes que luchar contigo mismo para ir más allá; en él lo mundano y el moksha —tú, tal como eres, y lo que podrías ser— son dos cosas opuestas. Suprime, lucha, disuelve lo que eres y podrás alcanzar aquello que puedes ser… Ir más allá, en el Yoga, significa morir; debes morir para que tu ser verdadero nazca. A los ojos del Tantra, el Yoga es un profundo suicidio: debes aniquilar tu ser natural —tu cuerpo, tus instintos, tus deseos, todo.
El Tantra dice: acéptate tal como eres. Es una profunda aceptación. No crees distancia entre tú y lo real, entre lo mundano y el nirvana. ¡No crees ninguna separación! Para el Tantra no existe la separación. No es necesario morir. No tienes que morir para renacer, sino trascender, y para ello debes utilizar tu energía. Por ejemplo, la energía sexual está ahí; es la energía básica —a través de la cual has nacido, con la que has venido.
Las células de tu ser, de tu cuerpo, son sexuales y por eso la mente humana gira en tomo al sexo. El Yoga lucha contra esta energía; a través de la lucha, creas en ti un centro diferente y cuanto más luchas, más te integras en él. Entonces, el sexo deja de ser tu centro.
Luchando contra el sexo —conscientemente, por supuesto— crearás un nuevo centro en tu ser, un nuevo énfasis, una nueva cristalización. El sexo dejará de ser tu energía; luchando contra él crearás una energía diferente, un nuevo centro de existencia.
El Tantra dice: utiliza la energía sexual, no luches contra ella, ¡transfórmala! No pienses en términos de antagonismo, sé amigable con ella. Es tu energía; no es maligna ni nociva. Toda energía es neutral; puede ser utilizada contra ti o a tu favor; puedes crear un bloqueo, una barrera, o puedes hacer de ella un escalón. Se puede utilizar: si se hace correctamente se vuelve amistosa; si se usa equivocadamente se vuelve tu enemiga. Pero no es ni una cosa ni la otra; la energía es neutral.
De la forma en que se utiliza comúnmente, se convierte en tu enemiga; te destruye. Simplemente disipas tu energía. El Yoga apuesta por una aproximación opuesta a la mente común; ésta ha sido destruida por sus propios deseos. Por eso el Yoga dice: abandona el deseo, sé sin él; lucha contra él y crea en ti una integridad sin deseo.
El Tantra dice: sé consciente del deseo; no crees ningún conflicto. Déjate llevar por él con total consciencia; y cuando hagas esto, lo trascenderás. Eres parte de él y, a la vez, no lo eres. Pasas a través de él, pero permaneces extraño.
El Yoga es muy atractivo porque es justo lo opuesto a la mente común; por eso el hombre corriente puede entender su lenguaje. Tú sabes cómo el sexo te está destruyendo, cómo te ha destruido, cómo dependes de él —como un esclavo, como una marioneta. Lo sabes por propia experiencia, así que cuando el Yoga te dice combátelo, inmediatamente lo comprendes; ése es su atractivo, un atractivo elemental.
El Tantra no puede atraer tan fácilmente. Parece difícil: ¿cómo dejarse llevar por el deseo sin ser desbordado por él?
¿Cómo estar en el acto sexual, conscientemente, con una percepción total? La mente común se asusta —parece peligroso—; no lo es, pero lo que conoces acerca del sexo te crea ese temor.
Te conoces; sabes cómo te engañas a ti mismo, sabes perfectamente que tu mente es deshonesta. Puedes dejarte llevar por el deseo —en el sexo o en cualquier cosa— y engañarte a ti mismo pensando que lo haces totalmente consciente; por eso presientes el peligro, que no está el Tantra sino en ti. Y la razón del atractivo del Yoga está también en ti, en tu mente común, en tu supresión sexual, en tu hambre de sexo, en tu mente indulgente respecto a él.
