“Uno No Hace lo que Quiere, sino lo que Tiene que Hacer”
Esta mirada conformista es la que ha llevado a muchas personas a vivir una vida que no quisieran estar viviendo, incluso, anhelando el tipo de vida que tienen otras personas que a su juicio, sí hacen lo que desean y por eso son felices.
La tendencia del ser humano a concentrarse en lo malo que hay en sí mismos, a sólo ver sus errores y sus falencias, ignorando de plano sus capacidades, sus talentos, sus dones, lleva a la gente a subvalorarse, a subestimarse y por consecuencia, a no creer en sí mismas.
Haga el siguiente ejercicio. ¿Recuerdas cuál fue tu último logro significativo? Piénsalo unos segundos. Cuando en mis seminarios hago esta pregunta, los asistentes al evento normalmente se tardan en responder mientras logran recordar cuál fue. Hagámosla fácil entonces, menciona tu último logro, no importa que tan pequeño pueda parecer. ¿Lo recuerdas? Como te comenté son muchas las personas que se quedan pensando la respuesta, quizás como tu.
Lo interesante de este ejercicio es cuando luego les pido que mencionen un fracaso suyo, pero con la característica de que haya sucedido ojalá años atrás, me sorprende la habilidad que tienen muchos para recordar incluso con una habilidad pasmosa detalles de un momento amargo a consecuencia de un error personal cometido hace ya mucho tiempo.
Es una particularidad que las personas obvian, pasan por alto sus grandes dones y talentos y se instalan en el defecto, en lo malo, en el error.
Son muchas las parejas que a consecuencia de este tipo de actitudes sufren, por no poder disfrutar de los tantos dones que comparten, y se critican fuertemente porque sólo ven los defectos del otro.
Pídele a alguien que le diga que es aquello que más ama hacer. Las respuestas son diversas, a las personas les brillan los ojos cuando responden y hasta suspiran. Pero si quieres que esa persona cambie su expresión a tristeza y frustración sólo díle por qué entonces no está trabajando en eso. La respuesta típica entre otras es, “porque no se puede vivir de eso”. Cuando te dedicas a una actividad porque no hubo de otra, porque te toca, harás esas actividades “sin espíritu”. Recuerda cuando estuviste invitado
a cenar y te llevaste la sorpresa que el plato que con tanta diligencia te prepararon para nada te gustaba. Tu en un acto de respeto y valentía, te comiste lo que le sirvieron.
Cuando trabajas en una empresa donde realizas una labor que no te gusta
o te es indiferente, o porque te tocó, cuando compartes con alguien con quien no quieres estar o no amas, cuando estudias una carrera que no te provoca, estás viviendo una vida donde te tocó cenar el plato que no te gusta y como
no hay más, pues comes y punto.
Una vida sin vida. Conozco vendedores exitosos que “adoran” las ventas, disfrutan lo que hacen, son felices en lo que hacen. Como también conozco vendedores que fruncen el seño cuando les digo esto. Imposible, dicen algunos.
Checho, un gran amigo mío, es un excelente publicista. Estudiamos juntos. Desde que comenzamos se le notó ese amor por la publicidad. El solo, por iniciativa propia se nutría del mundo publicitario buscando, investigando, leyendo asistiendo a eventos y seminarios. Nadie tenía que pedirle que lo hiciera. Para Checho no existen domingos, ni días de fi esta donde pueda detenerse. Si hay algo nuevo que aprender o hacer desde el punto de vista publicitario lo hace, no importa si es domingo, no importa si son las 3 de la madrugada. Hoy día trabaja en una excelente agencia del país (Colombia) manejando cuentas de empresas muy importantes. Checho ama ir a trabajar, se nota que lo disfruta, se nota que le encanta, y lo más interesante, le pagan por eso.
Las personas que no hacen lo que aman se justifican diciendo que con la situación actual de desempleo a “uno le toca meterse en lo que salga”, porque sino, se morirán de hambre. Lamentablemente muchas personas terminan viviendo vidas prestadas, mientras cuelgan en la lista del olvido sus vidas, existencias que esperan ser vividas mientras viven otras vidas que no quieren vivir.