El Yoga es tan atractivo porque la mente común no está sana en lo que concierne al sexo. Una humanidad mejor, con una sexualidad sana —natural, normal…— porque no somos normales, naturales. Somos absolutamente anormales, malsanos, estamos realmente enfermos. Pero como todo el mundo está como nosotros, no nos damos cuenta. El estar trastornado es tan corriente que el no estarlo nos parecería anormal. Un Buda, entre nosotros, es anormal; un Jesús es anormal. No pertenecen a nuestra categoría. Esta normalidad es una enfermedad.
Esta mente «normal» ha creado el interés por el Yoga. Si aceptas el sexo con naturalidad, sin ninguna ideología, sin ninguna filosofía a favor o en contra; si aceptas el sexo de la misma forma que aceptas tus manos, tus ojos; si lo aceptas totalmente como algo natural, entonces te atraerá el Tantra y te será de gran ayuda.
Los días del Tantra se acercan. Tarde o temprano el Tantra se expandirá entre las masas por primera vez. Porque por primera
vez, los tiempos estarán maduros para aceptar el sexo de forma natural. Seguramente la expansión vendrá de occidente, porque Freud, Jung y Reich han preparado el terreno; no sabían nada acerca del Tantra, pero han preparado el terreno para que
se desarrolle.
La psicología occidental ha llegado a la conclusión de que el principal trastorno humano está relacionado con el sexo, de que es un trastorno sexual. Por lo tanto, a menos que se disuelva el trastorno, el hombre no puede ser natural, normal. El hombre ha ido en una dirección equivocada, debido, únicamente, a sus actitudes respecto al sexo.
No es necesaria ninguna actitud —sólo entonces eres natural. ¿Qué actitud tienes acerca de tus ojos? ¿Son perniciosos, o son divinos? ¿Estás a favor de los ojos, o estás en contra? ¡No tienes ninguna actitud! Por eso tus ojos son normales. Toma partido, piensa que tus ojos son perniciosos, y el ver se volverá difícil, problemático (al igual que el sexo). Entonces querrás ver. Desearás y ansiarás ver; pero cuando veas sentirás remordimientos: has hecho algo malo, has pecado. Querrías aniquilar el instrumento para ver, te gustaría destruir tus ojos; y cuanto más desees aniquilarlo, más te obsesionarás con ello. Se creará una situación absurda: ansiarás cada día más el ver, y simultáneamente te sentirás más y más culpable. Eso es lo que ha ocurrido con la sexualidad.
El Tantra dice: acéptate tal como eres. Esto es lo fundamental, total aceptación; solamente aceptándote totalmente puedes crecer. Utiliza todas las energías de que dispones. ¿Cómo utilizarlas? Aceptándolas, descubriendo lo que son esas energías.
¿Qué es el sexo? ¿Qué es ese fenómeno? No lo conocemos realmente. Sabemos muchas cosas acerca del sexo, cosas que nos han trasmitido. Tal vez hemos experimentado el acto sexual, pero con remordimientos, con una actitud supresora, con urgencia, con prisas; como un desahogo. Entonces el acto sexual no es un acto amoroso, no te quedas realmente satisfecho, pero tampoco puedes prescindir de él. Cuanto más tratas de vivir sin ello, más te atrae; cuanto más lo condenas, más te tienta.
No puedes suprimirlo, y esta actitud negativa, destructiva, destruye la mente, la consciencia, la sensibilidad que se precisa para entenderlo; y el sexo continúa, pero sin sensibilidad y por eso no puedes comprenderlo. Solamente una sensibilidad profunda puede hacerlo; una experiencia y un sentir profundos, pueden hacerte entender todo. Podrás entender el sexo si te acercas a él como un poeta se mueve entre las flores —sólo entonces.
Si sientes remordimientos acerca de las flores, quizá pases a través de un jardín, pero lo cruzarás con los ojos cerrados, con prisas, con una urgencia desquiciada —tienes que salir de ahí. ¿Cómo puedes percibir, ser consciente, de ese modo? Por eso el Tantra dice: acéptate comoquiera que seas —un gran misterio de energías multidimensionales. Acéptalo, y experimenta cada energía con profunda sensibilidad, con consciencia, con amor, con entendimiento. Experimenta con ello… entonces, cada deseo se convierte en un vehículo para ir más allá
de él. Cada energía se convierte en una ayuda; entonces, este mundo es el nirvana, y este cuerpo un templo, algo sagrado.
El Yoga es negación, el Tantra afirmación. El Yoga concibe en términos de dualidad; de ahí la palabra «Yoga»: significa juntar, unir dos cosas. Pero las dos están ahí, hay dualidad. El Tantra dice que no hay dualidad; pues con ella no puede haber unidad. No importa cómo lo intentes, seguirán siendo dos; comoquiera que las unas, permanecerán dos. Entonces la lucha continuará y el dualismo también. Si lo terreno y lo divino son dos, no se pueden unificar. Si realmente no lo son, únicamente aparentan serlo, sólo entonces pueden ser uno. Si tu cuerpo y tu alma son dos, no pueden ser uno. Si tú y Dios son dos, no es posible la unidad. Seguirá habiendo dos.
El Tantra dice que no hay dualidad; es sólo una apariencia. ¿Por qué entonces ayudar a que aumente? El Tantra dice: ¿Para qué ayudar a que aumente esa apariencia de dualidad? ¡Disuélvela en este preciso instante! Sé uno; a través de la aceptación te vuelves uno, no a través de la lucha. Acepta el mundo, el cuerpo y todo lo que es inherente a él. No crees en ti un centro diferente, porque para el Tantra ese centro no es otra cosa que el ego. Para el Tantra —recuérdalo— ese centro no es otra cosa que el ego. No crees un ego, simplemente sé consciente de lo que eres. Si luchas, el ego estará ahí. Por eso es difícil encontrar un yogui que no sea egoísta. ¡Es difícil! Los yoguis dicen que no hay que tener ego, pero ellos mismos no pueden dejar el suyo. Su propio proceso lo crea: la lucha es el proceso; si luchas, lo crearás. Cuanto más lo hagas, más fortalecerás el ego. Y si vences en esa lucha, alcanzarás el ego supremo.
El Tantra dice: ¡No luches! Entonces no hay posibilidad para el ego. Si escuchamos lo que dice el Tantra tendremos problemas, porque para nosotros si no hay lucha, solamente hay indulgencia; para nosotros, la ausencia de lucha significa indulgencia,
y nos asusta. Hemos sido indulgentes durante muchas vidas y no hemos llegado a ninguna parte; pero para el Tantra, la indulgencia
no es lo mismo que para nosotros. El Tantra dice: sé indulgente, pero sé consciente. Si estás enojado, no te dirá que no lo estés; te dirá: enfádate de todo corazón, pero sé consciente.
El Tantra no está en contra de la ira, sólo está en contra de que te duermas espiritualmente, de la inconsciencia espiritual.
Sé consciente y enójate. En eso reside el secreto del método: si eres consciente, la ira se transforma y se vuelve compasión.
Por eso el Tantra dice: no digas que la ira es tu enemiga — es la semilla de la compasión. La propia ira, la misma energía,
se volverá compasión; si luchas contra ella, no habrá posibilidad para la compasión. Si tienes éxito en la lucha, en suprimir la ira, te convertirás en un «muerto»; no tendrás ira porque la habrás suprimido, pero tampoco tendrás compasión, porque solamente la ira se puede transformar en compasión.
Si tienes éxito en la supresión —lo cual es imposible— no tendrás deseo sexual, pero tampoco podrás amar, porque aniquilando el sexo, aniquilarás la energía que crece en el amor. Vivirás sin sexo, pero también vivirás sin amor, y todo el esfuerzo habrá sido en vano, porque sin amor no hay divinidad, ni liberación, ni libertad.