Esta situación obedece a varias cosas, que yo he llamado CARENCIAS. La primera y la más importante, es la carencia de un norte. Es decir, la falta de un para qué vivir. Cuando las personas no saben para dónde van, cualquier viento les sirve. Cuando una persona no sabe lo que quiere, no sabe decidir, otros deciden por ellos.
Define, ¿qué es lo que más te gusta hacer?, ¿qué es lo que más amas?, ¿qué sería aquello que amas tanto hacer, que hasta gratis lo harías?, y no subestimes la respuesta, déjela fluir. Las personas que usualmente fracasan en sus intentos empresariales por ejemplo, fallan porque inician actividades que desconocen, que no aman, que las hicieron por necesidad, sin motivos aparentes de fondo, por desconocimiento de esa actividad y porque no perseveraron.
“¿Cómo hago para llegar al Monte Olimpo?, – preguntó un hombre a Sócrates, a lo que este respondió: Procura que cada paso que des vaya en esa dirección”.
¿Cuál es su Monte Olimpo? Si aun no lo sabes, serás como un perrito que trata de morderse la cola y no la alcanza, terminará dando tantas vueltas sobre tu eje que acabará cansado y deprimido.
Otra CARENCIA por la cual la gente no hace lo que quiere sino lo que le toca es que no conocen realmente lo que son. Desconocen sus talentos, sus dones, sus capacidades y de paso se subestiman. Muchas veces he escuchado decir, “yo no sirvo para nada”
Recuerda lo que dijo HENRY FORD, “Tanto si crees que puedes, como si crees que no, en ambos casos tienes toda la razón” Si crees que eres un inútil, ¡imagínate!
Es muy común ver gente frustrada porque no creen en sí mismas, ellas mismas se descalifican con pensamientos que van en su propio detrimento. Dicen que ser un empresario exitoso es para gente inteligente, que lograr un excelente desempeño es para otro tipo de personas, o lo peor, que los de alto nivel de desempeño en las empresas o son “sapos” o son jefes. Ser un excelente estudiante es para NERDS, y en últimas, quienes hacen lo que aman son personas que “no necesitan” o que lo han tenido todo y no han tenido que preocuparse como ellos.
Reflexiones que desde todo punto de vista lo único que logran es ahogar en un ser humano todo un mundo de posibilidades que resignaron un gran desarrollo en pobres reflexiones.
Y la otra CARENCIA es que aparte de que no tienen un norte (Una razón por la cual vivir) y que se subestiman a sí mismas (Se desconocen, baja autoestima) no se arriesgan. “Los mediocres siempre tienen un pretexto” dice Jhon P. Foppe, tienen todo un arsenal de excusas por las cuales no hacer las cosas.
La diferencia entre las personas que viven su vida de una manera apasionada, entusiasmados porque hacen lo que aman y los demás, ese gran número de personas resignadas a una vida que según ellos les tocó, estriba en un escueto y un simple paso. Los primeros dieron ese paso, es decir, se arriesgaron, los segundos, no. Así de sencillo.
Las personas que disfrutan lo que hacen definitivamente se atrevieron en una acción de valentía a hacer eso que amaban, los demás se quedaron justo antes de dar ese movimiento que les hubiese cambiado la vida.
La gente que vive de un trabajo que les desagrada, que en el fondo dicen que si pudieran harían otra cosa, son personas amargadas, sin vida, sin motivos, sin razones, son malgeniadas, pobres así tengan dinero.
Si practicas una de las tres razones que te llevan a dar con actividades sin sazón en la vida necesariamente terminarás haciendo las otras dos, lo que dará como resultado el fracaso. Observa la gráfica de las carencias:
Como puedes notar, las tres carencias están intercomunicadas entre sí, en el caso eventual que una persona tan solo tenga una de ellas está dando el espacio para que aparezcan las otras dos.
Niégate a llevar una vida pobre, una vida dictada por las circunstancias que sólo tú puedes estar creyéndote y lánzate a vivir haciendo eso que amas.
Vivir una vida en actividades que nos incomodan no es vivir.
Sigue las siguientes instrucciones:
Medita profundamente cuáles son tus sueños, qué es eso que más amas hacer.
Haz un inventario de tus capacidades, talentos, dones, fortalezas, concéntrate
en ellas y sobre estas disminuye tus ausencias
Arriésgate a hacer eso que amas y sea feliz.¡ Luego me cuentas ! 🙂