El Tantra dice que estas energías tienen que ser transformadas. Si estás en contra de lo terreno, entonces no hay posibilidad para el nirvana, porque es precisamente lo terreno lo que ha de ser transformado en el nirvana. En ese caso, irás en contra de las energías básicas que son la fuente en sí. La alquimia del Tantra dice: no luches, sé amigable con todas las energías que te han sido dadas; recíbelas amistosamente. Siéntete agradecido por tu ira, por tu sexo, por tu avidez. Siente agradecimiento porque son fuentes ocultas y pueden ser transformadas, pueden abrirse. Cuando el sexo se transforma, se vuelve amor. El veneno se disuelve, lo feo desaparece.
La semilla es fea, pero cuando cobra vida, cuando brota y florece, entonces hay belleza. No deseches la semilla, porque haciéndolo estás desechando las flores que contiene. Todavía no han florecido, no se han manifestado —por eso no las puedes ver—, pero están ahí. Aprovecha la semilla, así podrás florecer. Aceptación, profunda sensibilidad, entendimiento y consciencia —entonces puedes permitirte ser indulgente.
El Tantra dice que todo es sagrado —por eso no podemos entenderlo. Es la concepción no dualista más profunda, si es que se le puede llamar concepción. Porque cualquier concepción está llamada a ser dualista. Pero al no estar en oposición con algo, no es una concepción: es una unidad, una unidad viva. Aborda el acto sexual como si entrases en un templo divino, como si fuera una plegaria o una meditación; siente lo sagrado que ello contiene.
Que lindo pensamiento, me conecto mucho con el. Sobre todo por la idea del tantra acerca de la aceptación; cada día vemos como la gente coloca fuertes resistencias frente a lo que es apropiado y sano aceptar, incluso llegando al extremo de ir en contra de nuestros impulsos, creyendo ingenuamente que se trata de eliminar: Eliminar el deseo, eliminar el ego, eliminar el sexo, eliminar al enemigo, eliminar las emociones… hay quienes dicen que no hacen eso o no pretenden hacerlo, pero si cambiamos la palabra eliminar por la palabra controlar, pronto caemos en la cuenta que rechazamos casi todo en nuestras vidas y por ende pretendemos controlarlo, huir o eliminarlo. Somos unos negadores por naturaleza.
Pienso que el primer paso para sanar es la aceptación y el primer paso para enfermar es la negación… parece que nos habituamos a nuestro anhelo por estar enfermos o en desequilibrio.
Y creo que lo entiendo, pues la aceptación requiere en realidad de valentía, y solemos ser cobardes. Aceptar no es fácil, negar si, integrar no es fácil, dividir si. Este artículo nos da una valiosa bella lección acerca de la aceptación como medio para vivir en la unidad; ojalá que comencemos a hacerlo por nuestro bien.
El sexo es la energía principal. El motor de la existencia. Y, de acuerdo al Tantra, al ser compartido se conserva la dualidad. Podríamos decir entonces que se conserva la individualidad???
Me resulta un poco contradictorio ya que, desde mi punto de vista, el sexo es el sitio de conexión máxima de dos seres en donde, algunos dicen “dos seres pasan a ser solo uno”, la máxima complicidad y compenetración. Por lo que entiendo entonces, el sexo debiera ser un acto de total entrega sin perder la capacidad de ser uno mismo? Disfrutar de la complicidad sin nunca olvidar nuestro propio sentir como eje principal?
Aquí también habría que cuidar los límites, desde el pensar en el propio sentir y no caer al punto de satisfacer al ego…
Mucho en que pensar con esta reflexión…
Hola linda! .. para el Tantra no existe la dualidad .. no olvides que el sexo es un camino hacia la sexualidad sagrada .. el propio sentir se funde en la sexualidad sagrada .. la energía orgónica está en cada célula y es lo que mueve al mundo .. vamos a hacer más artículos sobre esto porque es mucho lo que hay para decir.. el sexo es la energía básica en la que dos seres se unen .. el Tantra transforma esa energía en total plenitud del ser .. en la plenitud no hay dualidad. El Tantra sice que no hay dualidad ..que sólo es una apariencia..